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    MARTA COLOMINA: ¿Qué será de la vida del “desarrollo endógeno”?

    Con la excusa endógena Chávez comenzó a violar
    obscenamente el derecho a la propiedad de la tierra

     

    Chávez es como aquel charlatán de feria de las viejas películas del Oeste que vendía sus potingues para curar la calvicie con los que, por lo general, liquidaba el poco pelo que quedaba en la cabeza de sus incautos clientes, quienes, en el mejor de los casos, perdían irremisiblemente el dinero, por lo que, en la próxima feria, el ladino charlatán cambiaba de promesa y juraba por su “honor” que, ahora sí, el “nuevo” jarabe curaba el catarro y hasta la impotencia.

    En un leve repaso a las incumplidas promesas de Chávez durante sus muchas ferias electorales nos topamos con aquel “desarrollo endógeno” que nos soltaba en mítines, cadenas y “alós” y que le servía de ritornello para llamar vendepatrias, “escuálidos”, “oligarcas” y “vendidos al imperio” a sus “enemigos” de la Cuarta, quienes lejos de incrementar la producción agrícola nacional -como decía ser el propósito irrenunciable del nuevo inquilino de Miraflores- la obstaculizaban con sus latifundios “ociosos” y la explotación campesina. El “conuco” como símbolo de una revolución que prometía acabar con el latifundio y desarrollar así la más poderosa agricultura del continente, tenía también su equivalente urbano en los cultivos “organopónicos”. Así que llenó las jardineras del centro de Caracas de un verde tan efímero, que murió a manos de los riegos etílicos de borrachitos y canes de la ciudad. Lo que costó el proyecto aún es cosa ignorada. Como el desarrollo “endógeno” se suponía antagónico del “exógeno”, las importaciones estaban ideológicamente erradicadas. De tal necesidad “endógena” surgieron las brillantes ideas de los gallineros verticales y de las rutas de la empanada, de la arepa y no sabemos si del quinchoncho. Lo que sí sabemos es que con la excusa endógena Chávez comenzó a violar obscenamente el derecho a la propiedad de la tierra. Primero con los fundos zamoranos, luego con la Ley de Tierras y, por último, con la “recuperación” de propiedades que supuestamente eran de la nación, se puso en práctica una rapiña desaforada que acabó con las fincas más productivas del país, hoy convertidas en un peladero. Las cooperativas fracasaron y se perdieron miles de millones en el intento. El resultado fue la ruina de la agricultura nacional y escándalos de corrupción como el de Pudreval. En 1998 se importaron $1.700 millones en alimentos; diez años más tarde la cifra llegó a los $8 mil millones. Las importaciones oficiales crecieron 765% en 12 años. Hoy importamos el 70% de lo que comemos. Desde el 2000 hasta el 2010 el aumento de los alimentos ha sido superior a la inflación general. De hecho, la inflación de alimentos triplica el promedio de América Latina.

    “Con la confiscación de Agroisleña, Chávez acabó con 52 años de esfuerzo empresarial y 3 mil empleos directos, afectando a más de 18 mil agricultores” denuncia el experto Hiram Gaviria. “El día de la intervención los chavistas cayeron sobre Agroisleña como langostas. Se lo llevaron todo: las camionetas de los gerentes, 40 millones de bolívares y el inventario de agroquímicos y maquinaria”. Lo mismo hicieron con la cementera Lafarge y con todo lo que “expropian”. Gaviria documenta la ruina agrícola roja-rojita: del millón 200 mil toneladas de arroz que consumimos al año, apenas producimos 590 mil. Antes producíamos para la demanda interna y exportábamos unas 250 mil toneladas. De los dos millones 200 mil toneladas de maíz blanco que consumimos, 500 mil son importadas. Igual ocurre con otros productos como la carne, azúcar, aceites vegetales, etc. Producíamos un millón 600 mil quintales de café en 1998, y lo exportábamos desde la Colonia. Ahora sólo producimos 800 mil, así que por primera Venezuela importa café. Las importaciones masivas son fuente de empleo para millones de argentinos, nicaragüenses, brasileños, y de desempleo para los venezolanos: “En 2010 mermó la superficie de siembra de 12 rubros agrícolas”. “Se está provocando la destrucción de la producción nacional” dice la exministra de Chávez, Luisa Romero. Otra vergüenza: “El 80% del Programa de Alimentación Escolar está paralizado. O esta otra de la ministra Betancourt: “Para que la inflación siga bajando a paso de vencedores (sic) nosotros tenemos que importar”.

    ¿Qué será de la vida de las 150 mil viviendas de este año para Caracas? Porque estamos entrando en el sexto mes y en plena orgía verborreica el Gobierno apenas ha construido 2 mil viviendas, el promedio más bajo en 40 años. El parlanchín dice que para las 150 mil de este año se necesitan 7.800 hectáreas en Caracas. La Cámara Inmobiliaria encuentra que, según esas cuentas, para construir todas las viviendas prometidas por Chávez en la capital, necesitaría entonces 104 mil hectáreas, es decir ocho Caracas y media. Porque Caracas ¡¡¡sólo tiene 12.000 hectáreas!!!


    MARTA COLOMINA | EL UNIVERSAL
    mcolomina@gmail.com
    domingo 22 de mayo de 2011

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