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    Óscar Lucien: El furúnculo presidencial


    ¿Está o no ausente el
    presidente Chávez?

     

    La insólita desaparición del teniente coronel Chávez en un hospital de La Habana, oscurecida por las escaramuzas militares en la cárcel de El Rodeo, es un asunto de interés público. ¿Cuál es la razón por la que se oculta la enfermedad del presidente Chávez? ¿Qué tan grave o delicado es su estado de salud? ¿No tienen los hospitales nacionales las condiciones para que sea atendido en su país y por médicos venezolanos? ¿No se compromete la soberanía del país cuando debemos enterarnos de la salud del Jefe de Estado por intermedio del diario oficial de la dictadura de los hermanos Castro?

    Como un buen termómetro, en las redes sociales han circulado las más variadas apreciaciones sobre la enfermedad presidencial desde la chanza, sobre la supuesta ubicación del absceso pélvico anunciado por el canciller, las dudas sobre las implicaciones constitucionales por la ausencia temporal de Hugo Chávez como de su sometimiento a la tutela de los Castro. Sin información oportuna y creíble se abona el terreno para el rumor y la especulación.

    Inclusive la forma airada y altisonante como el vicepresidente ejecutivo ha respondido a los reclamos de la bancada democrática, en estricto apego a los mandamientos constitucionales, genera mucha suspicacia: forma parte de las atribuciones de la Vicepresidencia Ejecutiva suplir las ausencias temporales del Presidente de la República.

    Con la escasa información disponible, la pregunta a responder es: ¿Está o no ausente el presidente Chávez? Resultan incomprensibles las volteretas oficiales para asumir tan evidente constatación. Incluso, en sentido estricto, una vez que la Asamblea Nacional “corrige” el entuerto al extender una autorización de permanencia en Cuba, luego de concluida la inicial gira oficial, es obvio que el presidente está ausente por enfermedad.

    Ausencia que se pone particularmente de bulto cuando estamos frente a un atípico caso de “telepresidencia”. Como nadie en la historia, el Jefe de Estado ha usado y abusado de los medios de comunicación para los temas propios de la administración de gobierno, ventilar asuntos personales en extremo narcisistas, celebrar su cumpleaños, narrar cómo cazaba arañas en Barinas, cómo violaba la normativa de la Academia Militar siendo cadete y narrar con lujo de detalles las incidencias de un íntimo cólico intestinal.

    ¿Cómo es que ahora, que enfrenta una enfermedad “sobrevenida” no se diga nada del asunto? ¿Por qué no se presenta a los venezolanos un boletín médico oficial diario que informe sobre su dolencia y el tratamiento que se le sigue? Tengo la impresión de que por la manera dañinamente polarizada como se abordó el tema del furúnculo presidencial, a los venezolanos nos ha sido prohibido conocer los verdaderos alcances de la enfermedad del jefe de Estado, dado que entre las causales de falta absoluta del Presidente o Presidenta se determinan el abandono del cargo y la incapacidad física o mental permanente certificada por una junta médica con la aprobación de la Asamblea .

    Son muy pocos los momentos en los que el telepresidente Chávez no esté en los medios de comunicación. Abusivas y extensas cadenas diarias, ¡Aló Presidente! de cinco horas en promedio, gabinetes ministeriales televisados, avances noticiosos para donde quiera que se desplace el ubicuo mandatario, agresivas campañas promocionales que profesan el culto a su personalidad, o que intentan destruir moral y penalmente al adversario político, son el pan diario de los venezolanos.

    ¿Cómo es que ni a un sólo periodista se le haya ocurrido indagar en las instalaciones del hospital habanero sobre la salud del “comandante presidente”? No me refiero a los medios independientes porque es bien conocido el cerco a la libertad de expresión y al derecho a la información que padecemos los venezolanos aquí en nuestro país y los periodistas de todo el mundo, allá en Cuba.

    Estamos frente a un delicado asunto de control de la información, a violaciones flagrantes de derechos constitucionales, entre otros el acceso a la información pública, como en este caso es la salud del Jefe de Estado.

    Es comprensible que muchos venezolanos estén complacidos y agradezcan este reposo de la omnipresencia presidencial, que otros pongan en evidencia que su estar aquí no es imprescindible y que la caída por el barranco continúa a paso de vencedores, con o sin su presencia. Pero ese no el punto de fondo, en mi modesta opinión. Como venezolano quiero saber la verdad, al momento y de manera fidedigna y oportuna, sobre la salud del presidente.

    Quien quiera este sea.


    Por: Óscar Lucien
    El Nacional
    24 Junio, 2011

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