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    Libia: Gadafi tiene miles de millones bajo el colchón

    El secretario general de la Liga Árabe apoya una zona de exclusión aérea, mientras que informes indican que el gobierno controla Ras Lanuf y ataca Misrata.

    Las fuerzas de Gadafi avanzan con 
    paso lento pero firme hacia Bengasi

      

    ■ Las brigadas gubernamentales bombardean las localidades de Brega y Misrata. 

    ■ Los rebeldes acusan a Siria y Argelia de proporcionar armas y mercenarios al régimen libio. 

    ■ Luego de la represalia, decenas de opositores a bordo de vehículos huían de Al Uqaila. 

    ■ El dictador libio tiene a su disposición mucho dinero para sobrevivir a las sanciones internacionales y financiar la guerra. 

    Las fuerzas militares de Gadafi avanzan poco a poco pero con paso firme hacia la ciudad de Bengasi, el bastión rebelde del este, tras consolidar sus posiciones en el oeste. A pesar de las bolsas de milicianos antigubernamentales que puedan quedar en localidades com Ras Lanuf, las tropas del régimen han comenzado a bombardear Brega y Misrata, de camino hacia el municipio crucial de Ajdabiya, el último antes de Bengasi. A la superioridad militar del ejército libio sobre los insurgentes se podría haber añadido apoyo extranjero. El rebelde Consejo Nacional Libio ha denunciado que Siria y Argelia están apoyando a Gadafi con armas y mercenarios. 

    Libia: ataque aéreo sobre los rebeldes al este de Ras Lanuf.

    Las fuerzas leales a Gadafi han lanzado hoy un ataque aéreo sobre la ciudad de Misrata, en un intento de retomar el último reducto rebelde del oeste del país, según han indicado a Reuters varios rebeldes y residentes de la ciudad. “Están intentando irrumpir en Misrata, ahora están a unos 10 kilómetros”, ha señalado un rebelde. “Escuchamos ruido de artillería. No nos queda otra salida que luchar”, ha añadido. Poco antes, los cazas de Gadafi han bombardeado de nuevo la localidad de Brega, a unos 110 kilómetros al este de Ras Lanuf, donde continúan los combates entre las brigadas gadafistas y los milicianos rebeldes, según una fuente de la oposición. 

    “Nuestros hombres siguen en, al menos, parte de Ras Lanuf”, dijo a Efe el portavoz rebelde, Mustafa Geriani, que indicó que militares profesionales continuaban participando en la defensa de estas localidades, consideradas la principal línea defensiva rebelde, cuyo bastión, Bengasi, está situado a unos 500 kilómetros al este. Algunos residentes han comenzado a abandonar Brega, que ya ha sido bombardeada esta semana por la aviación leal a Muamar al Gadafi, cuyos carros de combate han impuesto su superioridad con apoyo artillero desde mar y tierra. 

    El jefe del rebelde Consejo Nacional Libio, el ex ministro de Justicia Mustafá Abdel Jalil, ha reclamado hoy a la comunidad internacional que imponga la zona de exclusión aérea, y ha lamentado que si esto no se produce “los civiles van a sufrir” víctimas de la violencia del régimen. “Si no hay zona de exclusión aérea y restricciones a los barcos de Gadafi, los civiles libios van a sufrir”, ha declarado, en una entrevista a Reuters en la que también ha confirmado que algunos líderes rebeldes están en contactos “para conseguir algunas armas”. 

    La vital zona de exclusión

    Con todo, los soldados de Gadafi no lo tienen fácil. Pese a su superioridad militar -mejor adiestramiento, muchísimo mejor armamento- les cuesta un esfuerzo enorme mantener el control de las poblaciones que conquistan. Los insurgentes son conscientes de lo obsoleto de sus armas y de que hasta la fecha suplen esa carencia con una determinación que difícilmente será suficiente si no reciben mejores pertrechos. Si la guerra se estanca y si la comunidad internacional no impone la zona de exclusión aérea, Gadafi tiene las de ganar. 

    Para resistir la embestida de los rebeldes y aferrarse al poder, el dictador confía en su superioridad militar, en las alianzas tribales, en los mercenarios, y en las ayudas de países africanos -y algunos árabes- . Pero el tirano no ignora que por mucho agasajo que recibiera en las capitales europeas hasta hace bien poco, ahora ha caído en desgracia ante el resto del mundo. Y solo le queda la brutalidad y las amenazas. “Si Libia pierde el apoyo de los países europeos, se verá obligada a retirarse de la alianza contra el terrorismo y cambiará su política hacia Al Qaeda”, advirtió Gadafi a través de la agencia oficial Jana. 

    Muamar el Gadafi tiene miles de millones de euros en efectivo en el banco central libio y otras entidades que controla en Trípoli, la capital libia, según fuentes del servicio secreto estadounidense citadas por The New York Times. La disponibilidad de semejante caja le permitirá al dictador pagar a sus tropas leales, a mercenarios y a quien sea necesario para seguir luchando contra las fuerzas rebeldes. Las jugosas reservas en dinares libios, dólares estadounidenses y otras divisas extranjeras le permiten al régimen neutralizar, al menos de momento, los efectos de la congelación de los depósitos y bienes de Gadafi, de su familia y de sus allegados aprobada por varios países. 

    La Liga Árabe pedirá a la ONU que imponga la zona de exclusión aérea.

    El régimen comenzó a acumular grandes cantidades de efectivo desde que en 2004 la comunidad internacional levantó las sanciones que pesaban sobre Libia. Gadafi “aprendió a tener en todo momento dinero contante y sonante. Muchas de las ventas petroleras hechas por las autoridades se hicieron en efectivo con este fin”, explicó una fuente cercana al dictador al diario estadounidense. La misma persona calcula que entre 3.000 y 4.000 mercenarios africanos luchan por Gadafi. Son grupos reclutados en Malí, Níger o Sudán y se pagan unos mil dólares diarios por combatiente. 

    El régimen ha aprendido en los últimos años a ocultar bien sus depósitos, tanto así, que las autoridades financieras europeas y estadounidenses han tenido que trabajar duro para identificar la titularidad de las diferentes cuentas y bienes. Entre las cuentas del Estado libio, las de Gadafi, sus familiares y los testaferros, el régimen ha tejido una red difícil de desentrañar. 

    Pero la crisis libia está demostrando que los bancos también han perfeccionado las técnicas para combatir el lavado de dinero y que han aprendido a aplicar de forma más rápida y efectiva las sanciones financieras impuestas a las dictaduras. Tras varias condenas por haber fallado a la hora de congelar depósitos de regímenes como el del Cuba o Irán, el sector financiero a ambos lados del Atlántico ha actuado con mayor celeridad y eficacia en la crisis libia. 

    Estados Unidos no tardó nada en identificar y congelar 32.000 millones de dólares de patrimonio libio en manos de la Autoridad de Inversiones de Libia (LIA, en inglés) y del propio Gadafi, su familia y altos cargos del régimen. En la misma línea, Reino Unido, Suiza, Luxemburgo, Canadá y Japón no tardaron en actuar contra las finanzas del régimen. “Estamos mucho mejor que hace 10 o 15 años en la lucha contra el dinero negro”, declaró al Financial Times Vincent Schmoll, del grupo especial de lucha contra el fraude financiero (FATF), con sede en París. 

    De todos modos, el caso libio supone un gran desafío para las autoridades financieras puesto que en los últimos años Gadafi fue recibido con los brazos abiertos en todos los centros financieros de Europa. Muchas empresas e instituciones tienen muchos y complejos negocios con el dictador y su entorno. 





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