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    Venezuela vendió a Irán 5,5 toneladas de explosivos

    Los envíos de explosivos representaron casi 75% del total de las ventas venezolanas no petroleras al gobierno de Mahmoud Ahmadineyad.

    Una relación explosiva

     

    ■ El cargamento salió por la aduana de Maiquetía.

    ■ El año pasado, productos de ese tipo no fueron despachados a ningún otro país.

    ■ Datos del Instituto Nacional de Estadística de 2010 señalan que el valor de la operación fue de 380.000 dólares.

    ■ Los acuerdos militares y mineros entre Irán y Venezuela son seguidos con atención por la comunidad mundial debido al embargo impuesto al país asiático por el Consejo de Seguridad de la ONU.

    ■ En el área castrense se desarrollan proyectos por más de 70 millones de dólares, lo que ha incluido la exportación desde Venezuela de detonantes y la importación de tecnología para producir pólvora.

    ■ Los iraníes han mostrado interés en minas localizadas en Táchira, donde puede extraerse uranio a partir de rocas fosfáticas. Oficialmente señalan que sólo quieren materia prima para fabricar fertilizantes, pero expertos afirman que podrían obtener mucho más que eso.

    Los envíos representaron casi 75% del total de las ventas venezolanas no petroleras al gobierno de Mahmoud Ahmadineyad. En una reunión en Caracas, en mayo de 2010, se planificó la entrega de esa mercancía, que es usada en la industria petrolera. Cavim ha recibido apoyo de un contratista iraní para construir una planta de pólvora en Morón.

    De la roca fosfática al uranio: Irán también manifestó en 2010 su interés en la explotación de roca fosfática en los yacimientos de Monte Fresco y de San Joaquín de Navay, en Táchira. Este último, según estudios de geólogos venezolanos, posee una concentración de uranio lo suficientemente alta como para hacer factible la extracción. La versión de los iraníes es que están interesados en hacer fertilizantes derivados del fósforo.

    L a reunión ocurrió el 14 de mayo de 2010. No quedó registro de los nombres de los asistentes, pero en la última Memoria y Cuenta de la Cancillería se afirma que acudieron funcionarios del Viceministerio para Asia, Medio Oriente y Oceanía; de Cavim, compañía adscrita al Ministerio de la Defensa, y de la Embajada de Siria en Venezuela. Los presentes discutieron sobre un tema: la exportación de cartuchos explosivos con destino a la República Islámica de Irán. El medio de transporte para el cargamento serían los aviones de la línea aérea Conviasa destinados a la ruta Caracas-Damasco-Teherán. Sobre el tipo de material que se vendería al país del Medio Oriente apenas se hizo una referencia: su utilidad para la producción de petróleo.

    Ningún vocero de los ministerios de Relaciones Exteriores o de Defensa ha dado explicaciones públicas sobre la transacción con ese material sensible, cuya fabricación y distribución está monopolizada por el Estado o sujeta a su autorización. Sin embargo, datos del Instituto Nacional de Estadística confirman que durante 2010 se exportaron a Irán 5,5 toneladas de explosivos por un valor de 380.000 dólares. Las características de los despachos coincidieron con los términos de la planificación sirio-venezolana.

    Los cargamentos ­según los datos del organismo­ salieron desde territorio nacional a través de la aduana del aeropuerto de Maiquetía. En otras palabras: fueron transportados en aviones. El año pasado, ningún otro comprador en el mundo recibió de Venezuela este tipo de productos, que representaron casi 75% del total de las mercancías dirigidas al país gobernado por Mahmoud Ahmadineyad, a quien el presidente Hugo Chávez considera un “aliado estratégico”. No hubo otro bien que despertara más interés de los socios persas, según los registros de exportaciones no petroleras del INE.

    Quien quiera calificar de explosiva la relación binacional no cometerá un despropósito.

    Cavim ha recibido apoyo de una contratista iraní para construir una planta de pólvora de uso bélico en su sede de Morón, en Carabobo. El intercambio de cartuchos por ingeniería es una de las áreas de la cooperación entre ambas naciones, la cual se ha estrechado en los últimos 5 años. Los nexos militares se han traducido en proyectos de más de 70 millones de dólares, según informes gubernamentales. En abril de 2009 se firmó en Caracas un memorándum de entendimiento que fue descrito así por Mostafa Mohammed Najjar, entonces ministro de la Defensa de Irán: “La cooperación servirá para resguardar la paz y la tranquilidad en pro de todos los pueblos de la región”.

    Las actividades iraníes-venezolanas son seguidas con atención por la comunidad internacional a pesar del velo de opacidad que las recubre. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ­instancia igualmente cuestionada por las cancillerías de Teherán y Caracas­ ha impuesto sanciones al gobierno de Teherán para presionarlo a rendir cuentas sobre un programa nuclear que despierta inquietudes globales, a pesar de que ellos aseguran que tiene fines pacíficos.

