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    HomeMundo & America LatinaSEXO SIN TABÚ: Tres o más almohadas en una cama

    SEXO SIN TABÚ: Tres o más almohadas en una cama

    Quienes practican el poliamor aseguran que las relaciones entre varias personas, con previo conocimiento de todos, suelen ser más maduras.

    Una nueva tendencia sale
    de la clandestinidad

     

    Cuando Vicky, Cristina y María Elena se ven envueltas en su conflictiva aventura con el pintor Juan Antonio, bajo los influjos de una Barcelona radiante y seductora, de alguna manera reflejan la nueva tendencia sexual que en los últimos años ha venido ganando adeptos en Estados Unidos, Canadá y Alemania, y que en nada se parece a las peligrosas orgías ni a los clásicos ménage à trois.

    Desde luego, en este caso era un filme. La comedia de Woody Allen que muchos críticos recibieron con bostezos, pero que los seguidores del poliamor vieron con entusiasmo porque reivindicaba una nueva fórmula para abordar la relación amorosa, y que a su juicio resulta más honesta, duradera y garantiza la desaparición de los celos.

    Aunque sus ejecutantes lo denominan “el nuevo romanticismo”, el poliamor es casi una filosofía de vida que requiere, según los expertos, hasta tres veces más comunicación que la necesaria en la pareja monógama y el doble de la confianza existente en un matrimonio, dado que bajo este tipo de relación la intimidad es compartida con más de una persona.

    Entren que caben diez:

    “Hablamos de una relación sentimental con varias personas, lo que no significa que todos tengan sexo, pero sí un compromiso de convivencia”, aclara Mariluz Jaramillo, socióloga colombiana que estudia el fenómeno del extraño vínculo “de la no pareja”. Pese a que conoce en su país de dos o tres casos de poliamor, Jaramillo observa la dificultad de que prospere en Latinoamérica, debido al obstáculo que representa para nuestra cultura la noción de “poner cuernos con permiso”.

    En el poliamor se mantiene una relación comprometida entre varios integrantes.

    La Polyamory Society, organización con sede en Washington, afirma que se trata de una filosofía y práctica ética, no posesiva, honesta y responsable, “que asegura la elección consciente de cuantas parejas uno desee, en lugar de aceptar normas sociales que obligan a amar a una sola persona por vez”.

    Aunque admite que es una práctica poco conocida, Polyamory Society refiere que Google registra 776.000 referencias con la palabra polyamory y más de 30.000 en español (poliamor). Otro dato: en Facebook hay 146 grupos con esta denominación.

    El caso de Alfredo y Zuly es distinto: están de regreso. Estos caraqueños se conocieron en una comuna poliamorosa en San Francisco a comienzos de los ochenta y optaron por seguir como pareja. Pero defienden su cultura: los poliamorosos son parte de una nueva tendencia de amar. Al considerarse capaces de tener más de una relación sexual simultánea con pleno consentimiento y conocimiento de otros, “se adquiere un sentido de la vida más tolerante y democrático”.

    Para evitar malentendidos, aclaran la diferencia de su tendencia con la poligamia, el matrimonio abierto, los swingers y el ménage à trois. La poligamia es el “derecho” exclusivo por lo general de un hombre con varias mujeres. En el swinging y otras formas de relación sexual múltiple tienen como principal objetivo el placer sexual.

    Con o sin derecho a sexo:

    Como no se trata de una comuna hippie de los sesenta, los adeptos del poliamor se ven obligados a poner asteriscos a su unión. Pueden tener su relación primaria, es decir, vivir como pareja o estar casados, y tener relaciones secundarias.

    “Puede que la pareja primaria esté enterada de la existencia de las otras personas, e incluso puede hasta llegar a convivir con ellas en la misma casa”.

    Algunas veces, los secundarios deben entender que no siempre serán satisfechos en el plano sexual. De modo que su papel puede estar delimitado por ciertas reglas diseñadas para proteger la seguridad de la relación primaria del otro.

    Con ello queda claro que el interés principal de su relación múltiple no es el sexo sino el amor. De allí que defienden valores como honestidad, fidelidad y respeto, para cuando alguno diga “no”.

    Son más abiertos en cuanto al sexo; entienden que una persona puede estar enamorada de una y, a la vez, interesarse sexualmente por otra.

    Respetan su deseo más íntimo y se lo hacen saber a sus otros amores. Aquí los celos no entran. La fidelidad para los poliamorosos es un valor importante, pues a pesar del libre albedrío sobre el número de relaciones simultáneas, hay casos en los cuales los involucrados se deben fidelidad, lo que se conoce como polifidelidad. La comunicación es el único y mejor medio para la toma de decisiones.

    Si viven bajo el mismo techo, los une el sentimiento y cuidado mutuo y procuran una estrecha relación. Dentro de este estilo de vida existen también las polifamilias, la unión de poliamorosos para un bien común, y hasta procrear hijos bajo ese mismo esquema.

    Los quehaceres domésticos, el cuidado de niños, los gastos y compromisos son adquiridos por todos, y forman una especie de comunidad de apoyo. Otro detalle: los celos.

    Como se trata de una expresión humana, es verbalizada para establecer parámetros que permitan a los participantes seguir amando sin sentimientos de posesión o exclusividad.


    Por: ELIZABETH ARAUJO
    Salud | Sexo
    EL NACIONAL

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