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    El Editorial: Cilia y los jóvenes, Educación a palos

    Cilia y los jóvenes: Educación a palos

     

    Los estudiantes universitarios que marcharon hasta la sede de la Asamblea Nacional para entregar a los diputados un proyecto de ley para el sector no fueron recibidos por la señora Cilia Flores, quien seguramente estaba muy ocupada alisándose el pelo con su peluquera particular. Lo cierto es que con su actitud no hace sino empeorar la imagen de una institución que está, como el petróleo, en el subsuelo.

    Si la señora Flores no tuviera tan marchitos sus principios hubiera hecho un alto en sus funciones y recibido a unos jóvenes que, con toda la paciencia del mundo y respetando lo que dicta la Constitución, discutieron el proyecto de ley en asambleas en escuelas y facultades, en centros estudiantiles y reuniones de las federaciones. Es decir, que ventilaron las ideas y las propuestas que iban a consignar en la Asamblea Nacional.

    Pero los estudiantes no sólo le dieron a Cilia y su claque una clase académica sobre lo que es “parlamentarismo de calle”, sino que con la seriedad constitucional que exige todo proyecto de ley, la acompañaron de 38.000 firmas de ciudadanos de pleno derecho, todos ellos inscritos en el registro electoral.

    Recordemos que el número de firmas (¿me sigues, Cilia?) para presentar una ley por iniciativa popular es de 1% de personas inscritas para ser votantes, es decir, unas 18.000.

    Ojalá que el Presidente de la República imitara a los jóvenes estudiantes universitarios que no se saltan a la torera las exigencias para proponer leyes ante la Asamblea Nacional, sino que las cumplen porque respetan, más que el mandatario nacional, el equilibrio de los poderes y la supuesta dignidad de quienes lo ejercen. Es una lección que debe caer como un balde de agua fría en estos momentos en que los diputados chavistas aprueban leyes como si fueran hallacas o panes de jamón, que deben estar en la mesa de Miraflores antes del 24 de diciembre como presentes navideños.

    Esperemos que el Presidente no se indigeste con todas estas leyes apresuradas y termine con cólicos legislativos, que son los más peligrosos porque las leyes navideñas no son fáciles de digerir y motivan carreritas frecuentes al excusado. Un motivo más para prestarle atención a esa renovadora y bien pensada propuesta de los estudiantes universitarios.

    Ahora bien, como los chavistas no son capaces de reunir 38.000 rúbricas para sus proyectos de ley sino que apelan a una firma (¡La firma de Miraflores!) para que Cilia se ponga los patines y le diga a sus diputados, o más bien sus subordinados, que aprueben una norma en 24 horas, entonces mandan a sus brigadas lumpen a golpear cobardemente a quienes tanto pacífica como constitucionalmente acuden a hacer propuestas.

    Es que no están acostumbrados a que la sociedad proponga leyes y les da un cortocircuito cuando la gente hace uso de la Constitución. Y sacan a sus matones. ¿Quién será, por cierto, el matón mayor?


    Por: Redacción
    Política | Opinión
    EL NACIONAL

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