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    HomeElecciónesMILAGROS SOCORRO: Enseñar el sacrificio

    MILAGROS SOCORRO: Enseñar el sacrificio

    “A conquistar el éxito
    y no morir de él..”

     

    “Enseñamos fútbol”, dice Jaime Torcal, cuya serenidad y mirada franca dan indicio de sus dotes de liderazgo. “Y fútbol es carácter, respeto, capacidad de sobreponerse al fracaso, al tiempo que aceptación del éxito, lo que no es fácil.

    Muchos mueren de éxito”.

    Al enterarme de que Polar había traído un grupo de entrenadores del Real Madrid para trabajar con futbolistas venezolanos de 15 y 16 años, sentí gran curiosidad. Quise saber qué enseñan estos hombres. Así que me fui al Centro de Desarrollo Deportivo Empresas Polar, ubicado en San Joaquín, Carabobo.

    Era un día cualquiera de las tres semanas que los 6 entrenadores españoles estuvieron en Venezuela lidiando en las canchas con 240 atletas (seleccionados en todo el país), 120 por semana, divididos en las 3 canchas de fútbol del complejo; de manera que tocaban de a 20 muchachitos por cada entrenador. Y, según pude comprobar, los apelaban por sus nombres.

    Cuando estuvieron reunidos en una sala de conferencias, les pregunté lo que quería saber. ¿Qué enseñan ustedes? Alrededor de la amplia mesa se encontraban: Rubén Maroto Calderón, 34 años, graduado de Magisterio con especialidad en Educación Física, máster en Recursos Humanos, hizo los tres niveles de entrenador que dicta la Federación Española de Fútbol (cada nivel faculta para formar deportistas, desde niños hasta cuadros profesionales); Roberto Rojas González, 36 años, un purasangre, lleno de temperamento, “soy futbolista”, se ha dedicado a esta disciplina desde los 7 años, está titulado como Entrenador nivel III; Juan José Vallina Santos, 40 años, futbolista profesional, participó con la selección de España en torneos sub-20; Daniel Castro Simancas, 32 años, licenciado en Actividad Física y deporte, diplomado en Fisioterapia, máster en Preparación Física y en Gestión Deportiva, Entrenador nivel II; Pedro Sánchez Blásquez, 44 años, diplomado en Magisterio, licenciado en Historia del Arte, Entrenador nivel III, es austero y secretamente dulce, como un hermano marista; Jaime Torcal Cano, 35 años, estudia Psicología, es empresario en el ramo de ocio y tiempo libre (tiene 36 trabajadores), es coordinador de campus y escuelas internacionales del Real Madrid, Entrenador nivel III.

    Juan José dice que enseña a nunca rendirse. Daniel, que siempre hay otra oportunidad, no sólo en el fútbol. Roberto: “en el Real Madrid formamos ganadores. No perdedores, que se reconocen porque no les importa perder.

    Les da igual”. Pedro, a aprender de la derrota. “El entrenador debe enseñar por qué se ha perdido.

    También les enseño que yo grito para hacerme oír, no para hacerme entender. A mí, mis profesores me pegaban. Yo trato a los muchachos igual que a mis hijos. No tolero la violencia”.

    Concluidos los 45 minutos de descanso en la jornada de entrenamiento, a media mañana, los maestros vuelven a los campos.

    Los muchachitos los escuchan con respeto reverencial. Deben estar siempre atentos al balón.

    No estarse quietos un instante.

    No perder concentración.

    Me quito el zapato para comprobar la textura de la grama artificial, una alfombra suave, traída de Holanda… que con el solazo de San Joaquín se pone hirviente. Los entrenadores, empapados de sudor, están todo el tiempo en el centro del campo. No dan tregua a los atletas. Les señalan los errores al instante y se apresuran a reconocer los aciertos. Los europeos ni se molestan en quitarse el sudor de la frente.

    Mientras los niños traen la portería como hormigas acarreando una migaja de pan, Roberto viene al borde de la cancha (marcada con grama blanca, no pintada, blanca). “En 4 o 5 años, Venezuela será una potencia en el fútbol. Por muchas razones, una de las principales es que los niños juegan en terrenos y patios de sus comunidades, cosa que ya no ocurre en España, donde están todo el tiempo encerrados en sus casas”.

    A la hora del almuerzo explican las condiciones del buen prospecto de futbolista: tiene ilusión, es intenso, dinámico, tiene ganas de jugar, de ser profesional; tiene calidad técnica, golpea bien el balón, tiene visión de juego, capacidad de elegir y elegir bien, “nosotros no formamos autómatas”; es educado: tiene respeto por el compañero, el técnico y el rival; los mejores son cancheros, tienen cultura de barrio, de jugar en sus comunidades.

    En suma, dice Jaime Torcal, nosotros motivamos al esfuerzo, al sacrificio, a conquistar el éxito y no morir de él, que es lo que les pasa a quienes lo obtienen tan rápido que no lo valoran. “Enseñamos a desarrollar la personalidad en el campo de juego”.


    Por: MILAGROS SOCORRO
    msocorro@el-nacional.com
    Política | Opinión
    EL NACIONAL

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