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    HomeNarraciónLuis Alfredo Rapozo: El extraño caso del gallo epiléptico »

    Luis Alfredo Rapozo: El extraño caso del gallo epiléptico »

    “El gallo epiléptico no hallaba como
    solucionar los problemas…”

     

    Todos estaban reunidos en una pequeña montañita donde estaban estacionados los vehículos rústicos del que más mandaba y unos metros mas abajo el agua inundaba todo como si fuera una isla nacida en la noche.

    Uno de los pollos que temblaba de frío, le preguntó al gallo epiléptico qué podían hacer, ya que tenían hambre y sus casas estaban sumergidas dos metros bajo el agua, desde hacía mas de quince días. Entonces, el gallo abrió los ojos, mientras tomaba aire y hallaba una inspiración que le ayudara a responder el acertijo. Inmediatamente, sintió como si un ataque epiléptico le recorriera el cuerpo:
    -Muy sencillo –respondió-, esta noche tomaremos todos los hoteles -donde llegan los turistas-que son de los ricos, burgueses, que se creen dueños de todo y tomaremos a la fuerza sus establecimientos con la ayuda de la Guardia Nacional: Allí pasaran no solo la noche. Sino que estarán en esos hoteles dignamente, ya que no tenemos casas disponibles, hasta que construyamos viviendas para todos los pollos necesitados. Y les digo, que igualmente, tomaremos toda casa o apartamento de los vacacionistas que tienen esas propiedades solas y las tomaremos como cuando se le quita una chupeta a un niño, así lloren y pataleen.

    Los pollos no hallaban que responder. Si gritar de euforia o llorar de dolor y tristeza. Una gallina que estudiaba en la misión Robinsón le informó al gallo epiléptico (que se encontraba vestido con su uniforme nuevo y su boina roja), que los bancos, no estaban dando créditos para comprar neveras, cocinas y lavadoras, que necesitaban las madres para atender a sus niños y menores adolescentes.

    El gallo epiléptico se desabotonó la guerrera y enseñando su pecho, gritó con los ojos extraviados y sin poder contener la baba que se le escapaba por un lado del pico, diciendo que le mandaran a su despacho al banquero y sus representantes, porque le quitaría el banco en menos de lo que canta un gallo y que si eran mas de dos bancos, entonces los expropiaría a todos de inmediato.

    Toda la comarca de pollos damnificados por las lluvias buscaban respuestas a su hambre y angustia con un estrés que los tenía agotados por la esperanza perdida. Uno de ellos, tratando de ver mas lejos que los demás, le preguntó al gallo epiléptico que dónde se construirían las nuevas viviendas.

    El gallo saltó como si la tierra se le moviera. Y entonces respondió que tomaría el parque nacional para construir nuevas viviendas, al pie del hermoso Ávila, desde Catia hasta Araira; que construirían por arriba de los mil metros soluciones habitacionales como dando una orden que tierra que encontraran era del que la tomase, sin importar criterios conservacionistas ni urbanistas, porque “cuando hay necesidad de techo no hay árbol ni cuenca de río que se salve”.

    Esa noche el gallo epiléptico no hallaba como solucionar los problemas que crecían por doquier, producto de los derrumbes de carreteras, viviendas y cerros empapados de agua. Pero se quedó dormido finalmente después de revolcarse en un intenso ataque epiléptico profundizado por la ineficacia y la carencia de planificación.

    Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.


    LUIS ALFREDO RAPOZO
    luisrapozo@yahoo.es
    @luisrapozo

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