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    Lenín Valero: Intríngulis del poder

    Las conspiraciónes siempre
    han existido en Venezuela

     

    Las intrigas del poder, las razones ocultas, las maniobras, los actos con segunda intención, las complicaciones del poder y las intenciones solapadas, han caracterizado a los gobiernos en Venezuela durante toda su historia, desde la primera hasta la quinta república.

    Estas razones ocultas que se denominan intríngulis, se llegaban a conocer muchos años después de las caídas de los gobiernos, tiempos más tarde aparecieron “las viudas del poder” que contaban los problemas o las complicaciones del gobierno, una vez que eran sacados de sus puestos de mando. “las viudas” contaban sus cosas en reuniones sociales, pero quienes los escuchaban los consideraban desleales. En los últimos años los periodistas en sus medios de comunicación han logrado que las cosas se conozcan y no se oculten. Podríamos decir hoy en día que si en Suiza ya la banca no guarda los secretos del dinero, en el mundo la prensa no calla lo que se pretende esconder por debajo de la alfombra roja del poder.

    Las intrigas del poder siempre han existido en Venezuela. Una de las más mencionadas en nuestro país fue el traspaso de gobierno de Cipriano Castro a su compadre Juan Vicente Gómez a comienzos del siglo XX. Durante todos estos años se ha dicho que Gómez traicionó y le dio un golpe de estado a su compadre. El General Gómez fue un hombre de pocas palabras, pero un día en una de sus fincas cerca del lago de Valencia le contó todo a su amigo José Ignacio Lares, natural del estado Trujillo, quien también fue amigo del General Cipriano Castro. El cuento está en el diario de vida de este trujillano y revela, según el escritor Rafael Ramón Castellanos, que fue Castro quien en medio de su enfermedad traicionó al General Gómez y además lo había mandado a matar.

    Lares escribe en sus apuntes lo que le contó el General Gómez: “El General Castro me hizo una guerra sin tregua, se propuso hundirme, aniquilarme por cuantos medios pudo. Cuando se separó del poder, y me dejó encargado, su propósito fue el de hundirme moralmente. Luego que me encargué y me vi con doña Zoila (esposa del General Castro), le dije que me había encargado de la Presidencia de la República.- Ud. No ha debido encargarse me dijo ella. – ¿Y por qué? -Porque no le conviene, Cipriano es un malvado, a mí me dijo: ahora si he hundido a Juan Vicente para siempre. Entonces yo me propuse no darle motivo para nada y vivir apartado todo lo que pudiera. Pero esto mismo no le gustó y se propuso matarme. Cuando me enteré de todo, pasé todo el tiempo en mi casa donde tenía más seguridad”.

    “Después de tantas peripecias, doña Zoila me hizo irlo a ver a Macuto. Me dijo:-Juan Vicente, no sabes lo que son estos vagabundos. Se estaban aprovechando de mi enfermedad para traicionarme y para conspirar contra Ud., el que ha estado a la cabeza ha sido Pancho (Alcántara). -¡No!, le contesté, eso no puede ser, Pancho es un buen amigo.- No creas me dijo, él era el peor. Yo me fui de nuevo para Caracas y después me mandó a llamar y me contó todo lo de la conjura como si todo hubiera sido a espaldas de él, cuando yo sabía que todo, todo, había sido dispuesto por él. Me habló mal de todos los amigos de él y yo a todos los defendía diciéndole que no los creía culpables”.

    “Cuando su viaje a Barquisimeto yo sabía que estaba mal de su enfermedad, pues el Dr. Acosta Ortiz y Fonseca me decían secretamente su estado. Cuando yo iba a verlos y estaban esos médicos presentes, nos tratábamos delante de él como si apenas nos conociéramos. Esos médicos llevaron el curso de la enfermedad hasta hacerle saber que necesitaba operarse; pero esa operación no podía hacerse aquí y que ellos no asumían esa responsabilidad. Castro encargó la reserva a los médicos y hecha la resolución hizo todos los preparativos en secreto. Yo no me daba por notificado en absoluto.”

    “Un día me llamó a solas y me dijo que se sentía mal y que Había resuelto ir a hacerse la operación a Europa, que me lo avisaba bajo reserva porque me dejaría encargado de todo. Luego llegó doña Zoila y me dijo: Ahora si está Cipriano perfectamente bien con Ud., que es lo que yo deseaba. Me encargué y no quise mover ni una hoja. Entre los sirvientes de la casa del General Castro había una muchacha conocida mía y ésta siempre me decía todo lo que oía. Cuando preparaba su viaje el General Castro le oyó decir del plan para que me mataran”.

    Castro no pudo regresar más nunca al país. Gómez mandó 27 años hasta el día de su muerte, pero hasta hoy nadie ha podido acabar con los intríngulis del poder. 


    Por: Lenín Valero
    Periodista leninvalero1@hotmail.com
    @valeromarquez

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