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    HomeElecciónesMilagros Socorro: La del grupúsculo de payasos

    Milagros Socorro: La del grupúsculo de payasos

    Tibisay brazo tecnológico
    del sapeo del régimen

     

    Cuántas veces habrá repetido Tibisay Lucena que el Consejo Nacional Electoral (CNE), organismo que preside, es una institución seria y confiable. El procedimiento para el cálculo es simple: lo hace cada vez que se pone frente a un micrófono o grabadora.

    Sería bueno hacer un estudio comparativo para constatar si sus pares en otros países se ven obligados a hacer similar propaganda. El punto es que el CNE no tiene tan mala fama como la propia Tibisay, quien ha hecho patéticos esfuerzos para acolitar las pillerías del régimen y, a la vez, mantener una ficción de respetabilidad. Desde luego, ha fracasado en su empeño: el ventajismo del régimen; el uso de los recursos de la república en lides proselitistas; y la alcahuetería ante las violaciones a la ley que Chávez comete cada vez que hace de vocero partidista desde la tribuna presidencial, todo ese descarado desconocimiento de la ley es como una moneda de dos caras: por un lado tiene la del autócrata y por el otro, la de Tibisay Lucena. Las otras fichas partidistas en el CNE han sido tan grises que a un mes de su salida nadie recuerda sus nombres. A excepción, claro está de Jorge Rodríguez, quien va punteando en la competencia del funcionario más mediocre de esta oclocracia, después de Chávez, campeón indiscutible. Se dice que Rodríguez descrestó a Bernal como el peor alcalde del mundo, quién lo diría.

    Por estos días, Tibisay Lucena mira al techo y asegura que el CNE es un dechado de credibilidad. Mucho se inhibe de hacer algo para disipar la desconfianza que se ha extendido alrededor de la nueva remesa de máquinas captahuellas en las que el gobierno acaba de gastar un dineral. La sospecha de que esta tecnología permitiría conocer la identidad del elector o, al menos, allegarse a una conjetura cruzando los datos de quiénes votaron y cuáles fueron los resultados en cada mesa, favorece al régimen. Eso lo sabe Lucena, consciente, como estamos todos de que el número de empleados asciende al tiempo que las plazas en el sector privado disminuyen como efecto de la persecución a que ha sido sometido, quién sabe si, entre cosas, para eso, precisamente, para que el país entero termine prensado en las nóminas de Chávez y votando eternamente por él, que tendría maneras de constatar la lealtad en las urnas.

    Que no es así. Dígalo, pues. El aire de mosquita muerta no le ha granjeado el más mínimo viso de honorabilidad. Y, en vez de eso, a cada rato es acusada de alcahueta e irresponsable, como acaba de hacerse desde la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), por la negativa de la funcionaria a dar curso a la audiencia que se le ha pedido de manera formal para solicitar el cronograma electoral y apoyo para las primarias de las fuerzas de la oposición.

    -Tiene que dar la cara –le exigió Ramón José Medina, vocero de la coalición democrática-. Esa señora debe darle la cara de una vez a los miembros de la MUD que van formalmente a plantearle ese tema, y todos aquellos temas que tienen relación con la elección. Imaginamos que está esperando instrucciones del partido de Gobierno.

    Haga lo que haga, jamás podrá desalojar de la mente del país que, como autoridad del Consejo Electoral, no movió un dedo hasta no recibir órdenes del Ejecutivo.

    Cuando el entonces rector Vicente Díaz la acusó de tolerar la participación de Chávez en las elecciones parlamentarias del pasado 26 de septiembre, ella trató de escurrir el bulto haciendo que la culpa cayera sobre el Poder Electoral, tal ha sido su estrategia, y dijo que éste no actuaba por presiones de autores políticos alguno. Estaba rebatiendo lo que, en efecto, ha ocurrido con su anuencia.

    En septiembre del año pasado, la jefa de la banda de los cuatro, como alguna vez la llamó Teodoro Petkoff fue, al parecer, objeto de amenazas. Sin duda alguna, una acción cobarde de esas que los venezolanos somos víctimas diariamente. Entonces la rectora Lucena aludió a los malandros como “grupúsculo de payasos”. Eso es, con toda precisión, lo que ella integra. Y por lo que pasará a la historia ínfima de Venezuela.


    Por: MILAGROS SOCORRO
    @MilagrosSocorro
    Codigo Venezuela
    Política | Opinión

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