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    Inseguridad: “No le abrimos a desconocidos y nunca dejamos la casa sola”


    El hampa entró a 395.754 casas en Venezuela en 2009. El pánico no termina
    en las calles. Ciudadanos son víctimas de robos, hurtos y secuestros en sus casas.

    Rejas y balcones son los más
    usados para protegerse

     

     

    El 64,4 % de los venezolanos teme ser víctima del hampa en sus hogares. Los delitos más comunes son el hurto, el secuestro y los robos colectivos en edificios.

    En una quinta se lee en un discreto cartel: “Peligro. Alto voltaje”. Detrás del portón, con el aviso, Mercedes García ­dueña de la propiedad­ confiesa que tiene miedo de abrir la puerta.

    “No estamos seguros en casa. Ahora no podemos confiar en nadie”, afirma.

    Su vivienda está en construcción, pero cuenta con dos cámaras, cerca electrificada y otras tecnologías para afrontar el hampa. En cinco meses ha escuchado historias de robos, secuestros y dos asesinatos de vecinos en sus domicilios en ese sector de Prados del Este.

    “La del frente ­una casa de fachada blanca cubierta de arbustos­ fue asaltada el domingo. Arriba, en la calle Amazonas, supe que mataron a una señora para robarla en su casa.

    También escuché de otro señor que asesinaron unos ladrones que huían”, dice la mujer.

    Las cifras del INE reportan que en 2009 ocurrieron 395.754 delitos en casas y apartamentos en todo el país.

    Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad, 57,62% de los robos y hurtos se registraron en el barrio o la urbanización donde vivían los afectados. El sondeo del Instituto Nacional de Estadística también indica que 69,5% de los hogares atacados por el hampa era de los estratos IV y V.

    Luego del robo colectivo a las residencias Palmira en Terrazas del Ávila, dos familias se mudaron del edificio. “Eso espantó a la gente. Nos ataron con un precinto de seguridad de los que usa la policía. El atraco duró seis horas, sabían a qué apartamentos ir.

    Vestían y hablaban bien”, contó un testigo.

    “Yo llegué unos minutos después del incidente, pero me dio dolor ver asustados a los niños por haber sido sometidos. Nos dejó mal esa situación”, dijo Hugo Fuentes, residente del edificio. Lo mismo ocurrió con un vecino de origen libanés que decidió irse del país al presenciar el robo colectivo en residencias Altos de Manzanares.

    Los habitantes de las urbanizaciones y vecindarios del oeste y suroeste de Caracas también entran en la estadística.

    Daniel Velásquez contó que un grupo de adolescentes asaltó su casa en el sector Los Telares, en la UD-7. “Me pedían dinero, pero yo no tenía. Me golpearon y amarraron. Robaron los pocos corotos: plancha, secador de pelo y ropa”, relató.

    Él sólo goza de una protección: ojos bien abiertos. Explica que el resguardo policial no llega a las casas en los barrios.

    “Hay malandritos, drogadictos, que siempre están buscando a quién quitarle para comprar su vicio”, añade.

    Alerta.

    Los habitantes del este de Caracas han detectado un modus operandi común: “Son bien planificados, usualmente conocen a sus víctimas. Esperan que alguien esté saliendo, algunas veces los interceptan y otras entran cuando la puerta queda medio abierta”. Así lo explica José Antonio García, director de la Asociación de Vecinos de Terrazas del Ávila.

    Por la manera de actuar, Donovan Cassidy, vecino de Terrazas del Ávila, cree que los que robaron su casa fueron agentes de seguridad. “Tenían entrenamiento policial, se veía. Eran cuatro hombres. Había uno `bueno’ que intentaba tranquilizarnos, y otro `malo’ que constantemente amenazaba”, afirma.

    A él lo robaron el 27 de julio al mediodía cuando estaba leyendo un libro en el estudio de su casa. Escuchó un ruido, al voltear sintió el cañón de una pistola en su cabeza. Le ordenaron que entregara una caja con dólares, que no existía.

    “Mi esposa y yo fuimos maniatados. Afortunadamente, no nos hicieron nada, pero en menos de 30 minutos se llevaron joyas y objetos de valor.

