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    El Editorial: Los hospitales públicos y La gran enfermedad


    La gran “enfermedad”

     

    Resulta interesante observar como las agencias internacionales recogen y trasmiten a diario las noticias sobre el estado de salud del Presidente de la República. Con un gran olfato periodístico, los corresponsales saben que la estabilidad política en Venezuela depende en gran medida de la evolución del cáncer que el jefe del Estado ha venido tratándose en Cuba.

    Hasta ahora, parte del país ha creído en las palabras presidenciales en el sentido de que ha superado las fases más difíciles de su enfermedad, y que continuará con un tratamiento de quimioterapia. Incluso ayer aventuró la noticia de que podría quedarse calvo y perder peso. Desde luego, muchos venezolanos que han padecido esta terrible enfermedad saben muy bien el largo calvario que eso significa.

    Lo que sí llama la atención es que el Presidente insiste en no presentar un parte médico completo que les permita a los venezolanos saber qué es lo que pasó allá en Cuba y qué es lo que podemos esperar en el futuro. Hasta hoy nadie, ni siquiera gente del Gobierno, no dispone de información confiable sobre la localización del tumor, de la naturaleza de las dos operaciones quirúrgicas que le fueron practicadas y de las perspectivas de su restablecimiento.

    Todo los pormenores se han manejado de una manera secreta y han sido torpemente suministrados a cuentagotas, como si el hecho de sufrir cáncer fuera un padecimiento político o ideológico y no una encrucijada de la vida que se le puede presentar a cualquier ser humano simplemente al voltear la esquina.

    No se le puede restar, desde luego, trascendencia al hecho cierto de que el Presidente padezca de cáncer y que esté sometido a quimioterapia. Se trata del jefe del Estado y por eso mismo debe haber transparencia en la información sobre su salud, el tratamiento indicado y tantos otros aspectos médicos que hoy permanecen en la oscuridad. Esto es lo que espera el país para formarse una opinión real sobre lo que sucede.

    Por ejemplo en Paraguay, el presidente Lugo hizo público su diagnóstico, expresó claramente que tenía cáncer linfático y que se iba a tratar la enfermedad en un reconocido centro brasileño.

    Eso le dio confianza a los paraguayos en el sentido de que no existía engaño alguno y que el país debía darle la solidaridad que todo enfermo grave se merece espiritual y profesionalmente. Así sucedió y el presidente Lugo no ha perdido poder ni influencia en la opinión pública en Paraguay.

    Pero mientras el mandatario se ocupa egocéntricamente de su salud, ayer un cable de AFP describía con lujo de detalles las condiciones inhóspitas y de violencia extrema en las cuales trabajan, a punta de pistola, los médicos en los hospitales de Caracas. Qué diferencia. La atención privilegiada al Presidente y la atención inexistente o descuidada para los pobres que acuden a los hospitales públicos en los cuales lo único que existe es la desesperanza, porque carecen de los suministros básicos.


    Por: Redacción
    Política | Opinión
    EL NACIONAL

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