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    El Editorial: Malos tiempos; Noticias rojas

    Los venezolanos estamos sometidos
    a un bombardeo de noticias rojas

     

    Nos hemos convertido en un país de última página. O sea, de historias policiales. Lo que ha venido ocurriendo en las cárceles es de una gravedad que no requiere dramatización porque traspasa los límites de lo humanamente aceptable. Se discute sobre el número de muertos, que no fueron 37 sino 22. Ya esto es alarmante. Se trata de ocultar o manipular las cifras, como si 3 ó 5 muertos le restaran gravedad a los sucesos.

    No hay nada más trágico que la violencia que ha estallado en la cárcel del Rodeo I. Se ha prolongado en exceso, días de agonía, y las víctimas se multiplican. Los familiares de los presos o de los muertos claman justicia. La respuesta oficial mostrada el viernes en la tarde se caracterizó por la represión. No hay solución para el Rodeo ni para ninguna otra de las cárceles donde los seres humanos se someten a condiciones inhumanas.

    El Gobierno carece de respuestas. Sistemáticamente marginó a los expertos y a los profesionales en asuntos penitenciarios. El resultado parece ser el de un Gobierno que no sabe qué hacer, que da palos de ciego mientras decenas de venezolanos mueren en las cárceles o se les somete al hacinamiento y al vejamen.

    Como gran solución, el gobierno bolivariano anuncia la creación de un Ministerio de Asuntos Penitenciarios. Esto equivale a una confesión patética: no saben qué hacer y, por consiguiente, pretender ganarle tiempo al tiempo.

    Lo que es urgente es que los ministros que no sirven se vayan para sus casas. Da la impresión de que ser ministro de este gobierno equivale a tener un seguro de estabilidad burocrática. Se eternizan en los cargos aunque no sirvan.

    De las llamadas empresas básicas de Guayana en las cuales se puso tanto empeño durante años, lo que ahora viene son noticias rojas, o sea, malas noticias. Crímenes y duelos. Un gran fraude con los productos de la zona del hierro. Las cabillas que escasean son objeto de procedimientos delictivos. De pronto el Gobierno se entera de la existencia de una red de ilícitos que funciona desde adentro.

    No se pueden abordar estos asuntos sin observar que se trata de empresas controladas por el Estado. No son empresas privadas. También es necesario señalar que una red no se arma de la noche a la mañana, y que redes como estas son producto de administraciones y gerencias que han ido evadiendo los controles tradicionales. Bastaría indagar desde cuándo operan esos grupos delictivos para comprender las dimensiones del daño ocasionado y la magnitud del fraude, pero al mismo tiempo para determinar las responsabilidades pertinentes.

    Esto de las investigaciones y del establecimiento de responsabilidades, a estas alturas, parece algo demasiado ingenuo. El Gobierno se ha consagrado por su afición a la impunidad y sólo castiga a aquellos que, por alguna razón, se separan de la línea oficial. Vivimos, en suma, un tiempo de noticias rojas.


    Por: Redacción
    Política | Opinión
    EL NACIONAL

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