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    ARMANDO DURÁN: Carlos Andrés, el caminante que nunca descansa

    CAP recibirá honores en El Paraíso hasta el jueves. El padre Luis Ugalde oficiará la misa de cuerpo presente en La Chiquinquirá.

    Carlos Andrés, sufrió la cárcel, el
    destierro y dos golpes de Estado

     

    ■ Su cuerpo será velado en la Casa Sindical de AD, en El Paraíso.

    ■ Carlos Andrés Pérez tuvo a Venezuela y a la democracia como obsesiones permanentes e incurables.

    ■ Hoy, cuando los restos del hombre que gobernó dos veces el país lleguen a la patria, vale recordar que nunca se detuvo en el camino a descansar ni se rindió ante las peores adversidades.

    Para Carlos Andrés, que nunca fue un hombre banal, la famosa frase no debió pasar de ser una simple y oportuna consigna electoral. Como hombre de acción que era, no creo que tampoco se haya detenido un instante a reflexionar sobre el sentido profundo que encierra semejante afirmación. Ni falta que le hacía. Lo que de veras cuenta es que el Carlos Andrés que yo conocí de niño y con quien muchos años después tuve la enorme satisfacción y el orgullo de colaborar, siempre actuó de acuerdo con esta expresión de riguroso compromiso existencial: no detenerse en el camino a descansar, perseguir obstinadamente los objetivos que consideraba mejores para Venezuela y no rendirse ni ante las peores adversidades.

    Si seguimos su vida pública desde su remota elección como presidente del Centro de Estudiantes del liceo Andrés Bello, luego de la muerte de Juan Vicente Gómez, hasta la entereza moral que demostró tener para enfrentar la emboscada que en 1996 le tendieron sus enemigos en la Corte Suprema de Justicia, vemos que esa firmeza fue el rasgo que de manera más indeleble marcó su tránsito por esta Tierra.

    Recordemos, hay que hacerlo en momentos como este, que a lo largo de todos esos años de turbulencias, Carlos Andrés fue dos veces diputado al Congreso de la República. Sufrió cárcel y destierro tras el derrocamiento de Rómulo Gallegos y, al restaurarse la democracia en 1958, llegó a ser ministro del Interior durante los años difíciles de los alzamientos militares y las guerrillas de origen fidelista que acosaron al gobierno de Rómulo Betancourt. Fue secretario general de su partido y ocupó en dos ocasiones la Presidencia de la República.

    Sin embargo, ninguno de estos logros sirve para explicarle a los jóvenes de hoy quién era en realidad este Carlos Andrés cuyos restos llegan esta noche a Venezuela. Y la verdad es que en la actual encrucijada en que se halla Venezuela, bien vale la pena destacar ese factor que a mi entender mejor lo define: nadie, absolutamente nadie, podrá acusarlo jamás de haber escurrido el bulto ante el peligro ni ante ningún contratiempo.

    Por eso, ahora, cuando regresa a la patria en circunstancias que de ningún modo se merecía y después de no haber muerto la muerte que de ningún modo tampoco deseaba, pienso que el mejor y más sincero homenaje que yo personalmente puedo rendirle es enfatizar su extraordinaria virtud ciudadana de tener a Venezuela y a la democracia como obsesiones permanentes e incurables. Caminante incansable que no dejó nunca de dar la cara y que ahora, aun muerto, con su ejemplo, marcha de frente y nos repite que, más allá de todas las circunstancias, otra vez está aquí, entre nosotros, proclamando con su entereza de siempre que sigue estando presente.


    Por: ARMANDO DURÁN
    Política | Opinión
    EL NACIONAL


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