    Pusieron la casa patas arriba. A veces piensan que uno es rico por vivir en esta zona, pero no es así”, agrega.

    Policías prevenidos:

     El comisario Freddy Rodríguez Rico, director de la Policía de Baruta, ordenó mayor circulación de agentes en vacaciones, fines de semana y días feriados. “La gente sale de sus casas y los delincuentes saben que están solas. Debemos brindar más vigilancia, pero también depende de que los vecinos tomen medidas de prevención”, asevera.

    La teoría del comisario Daniel Jóvez, director de la Policía de Chacao, es que cuando el asaltante entra a una vivienda opta por el hurto. “Es más sencillo. Entran, en el caso de los edificios, haciéndose pasar por proveedor de algún servicio y con herramientas forcejean puertas de algún apartamento solo”, explica.

    Un delincuente apodado “Cara Cortada” hizo estragos en 10 viviendas de Chacao en 2009. “Está detenido. Tenía una habilidad increíble para entrar a residencias. Se llevaba objetos que pudiera vender rápido: computadoras portátiles, joyas, relojes, además de dinero en efectivo”, dijo el director de Polichacao.

    Con apariencia de estudiante universitario, “Cara Cortada” logró escaparse en dos oportunidades de los agentes del municipio. Buscaba uniformes y credenciales de compañías de servicio, estudiaba los apartamentos solos y engañaba a los vigilantes.

    Al consumar el delito, salía tranquilamente de las residencias, incluso saludaba a través de las cámaras de seguridad. No operaba con ninguna banda.

    Secuestros también:

    De acuerdo con el modus operandi que han observado los agentes policiales, el plagiario suele captar a su víctima en las cercanías de sus viviendas.

    José Pérez salía una mañana de su casa en El Hatillo cuando lo interceptó un hombre disfrazado de médico. “Luego llamó a los demás, unos cuatro.

    Tenían mucha información sobre mí. Me hicieron entrar a la casa otra vez para pedir rescate y duré seis horas secuestrado ahí”, cuenta.

    Él es uno de los cuatro casos de plagios denunciados este año en el municipio. Según las estadísticas, 38% de las víctimas de secuestros no denuncia. “Los secuestradores tenían miedo que alguien notara mi estadía. Cuando se sintieron seguros, uno de ellos me sacó de la casa y nos fuimos en un carro”, recuerda.

    Pérez sospecha que lo siguieron durante meses, pues varias veces notó un carro que se paraba cerca de su casa. “Lo único que me quedó fue la impotencia”.

    Aunque en los municipios Sucre, Chacao y Baruta hay denuncias de personas secuestradas cuando entraban o salían de sus residencias, las estadísticas de los expertos indican que por cada plagio denunciado hay cinco que no se denuncian.

    Ingenio contra el hampa:

    La incursión de delincuentes en las viviendas estimuló la instauración de mecanismos de seguridad alternos. En Prados del Este, la asociación de vecinos aplicó un sistema que consiste en apretar un botón del celular para avisar a los policías cuando está ocurriendo un delito.

    “La alerta es recibida en un centro de operaciones que actúa rápidamente y envía una patrulla policial”, explica Werner Lenke, director de la Asopraes.

    Alrededor de 200 familias están afiliadas al dispositivo en la urbanización.

    Lo inventó un vecino, Pietro Peseifeltri, que estaba preocupado por la inseguridad. “A veces lo accionan por error, pero sí ha servido para evitar crímenes”, asegura Lenke. En Terrazas del Ávila optan por métodos menos complejos. Instalaron 25 cámaras de seguridad en distintos puntos capaces de captar las placas de vehículos. “Permiten detectar con detalle quién transita en la zona. Si alguien comete un delito, el rastreo será más fácil para la policía”, dice José Antonio García, presidente de Asotea. También pagan a una empresa de seguridad para tener vigilantes en las avenidas. Con el desarrollo de esos mecanismos, la comunidad tiene esperanzas de recobrar la tranquilidad.

     

    MAOLIS CASTRO
    macastro@el-nacional.com
    Ciudad | Sucesos
    EL NACIONAL

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