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    ANTONIO PASQUALI: Cómo disponer de $1 billón y arruinar un país

    El real brasileño y el peso colombiano
    llevan años “revaluándose”

    “En el ámbito de las ciencias del hombre (los alemanes las calificaron de “idiográficas”, cambiantes e inseguras, en oposición a las “nomotéticas” de leyes universales y necesarias), todos podemos legítimamente emitir juicios de valor; sólo se nos pedirá que seamos razonables y respetemos lo ya adquirido…”.

    La siguiente es una incursión idiográfica en los arcanos de la economía con uso de un método, el comparativo, que suele desestimarse por inelegante.

    N

    os gobierna un régimen que en 12 años disolvió la inaudita cantidad de 1 billón de dólares (10 planes Marshall, 2 New Deal) en una paleolítica pócima de incompetencias, deshonestidad y delirios, dejando tras de sí mucha ruina material, tecnológica y moral. Hemos podido ser los suecos del Caribe; el chavismo convirtió tan estrepitosa bonanza en redistribución de pobreza, armas, la más alta inflación del mundo, destrucción del aparato productivo, más deudas y peor calidad de vida. Algún día se nos contará cómo un resentido nos hizo perder el ­tal vez­ último tren al progreso.

    ¿Es posible resumir esa debacle en un solo y ejemplar criterio? Abundan hechos y cifras dispersos: la inflación anda en un catastrófico 2% mensual, la moneda perdió 17 veces su valor, muchos ladrones se alzaron con enormes botines, la gente gasta 50% de sus ingresos en comida… Pero declarar, como el Gobierno, que el ingreso familiar de 2.447,78 bolívares (diciembre 2010) equivale a 569,25 dólares al cambio oficial, es pura mala fe estadística.

    El sencillo criterio que buscamos existe, es el de “poder adquisitivo” aplicado al bolívar y contrastado (acá entra en juego el antipático método comparativo) con el de otras monedas. Contamos con una feliz coincidencia: la Unión Europea calcula en 2.507 euros mensuales el ingreso promedio por familia, y el INE local estableció que nuestro ingreso promedio familiar es ahora de 2.775 bolívares. Olvidemos las tasas de cambio oficiales, las paralelas y el nombre de las respectivas monedas, y retengamos este nudo hecho: nosotros y los europeos ganamos mensualmente una cantidad casi idéntica de las respectivas unidades monetarias (UM) que redondearemos en 2.500. Es al preguntarnos qué pueden adquirir los europeos con sus 2.500 UM y nosotros con las nuestras, cuando se alcanza a medir el abismo de pobreza al que se nos ha arrojado.

    Los europeos gastan mucho en impuestos, calefacción y transporte, pero con alta calidad de vida, excelentes servicios de salud casi gratuitos, intereses risibles sobre hipotecas y costos bajísimos en alimentos. Pueden adquirir un carro familiar por 13.000 UM (cerca de 5 meses de sueldo, o por cuotas de 150 UM al mes), el mismo que el venezolano paga hasta 250.000 UM (100 meses de sueldo, como en la antigua Unión Soviética), o sea, 19 veces más en términos reales. Una camisa aceptable les cuesta 25 UM, un almuerzo de trabajo de 10 a 13UM, un litro de aceite de oliva 4 UM, un libro de 15 a 40 UM, 2 litros agua mineral 0,29 UM…

    El pasado enero, el tomate se adquiría en Europa del sur en 0,25 UM el kilo, justo en las semanas en que en el mercado de Chacao llegó a costar 24 UM el kilo (96 veces más en términos reales). Puesto que ellos y nosotros, repitámoslo, ingresamos la misma cantidad mensual de UM, la operación, masoquista, consiste en imaginarnos comprando un carro por 13.000 bolívares (en lugar de 250.000), 2 litros de agua mineral por 0,29 (en lugar de 25), 10 kilos de tomate por 2,50 (en lugar de 80 o 240), o almorzando por 11 bolívares.

    El real brasileño y el peso colombiano llevan años revaluándose; nuestro régimen de incompetentes ingresó 1 billón de dólares para endeudarnos hasta el cuello, devaluar nuestro poder adquisitivo en 1.700% y racionar la electricidad en un país que nada sobre un océano de energía, sin mejorar la calidad de vida de nadie. Definitivamente, hay que cambiar de administradores de la nación si no queremos que el “montón de ruinas” sea nuestro terrible futuro próximo.


    Por: ANTONIO PASQUALI
    apasquali66@yahoo.com
    Política | Opinión
    EL NACIONAL

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