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    Inseguridad: alto costo de la vida le restan decibeles a la rumba

    Los rumberos son más exigentes a la hora de escoger el lugar para divertirse.

    En los locales nocturnos se gasta
    entre Bs. 300 y 1.500 por noche

     

    ■ Los caraqueños redujeron las salidas y toman tragos más económicos, lo que obliga a los empresarios a ser más innovadores.

    Reducir las salidas nocturnas de 8 a 4 al mes, tomar tragos más económicos, tener poco dinero en efectivo, frecuentar locales con estacionamiento (preferiblemente en centros comerciales), andar en grupos grandes y en caravanas de carros para escoltar unos a los otros, son algunas de las estrategias que ponen en práctica los caraqueños para no dejar de rumbear en un país donde el poder adquisitivo ha caído 23,8% en los últimos 12 años ­de acuerdo con cifras oficiales­ y que es considerado uno de los más inseguros del continente.

    “Siempre voy a lugares que me brinden las condiciones mínimas de seguridad”, dice Pedro Ramírez, de 28 años de edad, soltero y administrador. “He disminuido el número de salidas, pero trato de hacer buenos consumos. Entre un grupo de 5 personas pagamos alrededor de 1.500 bolívares por un servicio de whisky o vodka”, expresa Gabriel Fernández, de 27 años, soltero e ingeniero.

    Willy Del Nogal es un empresario con más de 20 años en el negocio de locales nocturnos, tiempo que lo acredita para hablar con propiedad del sector. Aunque señala que la gente no ha perdido el gusto por salir a rumbear, afirma que las noches caraqueñas no se mueven al mismo ritmo. “La Caracas de antes no es la misma que la de ahora. La inseguridad y la caída del poder adquisitivo han hecho que la gente salga menos”. Calcula que los visitantes de bares, café y discotecas se han reducido 50%.

    Al cierre de abril, la inflación acumulada en los últimos 12 meses fue 22,9%, según el Banco Central de Venezuela. Esta cifra también saca a Venezuela del montón: registra la más alta de América Latina.

    Gustavo Paparone, también empresario y con más de 15 años en el área, coincide con Del Nogal. Precisa que el número de clientes baja más cuando ocurre un hecho delictivo muy comentado por la opinión publica.

    “No necesariamente me refiero a las noticias de homicidios, también las de robos en banco o de vehículos inciden bastante en el movimiento de personas en el local, cuyo efecto puede prolongarse por más o menos un mes”, señala.

    La inseguridad, desde hace unos años, figura como la primera preocupación de los venezolanos, según las encuestas de opinión pública. En marzo de 2011 Consultores 21 indicó que era la principal inquietud para 43% de los entrevistados.

    Las cifras oficiales avalan ese primer lugar.

    Estadísticas del Ministerio del Interior y Justicia reflejan que la tasa de homicidios en Caracas es de 80 por cada 100.000 habitantes; mientras que la de Sao Paulo, Brasil ­con más de 11 millones de residentes, más del doble que la capital venezolana- es de 10,4 por cada 100.000 personas.

    One, uno de los establecimientos de los que es socio Paparone, situado en el centro comercial San Ignacio, es frecuentado por un público joven, de entre 18 y 25 años de edad. “Cuando ocurre un acto delictivo destacado en la prensa, desciende el número de chamos en el establecimiento. Los padres, para protegerlos, porque es un segmento que aún depende económicamente de ellos, les recortan las mesadas”, añade.

    Ante estas adversidades los locales se reinventan y cuidan más la calidad del servicio para seguir siendo rentables.

    Del Nogal, que ahora es socio de cinco restaurantes, dice que constantemente evalúa los menús para asegurarse de ofrecer cosas cada vez más atractivas.

    “Desde hace cerca de un año estamos usando mucho las redes sociales. En cadena mandamos los platos del mes y las novedades en las cartas.

    A esto le sumamos que nos preocupamos por brindar un lugar cómodo y agradable, con buena música y excelente calidad de servicio para que los clientes queden satisfechos y se animen a volver”, expresa Del Nogal.

    Paparone aprovecha el target de One y desde el año pasado comenzó a alquilar el local para prograduaciones, decisión que le ha dado buenos resultados. “También mensualmente organizamos fiestas temáticas que calan muy bien en este grupo de la población”.

    Para darse gustos. Paparone recuerda que cuando inauguró One el trago que más servía era whisky 8 años, pero que ahora los rones y los vodkas son los que más demanda tienen, porque son más económicos.

    Del Nogal apunta que los rumberos son más exigentes a la hora de escoger el lugar para divertirse en las noches. “Buscan los que les ofrezcan la mejor relación precio-servicio, aunque no estén de moda. Antes, los más concurridos eran los de moda, aunque los precios fueran más caros. Esta nueva tendencia ha ayudado a consolidar muchos establecimientos”, agrega.

    Alejandra Mendoza, de 30 años de edad, soltera y contador público, cuenta que ha reducido sus salidas nocturnas.

    Sin embargo, aún visita bares o discotecas 8 veces al mes y continúa tomando lo mismo que hace unos años: whisky y vino. “Creo que como todavía no he formado mi propia familia puedo seguir dándome esos gustos. Hace 2 años, por los mismos tragos y la misma cantidad gastaba cerca de 80 bolívares, ahora pago 300 bolívares en cada rumba”.

    A Natalia Hernández, de 35 años, soltera y abogada, le gusta tomar whisky, vodka o ron cuando visita un local nocturno. Reconoce que “se da esos gustos” porque la invitan a salir.

    “He dejado de pagar yo, de lo contrario tomaría la mitad de lo que hoy consumo”, asegura.

    El gasto en movilizaciones también pesa a la hora de rumbear. Karina Rodríguez, de 25 años, soltera y administradora, no tiene carro propio por lo que destina hasta 200 bolívares en traslados. A esto hay que agregarle los aproximadamente 600 bolívares que gasta en la discoteca. “Antes salía 6 veces al mes, pero el alto costo de la vida me hizo bajar la frecuencia a 2 salidas”.

    Como estrategia para afrontar la inseguridad, Rodríguez dice que sale temprano de su casa y esperar que amanezca dentro del local. Paparone añade que, en promedio, la mayoría sale de los locales entre 2:00 am y 3:00 am, pero que hay un grupo que disfruta la rumba hasta que salen los primeros rayos del Sol.

    “En casa es más seguro”

    Pedro Ramírez, de 28 años de edad, soltero y administrador, dice que aunque sale a discotecas por lo menos una vez a la semana, en ocasiones opta por reunirse con sus amigos en la casa. “Así estamos más seguros que en la calle”.

    “Siempre existe el temor de salir y no saber si regresaremos bien; por eso reunirnos a tomarnos unos tragos en la casa de un amigo cada vez es más frecuente”, agrega José Luis Hurtado, de 32 años, soltero e ingeniero, que visita una discoteca 2 veces al mes.

    Gerardo Núñez, de 28 años, soltero y comunicador social, indica que aunque le gusta salir a rumbear, por lo menos 4 veces al mes (en cada una puede gastar hasta 400 bolívares), pero que últimamente ha preferido hacer reuniones en casa. “Allí estoy más seguro, pongo la música que quiero y gasto mucho menos”.

    Alier Charr, gerente general de la consultora Datos, refiere que los últimos estudios de Pulso del Consumidor muestran que cada vez más los consultados prefieren consumir bebidas alcohólicas dentro de sus casas, porque resulta más económico.


    Por: CARMEN SOFÍA ALFONZO A.
    calfonzo@el-nacional.com
    Política | Opinión
    EL NACIONAL

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