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    HomeMundo & America LatinaSEXO SIN TABÚ: Reinventarse para que el sexo no muera

    SEXO SIN TABÚ: Reinventarse para que el sexo no muera

    Los juegos de roles ayudan a salvar matrimonios y a romper la rutina bajo las sábanas.

    Algunas parejas buscan la
    diversión de forma peculiar

     

    “¿Qué lleva ahí?”, interpela Víctor, impostando la voz de funcionario aduanero, mientras Lucy finge que esconde una maleta y actúa como si hubiera sido atrapada infraganti. Víctor arrecia los modales y le exige a la viajera infractora que pase al cuarto y se desnude para detectar si oculta un objeto ilegal.

    Lo que sigue será la puesta en escena de algún relato inspirado en los pornos caseros que transmiten los canales XXX, pero que para Víctor y Lucy constituye la panacea que podría evitar que sus 11 años de matrimonio se escurran por el desaguadero de la infidelidad o de la infelicidad.

    “Es nuestro secreto y nuestra manera de excitarnos porque ponemos a millón la imaginación, que para mí es algo importante para gozar”, revela esta mujer de 34 años de edad, madre de gemelos y quien advierte que “sexo no nos ha faltado, pero nuestro repertorio estaba por agotarse”.

    “Hay quienes lo clasifican como una parafilia más; yo no lo considero así”, indica con firmeza Lisbeth Pereyra, psicóloga, sexóloga, especializada en asistencia de parejas con problemas, al subrayar que una de las quejas más frecuentes en los consultorios de los especialistas “es la rutina del mete y saca”.

    Para Pereyra, el sexo es un don sublime que no debe desperdiciarse en la repetición: dos seres sin imaginación, debajo de las sábanas, vencidos por la rutina.

    Actores que disfrutan:

    ¿Qué son los juegos de roles sexuales? De acuerdo con la definición, se trata de prácticas en las que se interpreta un papel durante el encuentro sexual, para evocar fantasías o como escenario de relación de intercambio de poder. Forman parte de la llamada cultura BDSM ­acrónimo de bondage (maniatar, cautiverio), dominación, sumisión y masoquismo­ y, por lo general, se nutren de la amplia iconografía que provee el cine porno. Los juegos sexuales no son para gente conformista sino para parejas audaces, capaces de explorar parajes desconocidos que el sexo banal engaña como la punta del iceberg oculta la masa de hielo.

    “La primera regla es que sea consensuado; si a una mujer le parece desagradable que el marido le pida vestirse de prostituta, para él abordarla y practicar una especie de sexo salvaje, la experiencia no tendrá éxito”, dice la psicóloga.

    Agrega que para que fluya ese tipo de relación es deseable que la pareja lo asuma como parte de la diversión.

    “Hace años atendí a un matrimonio a punto de divorciarse porque el esposo le pedía a su mujer que se vistiera de liceísta para hacerle el amor, y a ella le parecía una aberración, hasta que llegamos al fondo del asunto: en su adolescencia el hombre no había experimentado nada cercano al sexo”.

    Pereyra dice que son tantas las peculiaridades que ocultan el deseo sexual, que nada tienen que ver con el coito ni con la reproducción. Quien se atreve a salirse de la rutina, resbala y cae señalado como perverso. Son esas peculiaridades las que enriquecen la sexualidad a partir de algunas representaciones eróticas, fantasías y juegos, entonces bienvenidas Es el caso de Paul y Laura, universitarios que juegan con otras parejas veinteañeras, en los “sex party” donde interpretan roles, algunas veces estimulados por el alcohol o con la excitación como único detonante.

    “Es la versión siglo XXI del juego de la botella que jugaban nuestros padres, pero que mientras ellos no pasaban del besito en la mejilla, nosotros vamos más lejos y lo hacemos conscientes de que sólo se trata de sexo”, explica este estudiante de arquitectura de la UCV, que suele organizar juegos de roles “en la casa de algún pana, cuando sus viejos salen de viaje”.

    De enfermeras, vampiros y niños malos Hasta hace poco se decía que los juegos de roles eran la puerta de salida de personas conservadoras, decididas a tener alguna práctica sexual opuesta a su personalidad. Los sexólogos creen más bien que es un acto “normal” que le añade diversión al sexo.

    Pereyra dice que no conoce cifras al respecto, pero considera que 4 de cada 10 parejas jóvenes practican el amor bajo esa variante, bien sea en la intimidad o en forma grupal.

    Entre los roles más conocidos figuran los de la enfermera que atiende al paciente y termina haciéndole el amor; o el del vampiro que sorprende a la chica en su alcoba; el marido que hace de “niño malo” y es castigado con la limpieza del piso hasta que se excita. Otro más osado y no por ello menos excitante: cuando hombre y mujer invierten sus papeles y el marido es violado por la esposa.

    El hecho de interpretar un personaje facilita la desinhibición, rompe el esquema rígido de seducción y amplía el tiempo de juegos precoitales, tan valorado por algunas mujeres. El único requisito es que ambos estén de acuerdo, que no se provoquen daños y que, como en la canción de Wilfrido Vargas, tengan libertad para gritar “¿Seguimos? sí ¿Paramos? no”.


    Por: ELIZABETH ARAUJO
    Salud | Sexo
    EL NACIONAL

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