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    COLAPSO: Mercadear con la muerte se volvió hábito en el Cementerio del Sur

    La cooperativa que administra el camposanto revende los panteones de la parte baja, donde se encuentran las tumbas más antiguas.

    Hasta el 12 de enero hubo en
    promedio 15 entierros por día

     

    El ambiente de un día cualquiera en el Cementerio General del Sur parece más una plaza, donde mercadean con la muerte, que un camposanto. Ya no son sólo las profanaciones con fines lucrativos sino que desde hace algunos años la congestión del camposanto provocó que se comenzaran a revender parcelas para los entierros, pues ya no hay terrenos para hacer terrazas y abrir fosas nuevas.

    “Lleva a la muchacha ahí a ver la parcela”, le encomendó Jhonny Díaz a Javier Cardiet la mañana del miércoles pasado. Ambos son miembros de la Asociación Cooperativa Mixta de los Trabajadores del Cementerio General del Sur.

    Díaz se refería a una fosa para dos féretros ubicada en lo que alguna vez fue el panteón de la familia Sosa Hernández.

    Esta parcela, ahora revendida por la cooperativa, está ubicada en la tercera calle a la izquierda del camposanto, la zona plana donde se realizaron las primeras inhumaciones después de que se inauguró el cementerio a finales de 1800. Posee en total 16 fosas, pero en la actualidad sólo 6 están disponibles pues el resto fue revendido y utilizado durante 2010.

    Sobre las lozas quebradas de mármol aún se aprecian los nombres de los difuntos originales, algunos sepultados en la década de 1920. Supuestamente los cadáveres de estas personas ya no están allí y debajo de la piedra que los identificaba ahora hay otros muertos, cuyos familiares pagaron para enterrarlos en esas áreas privilegiadas.

    “Te puedo hacer un descuento y dejártela en 8.500 bolívares, pero ahí puedes enterrar a dos personas. La de una cuesta 5.000 bolívares”, explicó Cardiet mientras mostraba el terreno y finalizó: “Esta es la zona de los ricos, está en la entrada y en toda la orillita de la calle, así que por ese precio no vas a conseguir nada mejor”.

    Obviamente esta oferta puede resultar atractiva para cualquier persona que necesite enterrar a un familiar, pues los precios de la competencia son muy superiores: en el cementerio de El Junquito una parcela tiene un costo de 16.000 bolívares; en Jardines El Cercado, Guarenas, el precio es de 17.000 bolívares. La opción más cara es la del cementerio del Este, donde una parcela vale 19.000 bolívares.

    Los miembros de la cooperativa aseguran que ese panteón les fue vendido a ellos. Dicen que la familia decidió sacar los restos de sus difuntos y llevárselos a otro cementerio, pero a los clientes no les consta que esa situación sea cierta, pues en un momento de emergencia lo importante es tener dónde enterrar al difunto.

    Fraudes y dudas:

    La versión ofrecida por los cooperativistas queda en entredicho con el testimonio de Sandra Nicola. “Mi mamá está enterrada en el panteón de los CalcañoVallenilla, construido a finales de 1800. Ella no era familiar de esas personas y cuando murió en 1969 decidieron enterrarla allí”, relató.

    En 2009 Nicola se convirtió en protagonista de uno de los tantos casos de situaciones irregulares que suceden en el Cementerio General del Sur y que son registrados por la organización Aprofamiliares, dedicada a la defensa de los derechos de los difuntos y sus familiares desde 2008, dirigida por Armando Regalado, quien es una de las víctimas.

    El panteón donde se supone que está enterrada Rosa Ibarra, madre de Nicola, fue revendido a otras personas sin que los dueños originales estuviesen enterados.

    ¿De quién es la culpa?

    Actualmente en el Cementerio General del Sur la concesión para las inhumaciones y exhumaciones está en manos de la Cooperativa Asocotracem. La Alcaldía de Libertador, a través de Fundacaracas, sólo se encarga de supervisar que se realicen los trámites debidamente y llevar el registro de las personas que son enterradas, según lo explicó Douglas Rodríguez, analista de Datos y Sistemas del camposanto.

    En la entrada principal del cementerio, mientras tanto, permanecen los miembros de la cooperativa esperando a que llegue el próximo incauto para ofrecerle sus servicios.

    Ellos se encargan de revender los terrenos y de limpiar las parcelas donde se hacen las inhumaciones.

    Sin embargo, en el caso de Nicola nadie revendió la parcela ni mucho menos exhumó los restos de los difuntos de la familia Calcaño-Vallenilla. Simplemente enterraron a otras personas, pero nadie sabe adónde fueron a parar los restos de los primeros muertos.

    “Cuando yo contacté a esa familia, ellos no tenían idea de lo qué pasaba. Nadie sabía dónde estaban los documentos originales de la parcela y ninguno había vendido el terreno.

    Esas personas del cementerio hicieron lo que les dio la gana con ese panteón y a mí sólo me firmaron un acta donde garantizaban que los restos de mi mamá continúan allí”, explicó Nicola. Rodríguez advirtió que la situación con la cooperativa está en proceso de revisión, pues sus integrantes, que son personas que han trabajado toda la vida en el cementerio, no aceptan que sea la Alcaldía de Libertador la que administre los recursos que ingresan.

    “No es fácil llegar a un acuerdo. Ellos tienen muchos años trabajando dentro del cementerio y no se pueden quedar sin empleo, pero hay que regularlos. Ya el camposanto no tiene terrazas para hacer nuevas inhumaciones para la venta al público, sólo hay terrenos en la terraza 6, conocida comúnmente como La Peste”.

    Colapso en cadena:

    El primer fin de semana de 2011 dejó al descubierto las irregularidades en los procesos de inhumaciones en el Cementerio General del Sur, que a su vez provocó el colapso de la morgue de Bello Monte debido a la cantidad de cadáveres que esperaban por ser enterrados.

    El 31 de diciembre, así como el 1º y 2 de enero, Asocotracem sólo trabajó medio día, tal como lo dijo Javier Cardiet. Esto provocó retrasos en los entierros, por lo que el 3 de enero fue cuando se descongestionó la morgue.

    Familiares de algunos difuntos denunciaron que ese día hubo 30 inhumaciones.

    Sólo hasta el 12 de enero en el libro de registros de la administración del cementerio habían ingresado los nombres de 178 difuntos, lo que quiere decir que en promedio hubo 15 entierros por día. Todas estas situaciones son constantemente denunciadas por Armando Regalado, quien pone a la disposición sus números de teléfono, 0414-3116945 y 0416-1232913, para que todas aquellas personas que tengan algún caso de profanación o reventa de parcelas en el Cementerio General del Sur hagan su denuncia.

    Regalado ha llevado esta lucha hasta la Fiscalía General de la República, la Contraloría, la Defensoría del Pueblo y las alcaldías de los cinco municipios de Caracas, con la intención de que se le preste atención al caos reinante dentro del camposanto. Su más reciente paso fue solicitar a la Alcaldía de Libertador que se cree el Instituto Autónomo Cementerio del Sur, para que sean utilizados de manera correcta los recursos otorgados.


    Por: THABATA MOLINA
    COLAPSO | CEMENTERIOS
    tmolina@el-nacional.com
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