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    Andrés Oppenheimer: Obama, Cuba y el Caribe

    Muchos turistas van a
    Cuba por curiosidad

     

    PUNTA CANA, República Dominicana.- Por casualidad me encontraba visitando esta playa paradisíaca de la República Dominicana el día en que el gobierno del presidente Obama anunció nuevas medidas destinadas a permitir más viajes desde Estados Unidos a Cuba, y no pude evitar preguntarme si el aumento gradual del turismo estadounidense a Cuba tendrá un impacto devastador sobre los demás centros turísticos del Caribe.

    Es cierto que las medidas anunciadas por la administración de Obama el 14 de enero no implican el levantamiento del embargo estadounidense a los viajes a Cuba, y no provocará una avalancha inmediata de turistas estadounidenses en Cuba. Las nuevas medidas facilitarán las visitas organizadas por escuelas, iglesias y grupos culturales a la isla, permitiendoles organizar vuelos charter como parte de un plan destinado a aumentar los contactos personales entre ambos países.

    Pero las nuevas medidas, junto con las anteriores adoptadas por el gobierno de Obama para facilitar los viajes de los cubanoestadounidenses a Cuba, indudablemente generarán un considerable aumento del turismo de Estados Unidos a Cuba.

    Eso ya está ocurriendo. Un viajero frecuente a La Habana me dijo recientemente que hubo unos 20 vuelos diarios de Miami a La Habana en diciembre, cuando los cubanoestadounidenses de Florida viajaron masivamente a visitar a sus parientes en la isla para las fiestas de fin de año. Ahora, las agencias de viajes podrán organizar vuelos charter con propósitos “culturales” que podrían –si la administración interpreta con flexibilidad sus propias reglas– incluir cualquier cosa, desde observación de pájaros hasta visitas a los templos de santería.

    “No va a haber una explosión inmediata de turismo estadounidense a Cuba por estas medidas, pero eso eventualmente ocurrirá”, dice Andy Dauhajre, un conocido economista que dirige la Fundación Economía y Desarrollo de República Dominicana, “Y cuando eso ocurra, va a haber un impacto significativo sobre varios destinos turísticos como Cancún, Bahamas, Jamaica y República Dominicana”.

    Según las estimaciones de Dauhajre, basadas en un informe del 2008 del FMI, una apertura total del turismo estadounidense a Cuba podría generar un flujo de entre 1 millón y 3 millones de turistas anuales a la isla, que –en este último escenario– podría dar como resultado una pérdida anual de 700,000 visitantes estadounidenses en Cancún, 600,000 en Bahamas, 400,000 en Jamaica y 360,000 en República Dominicana.

    “La clave es si Cuba será capaz de construir más hoteles para acomodar a tantos turistas de Estados Unidos”, dice Dauhajre. “Si no puede, habrá un desplazamiento de turistas canadienses, europeos y latinoamericanos a otros destinos caribeños”.

    El estudio del FMI del 2008, titulado “Se acabaron las vacaciones: Implicaciones para el Caribe de una Apertura del turismo de Estados Unidos a Cuba”, concluía que el levantamiento total de la prohibición a los viajes a la isla produciría “un cambio sísmico” en la industria turística del Caribe.

    Cuba ya recibe más de 2.5 millones de turistas por año, casi todos procedentes de Canadá, Europa, y Latinoamérica. El régimen cubano, quizás anticipando las muy esperadas medidas anunciadas este mes por Estados Unidos, pronosticó recientemente que espera que el número de visitantes a la isla aumente un vigoroso 10 por ciento este año.

    Pero Carlos Vogeler, director del departamento de las Américas de la Organización Mundial de Turismo, me dijo que el aumento del turismo de Estados Unidos a Cuba no significará un golpe para otros países de la región, sino que podría tener el efecto contrario. Podría generar una ola de entusiasmo por el Caribe que a su vez generaría más viajes a todos los destinos turísticos caribeños, señaló.

    Mi opinión: el impacto regional de una avalancha de turistas estadounidenses en Cuba, cuando se produzca, será menos dramático de lo esperado.

    En primer lugar, no es probable que Cuba tenga suficientes hoteles para albergar grandes números de turistas estadounidenses además de los visitantes europeos, canadienses y latinoamericanos que ya recibe. Si llegan más de los que Cuba puede recibir, muchos se irán a otras islas del Caribe.

    En segundo lugar, y más importante, llevará muchos años –si no décadas– para que la industria turística cubana pueda ofrecer la clase de servicios cordial y eficiente que uno encuentra en la mayoría de los otros destinos turísticos del Caribe.

    Ya han pasado más de 20 años desde la reunificación de Alemania y la apertura de la ex Alemania Oriental al turismo occidental, y los hoteles de Alemania del Este aun ofrecen un servicio deplorable. Muchos turistas van de vacaciones a Cuba por curiosidad, y nunca vuelven, porque quieren ser mejor atendidos.

    Después de 50 años de la prohibición estadounidense de viajar a Cuba, hay sin dudas en Estados Unidos mucha curiosidad acumulada sobre la isla. Pero no será el fin del mundo para Punta Cana, ni para los otros destinos turísticos del Caribe.

    Por Andrés Oppenheimer
    ©2005 El Nuevo Herald



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