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    Zulia: “El Bomba” amenazaba con estallar desde la muerte de Antonio Meleán


    A pesar del gran número de homicidios que se le atribuye a Leal, siempre estuvo cobijado por una religiosa familia. Su hermano pastor presidiría su despedida.  Mientras tanto, reina la intriga.
    ¿Traerá secuelas?

    Daniel Leal quiso levantar su imperio y
    terminó con esquirlas en todo el cuerpo

     

    LEA MÁS: ZULIA: La temida banda criminal “Los Meleán”

    Maracaibo, El Manzanillo.- Tenía 30 años, y desde hace ocho se había convertido en el hijo de Antonio Meleán. Era su hombre más leal, su acompañante fiel. El hijo que más lo lloró en su tumba, el que juró venganza.

    Fue su confidente, el compañero de tragos, el amigo incondicional. El celado por los hijos biológicos, el privilegiado. Daniel Leal fue, hace un año, el acusado por su homicidio. Desde ayer lo comenzaron a velar en casa de su abuela, su hogar de infancia en el sector El Manzanillo, del municipio San Francisco.

    Su madre, como cualquiera, lloró a gritos su muerte, pero el llanto la ha cobijado desde principios del año pasado, cuando las amenazas de muerte a toda la familia Leal le quitaban el sueño.

    Allegados de la familia Leal aseguran que Daniel tejió su historia desde que conoció a Meleán. Siendo joven, ambicioso y con poco dinero, se entregó a ser el escolta del productor agropecuario que hoy es mito local.

    Unos pocos años más tarde, el hijo humilde de El Manzanillo logró mudar a su familia a la urbanización Coromoto, el barrio de más alta clase de la jurisdicción sureña. Ya sus vicios eran las camionetas de rines cromados, la ropa fina, el perfume caro. Se conformaba sólo con mucho dinero en el bolsillo, con una mujer hermosa a los lados y una pistola costosa entre la cintura y el pantalón.

    Era el menor de todos. Sus cuatro hermanos se dividieron en oficios. Uno es pastor evangélico, entregado por completo a la religión.

    Otros comerciantes que han sufrido las salpicaduras del homicidio de Meleán y otro joven que lejos ha sido el espectador de la cacería contra su familia. Su única hermana acompañaba a su madre, Gladys, en cada uno de sus paseos por el retén El Marite.

    El nombre de Leal fue archiconocido en la ciudad desde que Antonio Meleán fue asesinado. Pero sus andanzas han sido cuestionadas desde varios años atrás.

    Mesero

    Funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas analizaron, cuando el jefe local era el comisario Jotny Márquez, el homicidio de un joven mesero del local nocturno Alvarito’s.

     A mediados de 2008 el joven que servía de portero impidió la entrada a un hombre relativamente bajo, iracundo y algo altanero, porque llevaba consigo una pistola. El cliente accedió a dejar el arma en el carro.

    En la madrugada el hombre salió del local con un vaso de vidrio en la mano. El mismo mesero lo volvió a interrumpir y le pidió cambiar el vaso por uno desechable. “El hombre le dijo que sí, le daría el vaso, pero debía buscarlo en el carro”, comentó para entonces un funcionario.

    El joven recibió el vaso y dio la espalda al sujeto que horas antes había dejado su pistola en el vehículo. El mesero, de 21 años, recibió dos balazos en la espalda y terminó muerto en la acera del local.

    El Manzanillo

    Hasta ahora no se ha confirmado que el hombre que le disparó al mesero es Leal, sin embargo, no ha habido otro sospechoso. Para esa fecha, ya “Danielito” era el ejemplo de jóvenes sin oficio de El Manzanillo y el escolta intocable de Meleán. Se sentía apadrinado y con una pistola en la mano era capaz de amedrentar a cualquiera.

    Un habitante de El Manzanillo asegura que luego de entrar a su casa, Daniel era otra persona. No escatimaba gastos con su familia, siempre tenía tiempo para una oración y nunca negó un cariño a su madre.

    Su hijo era su adoración y su esposa, nunca maltratada físicamente por él, sufría los dolores de cabeza por la existencia de varias amantes.

    Los residentes de varios sectores de San Francisco y los familiares de Leal demostraron su cariño y solidaridad cuando el hombre ingresó, para resguardar su vida, a la alcaldía de la jurisdicción sureña.

    El comienzo del fin de “Danielito” Leal

    Era el comienzo de su fin. Pero entonces, en las calles, Leal era señalado por el doble homicidio, a sangre fría, de dos campesinos andinos que habían rasgado la pintura de su camioneta en La Puerta; de acabar con varios criminales que enterraban a un compinche en El Edén y que murieron dentro de un autobús a finales de agosto de 2008; de someter sectores y familias enteras y de acabar con toda fiesta y celebración existente.

    Luego de su detención, los directivos del Cicpc dejaron claro toda razón de existencia de Leal. Era el hombre fiel de Meleán, se hacía llamar su hijo y mataba en su nombre.

    Los verdaderos descendientes del productor sufrían de celos y eran amedrentados por su propio padre al momento de algún reclamo contra Leal.

    Leal había cosechado un poder jamás soñado por algún familiar, y sabía que el miedo era el arma más efectiva y menos contraproducente que existe en una sociedad. Se basó en los disparos para hacerse conocer y mantuvo en su casa el amor que muy poco le demostraron en la calle.

    El dinero que mantenía en los bolsillos, las mujeres bellas que lo acompañaban, las residencia al norte más opulento de Maracaibo y los vehículos importados más costosos, le hicieron saber que podía ser más poderoso aún.

    “Antonito”

    Murió Antonio Meleán, la leyenda, el acusado y nunca comprobado, y Leal debía estar a la cabeza. Sin embargo tres meses más tarde cayó preso y con él colapsó toda una economía familiar.

    Las amenazas volvieron, sumas millonarias se quedaban en el retén para no sufrir otro atentado y el destino estaba casi predicho.

    Daniel Leal será recordado, por obra de los funcionarios policiales, como el hombre que asesinó al productor agropecuario Antonio Meleán. Los dos campesinos de La Puerta ya pasaron al olvido y más al olvidó pasó que fue Meleán quien lo convirtió en la persona que fue hasta el miércoles a las 5:00 de la tarde, cuando no sobrevivió otro atentado.

    Varios funcionarios policiales procesados por corrupción le lanzaron una granada dentro de un retén preventivo, cuando la venganza, la lucha de poder y la descomposición social ridiculizó una vez más a las autoridades y las leyes entre sus cuatro paredes. Cuando, una vez más, el sonido de la metralla será incontrolable.

     Gladys Prieto comenzó su llanto cuando acusaron a su hijo por el homicidio del productor agropecuario. Hoy lamenta su muerte rodeada de sus familiares en el sector El Manzanillo. Ella también quiere justicia.

     

    Por: Redacción/Apr 10 2010
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