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    HomeEditorialFAUSTO MASÓ: La raya roja »

    FAUSTO MASÓ: La raya roja »

    Hugo Chávez pisó la raya roja pero todavía no ha comprendido
    la gravedad del atentado contra los directivos de Fedecámaras.

    EL MÉTODO DEL DISCURSO

     

    Ahora cuando le toca concederle la misma importancia que para él ha tenido, por ejemplo, el viaje a Bielorusia.

    De las agresiones en la plaza Bolívar, los linchamientos morales en el canal 8, los discursos agresivos del propio Presidente, la violencia contra el alcalde mayor de Caracas, las guarimbas patrióticas, los sucesos de Mérida, se ha desembocado fatalmente en el atentado contra Albis Muñoz.

    Esos vientos trajeron esta tempestad.

    El socialismo del siglo XXI por su propia naturaleza, por su promesa constante de aplastar a los burgueses, divide al país y desemboca en la violencia.

    Miraflores aplicaba el ventajismo más abusivo en las elecciones, el supuesto peso de la ley le tocaba a los adversarios, no a los amigos, el sistema judicial ha funcionado como el brazo armado del Partido Socialista Unido de Venezuela.

    Chávez ha reducido la democracia al mero acto de votar, quería que los opositores no votaran.

    Por razones de política internacional insistía en que celebraba constantemente elecciones, acusaba de golpista a la oposición, había inventado una nueva vía electoral hacia el socialismo, imponiendo una legislación arbitraria.

    Todo este proyecto requería una oposición que no votara o que perdiera las elecciones.

    Hoy vota y gana las elecciones. Surge entonces la tentación de la violencia revolucionaria, siempre justificada por los grandes teóricos del marxismo, la violencia contra los gusanos, los burgueses, los escuálidos, gente a la que se aplasta como a una cucaracha.

    Presenciamos el resultado natural del discurso oficial, la violencia institucional.

    Muchos venezolanos han pagado con su vida defender a la familia, como un oficial del Ejército en La Lagunita. Estamos conociendo a un hombre nuevo que mata sin necesidad, humilla a su víctima, acribillar con 40 balazos al prójimo cuando bastaba con 2 o 3 para matarlo. Basta manejar por las calles de Caracas para conocer el grado de frustración y de ira que se vive en el país. Ese venezolano bueno y noble claro que existía antes, le toca ahora el papel de víctima.

    No queda otra respuesta que la unidad y la participación, continuar una ruta exitosa, extender la mano en la Asamblea a los chavistas que no quieran ver las suyas manchadas de violencia.

    Chávez traspasó la raya amarilla, perdón la roja.

    Asaltaron la vivienda de Eduardo Fernández, secuestran a Reyes Andrade.

    La vida no vale nada, es natural que la sociedad reaccione, lo veremos, a los chavistas tampoco les gusta este panorama sangriento.

    Hasta ahora Chávez logró el milagro de proclamarse demócrata y revolucionario. Al cruzar la raya de sangre, la careta democrática de Miraflores se desbarata.

    La noticia de los últimos acontecimientos le ha dado la vuelta al mundo.

    Cuando Miraflores pierde elecciones, nos preguntamos si las seguirá celebrando, si el actual Presidente le colocará la banda a un adversario político y no recurrirá a la violencia.

    Ojalá que el atentado contra los directivos de Fedecámaras no sea la respuesta a estas dudas, no le ocurra a Chávez como a esos jugadores que le pierden el gusto a competir cuando pierden.


    FAUSTO MASÓ
    Fausto.maso@gmail.com
    Opinion ¦ Politica
    EL NACIONAL

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