“Mejor morir que
perder la libertad”

Él murió en 1607 de manos de los españoles, y en el año 2006 los líderes de nuestros pueblos indígenas le propusieron al Presidente Hugo Chávez que reivindicara el nombre de este guerrero Añú (Paraujano) e hiciera llamar al segundo puente sobre el Lago de Maracaibo: Puente “Nigale”. El Presidente aceptó la propuesta en el propio corazón de la Alta Guajira (Cojoro) e hizo el anuncio el mismo día 12 de Octubre a la 1:10 minutos de la tarde, comprometiendo una inversión superior a los 400 millones de dólares, pero no hizo la obra. Con esta nueva muerte del espíritu de Nigale y de la obra ofrecida en su nombre, en estos días se comenta en la Guajira que el gobierno le hizo el segundo entierro a este cacique, no con honra como se acostumbra, sino en deshonra como lo hizo el imperio español.

Cuenta José Ignacio Lares en TRADICIONES DEL LAGO que en la barra del Lago, a la banda oriental, vivía al tiempo del descubrimiento un pueblo de indios numeroso, altivo y guerrero. Era dueño de las salinas de Oribor y de la isla que de este pueblo tomó su nombre. Fueron ellos los Zaparas. Dieron mucho que hacer a los españoles; pero el empuje de la raza invasora fue diezmándolos, hasta que para fines del siglo XVI, sólo quedaban unos 37 hombres de guerra con sus mujeres e hijos. Alonso Pacheco logró pacificarlos cuando fundó la segunda Maracaibo, y trajo a su servicio algunos de ellos, entre los cuales vino un joven de nombre Nigale, apuesto y muy valiente. Los otros quedaron en la barra prestando el servicio de prácticos a los buques que entraban y salían.

Despoblada Maracaibo por segunda vez, Nigale volvió con su gente, y como era de un valor temerario y estaba ahora adiestrado en el modo de hacer la guerra a los españoles, fue de todos reconocido como Jefe. Amante Nigale de su independencia, no quiso que su pueblo siguiese prestando el servicio de prácticos, y desde aquel día se convirtió en pirata. El primer buque que se le presentó fue un navío a cuyo bordo venía el Obispo Calatayud y, Nigale a la cabeza de los Zaparas lo recibieron a flechazos y mataron a muchos españoles. El Obispo escapó con vida, pero tiempo después interceptaron otro navío y mataron a sus 72 tripulantes. Pronto el nombre de Nigale se hizo temido y hasta en España repercutió su fama.

Entonces el Gobernador de Venezuela para aquel entonces en 1607, Sancho de Alquiza, en su interés por despejar la barra del Lago de Maracaibo de tan terrible enemigo, ordenó en Trujillo a Juan Pacheco Maldonado, hijo del primer fundador de Maracaibo, para que al mando de 50 hombres fuera en dos buques y le diera persecución a los Zaparas. Salieron bien apertrechados desde Moporo, lago arriba arribaron a Maracaibo y buscando mantener en secreto su misión, llegaron cerca de la barra. Allí encontraron a los indios y hubo un duelo a muerte. Varios murieron, once indios Zaparas – entre ellos Nigale- fueron hechos prisioneros y trasladados a Maracaibo.

Nigale desde que cayó preso no volvió a proferir palabra por más que le hablasen. En la cárcel se estuvo sentado sobre el suelo toda la noche, triste al verse reducido a la impotencia. Al otro día muy temprano, los sacaron a todos para ahorcarlos. Ya en la plaza, Nigale presenció impasible la muerte de cada uno de sus valientes guerreros. Cuando le llegó su turno, exclamó: “Mejor morir que perder la libertad”. Subió rápidamente a la plataforma, se echó él mismo el lazo al cuello y se lanzó al espacio como si tratara de satisfacer una gran necesidad.

Después de cuatro siglos, hace 5 años su nombre volvió a estremecer las costas del Lago. El Presidente Chávez tomó su nombre para engrandecer en el corazón del Zulia y de los pueblos indígenas, una obra colosal que llamó Puente “Nigale” sobre el Lago de Maracaibo. Un puente de costa a costa, con islas artificiales desde las playas de Santa Fe ( Municipio Mara) hasta Punta de Palma ( Municipio Miranda), con un túnel submarino y con un sistema mixto de movilización vehicular y ferroviario que se interconectaría con el sistema ferroviario nacional. Hoy sólo queda la huella de la piedra fundacional y el sentimiento de un pueblo burlado. La herencia que dejan a sus pueblos los hombres valientes, es su dignidad. A Nigale lo podrán seguir matando, pero la dignidad está viva en su pueblo que lucha por la libertad.

Por: Lenín Valero
Periodista leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez