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    HomeVenezuelaDUELO: Río Caribe lloró en la despedida de Franklin Brito

    DUELO: Río Caribe lloró en la despedida de Franklin Brito



    Bajo una lluvia intermitente, la comunidad acompañó los restos del agricultor hasta el cementerio.
    Bajo una lluvia intermitente, la comunidad acompañó los restos
    del agricultor hasta el cementerio.

    Los vecinos entonaron una
    canción de Alí Primera


     

    Ayer, poco después de las 7:00 am, comenzó a oírse por las calles de Río Caribe una voz que, a través de un altoparlante, convocaba al pueblo a las exequias de Franklin Brito en el cementerio local y exaltaba su valor y sacrificio. Entre cada perifoneo, se oía la voz de Alí Primera con el estribillo de una de sus canciones: “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”.

    La frase cobra vigencia cuando Elena, viuda de Brito, afirma que la lucha de su esposo debe continuar y que ellos así lo harán. “De acuerdo con ese legado que nos dejó como herencia, y que no es otro que la dignidad y el honor; para eso vivió y para eso educó a sus hijos”, agregó. Elena de Brito supone que, aunque tarde, hubo un despertar en la conciencia colectiva del país ante el hecho ocurrido y espera que se mantenga: “Que la voz y el ejemplo de mi esposo no se pierdan junto con su desaparición física”.

    La lluvia no impidió que la comunidad hiciera cola para dar el último adiós a Brito. Los restos del productor agropecuario fueron velados en la casa donde vivió su infancia y adolescencia.

    Luego de observar brevemente en la televisión una declaración del vicepresidente de la república, Elías Jaua, sobre el deceso de Brito, la viuda retoma el hilo de la conversación y afirma: “Creo que con la lucha de Franklin se logró un objetivo más allá de las tierras por las cuales peleó hasta la muerte. Su actitud fue una denuncia viva de la violación de los derechos humanos en Venezuela. Fue una advertencia sobre el temor que sentimos todos a la hora de exigir respeto por lo nuestro. Sé que hay muchos sectores e individualidades que ahora, realmente, lamentan haber sido tan indiferentes con su lucha”.

    Justicia y convicción:

    Elena de Brito es una mujer de contextura menuda. A ratos se le aguan los ojos y tiene las manos en constante movimiento. Sin embargo, su actitud denota temple y su ánimo no decae pese a la espesa tristeza que se respira en la casa de su suegra.

    “Esta lucha ha sido traumática pero también satisfactoria, porque tanto dolor y peregrinar nos fortaleció como familia y como seres humanos.

    Franklin siempre nos dijo que había que luchar hasta el final por la justicia”, asienta dolida.

    Era mediodía y afuera llovía con fuerza. La mañana de sol radiante de pronto se volvió gris y húmeda, lo que para nada impidió que la gente hiciera cola para ver a Brito en la urna.

    “Ojalá ­agrega la viuda­ sirva su ejemplo y nos demos cuenta de que tenemos lo que somos. Hemos permitido, como colectivo de una nación, muchos abusos y arbitrariedades, y a eso se opuso Franklin. Se enfrentó al poder demoledor del Gobierno cuya maldad no se identifica con la idiosincrasia de este pueblo. Por eso no esperamos nada de ellos; todo lo que hicimos fue en vano. El Gobierno nos arrancó de las manos a mi marido, a un padre de familia, nuestros derechos y nuestra propiedad”.

    A las 3:30 pm, bajo la lluvia intermitente, salió el cortejo de la casa donde transcurrió la infancia y adolescencia de Brito, a quienes sus compañeros recuerdan como un gran basquebolista.

    Los hombres de la familia llevaron sobre sus hombros el féretro, seguidos por un centenar de dolientes. Cuatro cuadras caminaron hasta llegar a la iglesia San Miguel Arcángel, donde se ofreció una misa por su alma. Posteriormente, en el pórtico del templo, hablaron Ángela, hija del agricultor, un representante del sector estudiantil y los dirigentes políticos Pablo Medina y Henry Ramos Allup.

    De la iglesia, el cortejo se dirigió al camposanto del municipio Arismendi. La luz del día declinaba cuando los restos de Brito fueron bajados a su tumba.

    En algún rincón del pueblo, Alí Primera seguía cantando “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”, estribillo que no dejó de sonar desde ayer en la madrugada, cuando llegó a Río Caribe el cortejo fúnebre con los restos de Brito. Pese a la hora, la gente salió para ver pasar la caravana o para acompañar a la madre, Josefina Rodríguez, a la viuda y a los hijos.


    Por: JUAN SARÁ SERRANO
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    lunes, Octubre 6, 2010.

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