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    SEXO SIN TABÚ: El tamaño, ese fantasma que aterra



    El síndrome del pene pequeño afecta más a hombres inseguros, cuya cinta métrica en la mente no los deja disfrutar a plenitud.

    Falsas creencias sobre el tema se alimentan
    de la actual industria de la pornografía

     

    La anécdota es conocida: un sujeto viril, musculoso, irrumpe en el consultorio y, desafiante, interroga: “Doctor ¿cuál es el tamaño normal del pene?”. El médico lo observa y, con la natural convicción que le otorga haber lidiado una y otra vez con la misma pregunta, lo tranquiliza:

    “Amigo, en verdad, el tamaño es lo que menos importa”, pero el galeno esquiva la mirada y piensa condescendiente: “Otro que lo tiene pequeño”.

    No se podría afirmar que se trate de la única inquietud que anima a todo macho para visitar al sexólogo, pero es obvio que el síndrome del pene pequeño se le aparece a los representantes del “sexo fuerte” como un fantasma en determinadas fases de su vida, hasta que descubren que otros lo tienen más chico, y entonces el temor cede lugar al suspiro para finalmente decirse a sí mismo: “¡Sea varón!”.

    “Ciertamente, este complejo aterroriza a los hombres y produce distintos efectos de orden psicológico que aíslan sobre todo a adolescentes que temen ir al gimnasio, o son muy pudorosos o difícilmente lo hablan con alguien y mucho menos con sus padres”, responde Aminta Parra Colmenares, psicóloga e integrante del comité directivo de la Asociación Mundial de Sexología, y para quien es menester diferenciar lo que se denomina micropene (mide menos de 2,5 centímetros), por efecto de anomalías congénitas, y el falo que quizás no sea más grande que otro, si es que alguien se propone hacer comparaciones.

    Volviendo a la inquietud del hombre del consultorio, ¿cuál es el tamaño promedio? Los sexólogos coinciden: 14 centímetros en erección, medidos desde la base y con “desviación estándar” de más o menos 3 centímetros. No confundir con hipogonadismo, que afecta a 80% de los mayores de 60 años porque la testosterona empieza a disminuir y el pene muestra una apariencia reducida.

    El efecto mediático:

    Aunque podría ser un tema de vieja data, para no pocos sexólogos la preocupación por el tamaño se potenció en el siglo XX con el desarrollo de los medios, el reinado del cine, y ya más cercano, la revolución sexual de la década de los sesenta. Así lo confirma el médico Gerardo Giménez Ramírez al reparar en el hecho de que hace 40 años la información sobre el tema era escasa e incluso intrascendente, como tampoco se sabían detalles concernientes a la anatomía y fisiología sexuales.

    “Hasta que vino la revolución sexual de los sesenta y con el desarrollo de los medios surgieron reportajes y reseñas que aún permanecen, y en las que no han faltado desbordes e hipérboles, falsas explicaciones, ideas erróneas, equivocaciones y mentiras sobre este asunto”, señala.

    Una afirmación de esa mitología fue John Holmes. Su miembro de 36 centímetros le aseguró la carrera de 20 años en el porno, con 2.532 películas y cerca de 14.000 mujeres (y hombres) dentro y fuera del set de filmación. Holmes cobraba 3.000 dólares por día de trabajo, y para rendir en su labor recurrió a la cocaína y el Valium. Murió a los 43 años de edad.

    Parra añade a la influencia de la “cultura porno” otro elemento: el machismo que estimula a algunos jóvenes a competencias privadas de medición, un criterio que se impone a la comprensión afectiva con la pareja, “que es mucho más gratificante para las mujeres”.

    Mentiras y verdades. Como otras tantas angustias que rodean el tema sexual, el del tamaño del pene es motivo para la consulta. Pero no se trata de saber si hay métodos para alargarlo, sino para respirar aliviado cuando le confirmen que figura en la medida promedio.

    Más inquietantes son las complicaciones psicológicas, que ameritan terapia cognitivo conductual con el fin de cambiar falsas creencias, expresadas social y culturalmente en el “zapato prestado” o en el “tamaño de los dedos y la altura del hombre”.

    “Generalmente, la preocupación produce un síndrome depresivo característico de tipo reactivo. Muchas veces genera esa obsesión por aumentar el tamaño y lo hace fácil víctima de especuladores y charlatanes. No hay cremas ni medicamentos que aumenten el tamaño del pene. Se dice que 33% de los hombres desea agrandarlo en tamaño y grosor, y para ello acuden a operaciones para subir 2 centímetros, lo que no resulta convincente ni exitoso, en virtud de las complicaciones que trae y porque sabemos que la excitación sexual en la mujer se produce a través del clítoris o en el tercio externo de la vagina, lo cual se logra con un pene de unos 5 centímetros”, explica Parra.

    Para no ir más lejos, menciona el David de Miguel Ángel como “clásico ejemplo del hombre perfecto físicamente y con pene pequeño en estado de flacidez”.

    Otro de los mitos es la supremacía fálica de algunas razas. Se dice que los afroamericanos o latinoamericanos están mejor dotados. Parra apela a estudios internacionales transculturales que no comprueban esa afirmación. Otros dan cuenta de mujeres que se excitan frente a un pene grande.

    “No siempre la mujer quiere un pene grande (más de 20 centímetros) lo cual se ve mucho en películas porno gracias a los efectos visuales o inyección de medicamentos intracavernosos. Más bien, esos miembros ocasionan dispareunia, dolor en la actividad sexual”, dice la sexóloga, sin descartar el hecho de que así como hay mujeres que tienen fobia al pene y no se atreven a tocarlo ni besarlo porque lo consideran sucio y feo, hay quienes gustan de fantasear con un pene grande en un tipo musculoso, chocolaticos en el abdomen y apariencia metrosexual.

    A todos, hombres y mujeres, Parra les recuerda que el órgano sexual más importante del hombre y la mujer está situado detrás de las orejas y se llama el cerebro.


    Por: ELIZABETH ARAUJO
    Salud | Sexo
    EL NACIONAL


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