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    HomeVenezuelaLa violencia empañó un sueño

    La violencia empañó un sueño

    Familiares de Jhonny Escalante repudiaron que la policía científica haya reportado la muerte del niño como un enfrentamiento para librarse de responsabilidad

    10 agentes del Cicpc señalados por el homicidio
    del adolescente que quería ser grandeliga

     

    El peloterito Jhonny Escalante, de 14 años de edad, fue alcanzado por una bala cuando manejaba bicicleta. Al oír las detonaciones, Carolina Pérez tuvo el impulso de buscar a sus hijos que jugaban en la calle. Salió apresurada de la casa y varias vecinas, que siguieron sus pasos, le advirtieron: “Carol, la petejota mató a tu niño”.

    Jhonny Escalante, de 14 años de edad, fue asesinado el pasado 12 de noviembre en el sector Buena Vista del barrio San José, en Carapita. Manejaba bicicleta cerca de su casa con su hermano menor y dos amiguitos cuando una comisión del Cicpc abrió fuego.

    La víctima estudiaba el noveno grado en el colegio Nuestra Señora del Valle. Anhelaba ser el próximo Vizquel.

    Ocurrió en menos de cinco minutos. “Los niños habían ido a mirar a la gente de Protección Civil levantar el derrumbe de la vivienda de una vecina y, en ese momento, escuchamos varios tiros seguidos”, contó Pérez.

    Los presuntos asesinos son 10 agentes de la subdelegación de Caricuao de la policía científica. Según vecinos, estaban dirigidos por un inspector de apellido Mendoza, que habría ordenado buscar a los integrantes de la organización delictiva del “Maikel”.

    Dos veces habían ido a perseguirlos en octubre, pero los delincuentes lograron escabullirse.

    “Los policías dijeron, al principio, que el niño había sido asesinado por enfrentarse. Él nunca supo qué era una pistola”, lamentan los dolientes.

    El adolescente estudiaba 9º grado en el colegio Nuestra Señora del Valle, en La Yaguara. Y, hace dos años, entró a la liga “Big Cat”, de Los Criollitos en Montalbán. “Quería ser el próximo Omar Vizquel”, dicen.

    Sus padres descartan que pudiera ser confundido con antisociales. A lo sumo, Jhonny Escalante medía 1,45 metros de estatura y pesaba 42 kilogramos. “En la banda del `Maikel’ (supuestamente presidida por un agente de la PM) hay solamente hombres”, explican.

    Los responsables. Días antes del asesinato, Escalante rompió el vidrio de la ventana del vecino con una pelota. Se escondió y su mamá le dijo: “Hijo, no haga eso, dé la cara”.

    La mamá del muchacho ultimado, ahora, replica el consejo a los homicidas. “Si el niño asumió responsabilidades, ¿por qué no lo hacen sus asesinos? Ni siquiera tuvieron la delicadeza de llevarlo al médico”, insta.

    Dos vecinos trasladaron al adolescente en una moto al hospital Pérez Carreño. Su recorrido fue seguido por los policías que iban en una camioneta doble cabina, placas 30876, color blanca.

    Mientras operaban al adolescente herido, los uniformados divagaban sobre su suerte. “Decían que si el niño moría, el que disparó se iba a meter en `tremendo peo’.

    Otros planificaban el retiro de la policía, los demás a veces se reían”, recordaron familiares.

    Sostienen que el motivo de permanencia de los funcionarios del Cicpc en el hospital fue comisar la bala que mató al adolescente. “Supieron que tuvo salida y se devolvieron al barrio para colectar conchas.

    Pasaron la noche buscando, pero no pudieron recogerlas porque ya no estaban en el sitio”, explicaron testigos.

    Marcados por las balas:

    chelle Escalante, de 18 años de edad, fue la primera de la familia en ser tocada por una bala en 1998. Se había escapado cuando tenía 7 años de edad de su casa para comprar un refresco y, en el camino, quedó atrapada en la línea de fuego entre delincuentes.

    Hoy, en silla de ruedas por el tiro que penetró su cervical, no tiene recuerdos nítidos del momento; pero está devastada por la muerte de su hermano Jhonny. “Mira cómo me la dejaron otra vez. El año pasado estuvo tan deprimida por el asesinato de su primo Júnior, que rebajó nueve kilos.

    Tenemos miedo que decaiga nuevamente”, señalan los padres.

    El homicidio de Júnior Escalante, de 23 años de edad, recordó a la familia que seguían a expensas de la violencia. A él lo mataron de un tiro en la cabeza por pelear con un azote del barrio San José de Carapita. Todavía no hay detenidos por ninguno de los crímenes.

    “Primero fueron delincuentes y ahora policías. Al final, no importa el bando porque ninguno ha pagado”, acota la familia.


    ROSTROS DE LA VIOLENCIA
    MAOLIS CASTRO
    macastro@el-nacional.com
    Judicial | Sucesos
    EL NACIONAL

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