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    HomeElecciónesEl Editorial: En Tegucigalpa, El doble agente

    El Editorial: En Tegucigalpa, El doble agente



    Zelaya logró que Chávez y Castro firmaran una propuesta sin saber que era de EE UU.

    Zelaya actuó como doble
    agente para los EEUU

     

    Si las fuentes y los hechos que describen no coincidieran, podría pensarse que se trata de un ardid publicitario o de una jugarreta de mal gusto destinada a acabar con el crédito de un personaje. Pero no. La historia confirma el affaire del presidente que se metió a Maquiavelo, y terminó quemándose en el fuego. Su nombre es Manuel Zelaya, y en la época del suceso era todavía presidente de Honduras. Al poco tiempo cayó, quizás por haber jugado otra vez al mago.

    Si en Honduras hubiera habido ley contra el “salto de talanquera”, el señor Zelaya, gran latifundista y hombre de cuantiosa fortuna económica, no se habría lanzado en los brazos de Fidel Castro y Hugo Chávez. El presidente venezolano lo atrajo al redil bolivariano, le dio petróleo y lo inscribió en la ALBA. Y, además (como a Daniel Ortega, Evo Morales y Rafael Correa) le metió en la cabeza el perverso gusano reeleccionista.

    No le sonó la flauta a don Manuel, y por eso fue derrocado por decisión unánime de todos los poderes del Estado. Su destitución se convirtió en una cruzada de hipocresías y alteraciones del derecho internacional y de los tratados, como la propia Carta de la Organización de Estados Americanos, de la cual Honduras fue excluida indebidamente. No dejaba de ser cómico oír al latifundista ensayando discursos radicales.

    El presidente Chávez prácticamente lo adoptó después de su caída. Quizás el gusanillo de la conciencia le hacía ver que era el culpable de aquel salto en el vacío de don Manuel. Lo desagravió designándolo presidente de Petrocaribe. Nadie sabe cuáles son sus funciones, ni cuál es su jugoso sueldo, ni en qué galaxia está ubicada la sede de su despacho. ¡En la hacienda privada que es Venezuela todo es una gloria! Descansaba tranquilo don Manuel cuando Wikileaks vino a despertarlo del ensueño. Ahora se descubre que el gran revolucionario tenía dos señores, sus viejos amigos de Washington (a los cuales siempre les había sido útil), y su novísimo preceptor, el presidente Hugo Chávez.

    Oído al tambor: en la Asamblea General de la OEA, en San Pedro Sula, en junio de 2009, los próceres de la Alba presentaron un proyecto de resolución para que se permitiera el reingreso de Cuba. Estados Unidos maniobró, presentó una versión según la cual Cuba sería admitida previa declaración de adhesión a los principios de la OEA. Don Manuel Zelaya, sin que lo supieran ni Castro ni Chávez, se convirtió en el promotor de los gringos, e hizo aprobar su proyecto. Telefoneó a Castro y lo convenció. Lo mismo hizo con Chávez. Doña Hillary se salió con la suya.

    Así, “nuestro hombre en Tegucigalpa” se convirtió en un factor preponderante en el ajedrez tramposo de América Central.

    Terrateniente sin tacto político, se alucinó con los espejismos del poder, quiso eternizarse y se le enredó el papagayo. Latifundista y revolucionario, doble agente don Manuel.


    Por: Redacción
    Política | Opinión
    EL NACIONAL

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