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    El Editorial: Dos nuevos villanos, Andrés y Nicolás

    “Andrés y Nicolás, Dos nuevos villanos…”

     

    En un verdadero dolor de cabeza se ha convertido para el gobierno bolivariano, y para los ministros Nicolás Maduro y Andrés Izarra, la captura en Maiquetía del presunto miembro de las FARC, Joaquín Pérez Becerra, cuando desembarcaba de un vuelo procedente de Alemania.

    La detención se produjo a solicitud de las autoridades colombianas que estaban tras la pista de quien, según sus investigaciones, era uno de los miembros más eficientes de la guerrilla en Europa.

    Con la captura de Pérez Becerra se le viene abajo toda una labor de hormiguita mediante la cual las FARC impulsaron su imagen de movimiento rebelde que luchaba contra la derecha recalcitrante. Esta red de propaganda de las FARC se constituyó en una formidable plataforma de movilización en los diversos países de la UE, al punto de que las giras políticas del presidente Uribe fueron saboteadas en un plan muy bien armado desde la base de Pérez Becerra en Suecia.

    Pero, como ocurre siempre con estos agentes latinoamericanos ligados al terrorismo (no olvidemos a Carlos El Chacal, en Sudán) pierden el sentido de la realidad y se sienten invulnerables como para retar a los servicios secretos. Y al igual que Carlos El Chacal fue negociado por el gobierno de Sudán y montado en un avión directamente a Francia, lo mismo le ha sucedido a Pérez Becerra en Caracas.

    El partido comunista de Venezuela imaginó que era propicia una reunión en Caracas para que Pérez Becerra no sólo hablara sobre sus experiencias como creador de una página izquierdista de Internet sino que, entre los horarios libres, concretara otros contactos de mayor altura y relevancia con gente de Colombia.

    Este fue el error inicial: filtrada la información de su presencia en Caracas, desde Bogotá se dibujó una hoja de ruta sobre la cual se tuvo total control hora tras hora.

    Ahora bien, de gobierno a gobierno, a los bolivarianos no les quedaba otra jugada que entregar al pasajero que llegaba desde Alemania, a menos que quisieran indignar al “nuevo mejor amigo” del presidente Chávez. Y allí mismo nacieron los padecimientos del canciller Maduro y del inefable Andrés Izarra. Los dos se volvieron un ocho y no hubo manera de que el primero diera una respuesta inmediata y convincente y que el segundo tratara el problema en los medios de comunicación oficialistas.

    Silencio y torta comunicativa total.

    De manera que los comunistas y los sectores ultraizquierdistas montaron una manifestación pública ante la Cancillería que fue reprimida “con gas del bueno”: y es que habían sido totalmente engañados por sus jefes. Y lanzaron acusaciones nunca vistas: “Maduro e Izarra, perros de J.M. Santos. Traidores”. No contentos con ello, los manifestantes oficialistas prendieron candela a un muñeco con las dos caras de los acusados. Con ello quemaron el internacionalismo del PSUV y provocaron un aterrizaje forzoso del amor indiscutible con el comandante presidente. Recojan los heridos.


    Por: Redacción
    Política | Opinión
    EL NACIONAL

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