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    Fernando Luis Egaña: El mundo jurásico de Soto Rojas

    Los tiranosaurios optan por macerar
    en formol sus remotas andanzas

     

    Todavía es harto temprano para apreciar si el nuevo presidente de la Asamblea Nacional, Fernando Soto Rojas, se distinguirá de su antecesora en cuanto al sectarismo enfermizo hacia los diputados de oposición. Y por lo demás, esta legislatura ha sido configurada, vía la “habilitante” y la enésima reforma del reglamento interno, para ser más simbólica que efectiva.

    Pero tanto sus palabras en la sesión inaugural como algunas declaraciones sucedáneas, permiten señalar que el antiguo guerrillero de los años 60 ha permanecido y se mantiene en la burbuja anacrónica de aquellos tiempos. Una especie de “time-warp” cultural desde el cual se valora la realidad presente con el prisma envejecido de hace medio siglo.

    Un dato objetivo es que Soto Rojas forma parte de esa izquierda irredenta que rechazó la pacificación al final de la lucha armada, es decir a finales de los 60 y comienzos de los 70, y se empeñó en continuar el activismo revolucionario con un pie en la subversión y otro en una ambigua y tolerada legalidad. Ideológicamente hablando, es la que Teodoro Petkoff ha denominado la izquierda “borbónica”, por aquello que ni aprende ni olvida….

    De ese grupo variopinto y tradicionalmente minúsculo en materia de representatividad popular durante la República Civil, ha salido, por cierto, una parte relevante de la nomenklatura que viene ejerciendo el poder bajo el amparo de Chávez. Algunas de sus figuras transitaron la política democrática de los 80 y sobre todo de los 90, como el ex-parlamentario Alí Rodríguez, y otros optaron por macerarse en el formol de sus remotas andanzas.

    El diputado Soto Rojas no oculta su pertenencia a esta categoría, porque su visión de la trayectoria histórica de la democracia venezolana está en clara sintonía con ese libreto amarillento de la división radical entre revolución y contrarrevolución, o entre Estado “burgués” y redención comunista, o entre pueblo socialista y patriótico versus minoría opositora, colonial y oligárquica, esto último sin tomar en cuenta que la bancada no-oficialista fue votada por el 52% de los electores, o sea del pueblo elector.

    Al parecer, las coordenadas de la confrontación política de la Venezuela de 50 años atrás, siguen casi intactas en la manera de pensar de Fernando Soto Rojas, quien, a sus 77 años, no sería viejo por la edad física sino acaso por la mental. El “comandante Ramírez” del frente guerrillero Ezequiel Zamora, en las montañas mirandinas de El Bachiller, quizá sienta que ahora continua aquella mismas rutas desde la presidencia del hemiciclo capitolino…

    Pero lo verdaderamente trágico para Venezuela, no es que Soto Rojas siga morando en ese mundo jurásico, sino que su jefe supremo y gran parte de su corte se empeñen en recrearlo y convertirlo en la referencia central, polarizante y destructiva para el país del siglo XXI.

    Por: Fernando Luis Egaña
    flegana@gmail.com



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