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    Maracay: “Subiré al techo para ver quién tiene más aguante, el Gobierno o nosotros”

     

    Vecinos de La Punta
    y Mata Redonda

     

    ■ Urbanismos cercanos al reservorio calificados de alto riesgo.

    ■ Habitantes viven angustiados con la amenaza de una gran inundación.

    ■ Residentes de las urbanizaciones afectadas por el lago de Valencia no quieren convertirse en damnificados

    Ana María Rodríguez vive con su esposo y 2 hijas desde hace 20 años en el urbanismo de Mata Redonda. Pero los últimos 6 años han transcurrido entre la angustia y el miedo de que el muro de contención que fue construido para separar esta urbanización y La Punta del lago de Valencia ceda y ocurra una inundación de grandes proporciones.

    Ella forma parte de las 1.043 familias que desde hace 3 años esperan por el cumplimiento de la sentencia 1632 del Tribunal Supremo de Justicia, que establece el pago de indemnizaciones, desalojo de la zona y demolición de las casas.

    Falta medio metro para el desborde del Lago de Valencia.

    Aunque la anegación debida al desbordamiento de la cuenca comenzó en 1999, fue hace cinco años cuando el nivel del lago empezó a subir aceleradamente. Desde entonces los habitantes de estos urbanismos no saben lo que es dormir y vivir con tranquilidad.

    “Aquí se nos acabó la paz para dormir”, dice Rodríguez, que todas las noches piensa hasta dónde llegaría el agua si el lago se desbordarse completamente.

    Está traumatizada y ha optado por no acudir al dique para observar el nivel del agua. “No me acerco porque entonces no duermo por semanas, ante la angustia de imaginarme qué pueda suceder”.

    Maritza González también es parte del grupo de vecinos de Mata Redonda que mantiene la lucha porque el Ministerio de Ambiente ­ente que debe asumir los costos por orden del TSJ­ se niega a cancelar las indemnizaciones. Este pago, así como el desalojo, debió ejecutarse a más tardar en diciembre 2008. Hasta la fecha, sólo han hecho censos y avalúos, que ahora no son reconocidos por el Gobierno nacional.

    “No nos hemos inundado por esa estructura envejecida y quebradiza, y por obra de Dios”, expresa Maritza González, refiriéndose al muro de contención construido en 2005 para frenar la penetración del lago en el urbanismo. Pero, aparentemente, ya no soporta la fuerza del agua, que ha ido socavando la estructura.

    Recuerda que en 1999 la cuenca alcanzaba la cota 407 y apenas se inundaban las casas más cercanas. Con el paso de los años, el lago creció, al punto de que se encuentra en la cota 411,26 sobre el nivel del mar, y está a escasos milímetros de lo que se considera la cota de evacuación, establecida en 411,90.

    Con una cota del Lago a su máximo tope registrado, las 1.043 familias que residen en La Punta y Mata Redonda vuelven a sentir la angustia de no tener un sitio seguro adónde ir.

    Casa por casa:

    Hasta ahora, sólo han sido indemnizadas 540 familias de La Punta, que recibieron en 2007 su pago del Servicio Autónomo de la Vivienda Rural, antes de que fuera liquidado. Ese mismo año, el TSJ ratificó un amparo introducido por los vecinos y estableció que fuera el Ministerio del Ambiente el que ejecutara las indemnizaciones.

    Las 540 familias eran las que habitaban la manzana más cercana a la cuenca y en sus patios había constantemente agua del lago. En este lugar sólo quedan algunos restos de las casas demolidas, y la maleza que ha crecido a lo largo de los últimos años.

    En cada temporada de invierno, a medida que aumenta la cota, asimismo se incrementa el temor de los vecinos.

    “Si no nos morimos ahogados, nos moriremos de la angustia”, dice González, que vive con su esposo y dos hijos en una casa que adquirió con el sueño de desarrollar allí su proyecto de vida junto a su familia y dejarla como herencia a sus hijos.

    Está decidida a luchar hasta el final para que le reconozcan su indemnización. La única forma de que acepte la propuesta de casa por casa es que el Gobierno le asigne una vivienda de la misma calidad de la suya, le entregue titularidad tanto de la casa como del terreno y le ofrezca las misma condiciones de que gozaban al principio en la urbanización.

    Hace este comentario en referencia a que recientemente el ministro del Ambiente, Alejandro Hitcher, destacó: “A las familias afectadas se les entregará una excelente vivienda con todos los servicios que contemplan los urbanismos construidos por el Gobierno”.

    Los dos urbanismos están formados en su mayoría por casas con tres cuartos, comedor, salas, porches, garaje y terrenos, lo que facilitó a sus dueños ampliar ciertas áreas.

    Gran parte de las familias que las habitan son de clase media, profesionales que ahora se sienten estafados por el Estado. “Ciertamente, nosotros compramos una casa en ese sector, pero fue el Estado el que no controló la cota del lago y el que dio los permisos para cambiar los usos de la tierra de agrícola a residencial. Nosotros compramos a derecho y fuimos estafados”, se queja González, que sólo espera una indemnización justa por la pérdida de su casa.

    Respeta a las familias que acepten el trato de cambio de casa por casa, pero expresa que la mayoría quiere el pago de su vivienda.

    Rodríguez asegura que si le toca salir de su casa por una inundación de grandes proporciones sólo la acompañará una escalera para subir al techo de su residencia. “Yo me quedo en el techo, para ver quién tiene más aguante, el Gobierno o nosotros; pero no me muevo de mi casa”.

    La única solucion según dijo Jaua es que la próxima semana harán trabajos en el muro de contención dejando el problema latente.

    Contradicciones oficiales:

    La primera calle transversal de la urbanización La Punta se inunda cada vez que llueve, debido al agua que se filtra por el muro; en esta vía se encuentra la bomba de desagüe, que presenta filtraciones.

    El muro fue construido como un paliativo, para frenar el lago por algunos años. Sin embargo, expertos han dicho que presenta signos de socavamiento y puede ser rebasado por la cuenca en cualquier momento.

    La Coordinación para las Obras de Saneamiento y Control del Nivel del Lago de Valencia y representantes del Ministerio del Ambiente han asegurado que el muro de 1.700 metros de longitud no reviste ningún peligro para los habitantes de los urbanismos.

    Sin embargo, comenzaron a instalar piedras en la orilla de la estructura para reforzarla y para que, además, sirva de rompeolas.

    Cada vez que llueve se disparan dos sistema de bombeo que fueron instalados para sacar al agua del urbanismo hacia el lago. En algunas residencias, como la de Rodríguez, el agua, cuando inunda las calles, llega hasta las rejas de las casas.


    Por: LAUDELYN SEQUERA
    ARAGUA | MARACAY
    VIVIENDA | POLITÍCA
    EL NACIONAL

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