    La ONU ha prohibido las transferencias de armas convencionales ­existen siete categorías que incluyen tanques, barcos, aviones de guerra, además de equipos como lanzacohetes y fusiles, entre otros­ y de los llamados “materiales conexos” ­municiones y repuestos, por ejemplo­ que provengan o se dirijan a la nación asiática.

     

    Los iraníes han mostrado interés en minas localizadas en Táchira, donde puede extraerse uranio a partir de rocas fosfáticas.

    Usos múltiples:

    Los explosivos enviados a Irán fueron clasificados bajo el código arancelario 36020090, que tiene un título que oculta más de lo que revela: “Los demás”. En ese renglón se registraron también importaciones desde Estados Unidos y Argentina en 2010. De acuerdo con la normativa aduanera que se aplica en Venezuela y en el área andina, en la categoría se incluyen generalmente productos elaborados a base de dos tipos de sustancias: los cloratos y los percloratos. Ambas son familias de sales con propiedades combustibles cuyo uso, según los fabricantes mundiales, ha disminuido progresivamente debido a su impacto contaminante en las aguas: en ellas se disuelven con facilidad.

    Los cartuchos utilizados en la industria petrolera, algunos de los cuales se hacen con los componentes mencionados, deben tener poder suficiente para generar en el subsuelo ondas sísmicas que permitan a los geofísicos identificar acumulaciones de hidrocarburo.

    Un general de división retirado del Ejército, que pidió no ser identificado, precisa una razón por la cual incluso productos con fines civiles son controlados: “Potencialmente, cualquier material semejante puede tener uso militar, criminal o terrorista”.

    Los explosivos no aparecen mencionados en las cuatro resoluciones emitidas por el Consejo de Seguridad de la ONU contra Irán entre 2007 y 2010. Sin embargo, el panel de expertos que supervisa las sanciones incluyó a los detonantes de uso bélico en la lista de “material conexo” cuyo comercio está prohibido, de acuerdo con un informe oficial que se filtró a la prensa internacional el año pasado. Los especialistas reconocieron que hay explosivos con aplicaciones civiles ­se emplean principalmente en la industria minera, además de la petrolera­ pero formularon la recomendación de precisar con mayor claridad los ítems sujetos a restricciones más allá de las armas convencionales.

    Una fuente diplomática internacional, familiarizada con las sanciones, fue consultada sobre el caso venezolano: “Si se vendieron cartuchos petroleros, la operación podría ser permisible con dos condiciones. Que se verificara que los usuarios finales utilizaron el material para el propósito que lo recibieron y que se informara al Consejo de Seguridad sobre la transacción”. En una rueda de prensa realizada en mayo, el canciller Nicolás Maduro fue interrogado por un reportero de El Nacional sobre la venta planeada por funcionarios venezolanos y sirios. La pregunta no fue respondida y quedaron las dudas de si cubrieron los pasos recomendados.

    En el informe del panel de expertos filtrado en 2010 se menciona al Gobierno de Siria como un aliado que ha ayudado a su homólogo iraní a romper el bloqueo de armas impuesto por la ONU. El embargo se adoptó con el propósito de evitar que el desvío de equipos bélicos contribuya a desestabilizar el Medio Oriente. Países como Estados Unidos atribuyen a autoridades de Irán y Siria el aprovisionamiento de grupos como Hezbolla y Hamas, que son calificados de terroristas, un adjetivo que voceros oficiales iraníes, sirios y venezolanos le endilgan de vuelta a los estadounidenses. En un programa Aló, Presidente de diciembre de 2008, Chávez negó la versión publicada por el periódico italiano La Stampa de acuerdo con la cual el Poder Ejecutivo también prestaba colaboración para romper el bloqueo. “Ahora sale en los periódicos del imperio que yo le envío armas a Siria a través de Irán en los vuelos de Conviasa. Empezaron a inventar. Es la agresión permanente contra Venezuela”.

     

    Irán podría desencadenar una crisis como lo fue la de los misiles de Cuba.

    Planta atrasada:

    Cavim ha sido pieza central de la relación militar binacional. La empresa es responsable de 4 contratos firmados con proveedores iraníes, según la Memoria y Cuenta que presentó el Ministerio de la Defensa en 2007. La lista incluye la adquisición de aviones no tripulados por 28,5 millones de dólares; la repotenciación de los motores de los cazas F-5 por 23,3 millones de dólares y la instalación de una fábrica de fulminantes por 2,9 millones de dólares. Otro proyecto figura entre los más importantes: la instalación de la planta de pólvora, cuyos equipos se presupuestaron en 13,25 millones de dólares. En 2006, se entregó a la contratista ­cuyo nombre no se menciona­ un anticipo de 6,62 millones de dólares, de acuerdo con el documento oficial. Al cabo de 5 años, la obra no ha sido culminada. El coronel Rafael López Monasterio, gerente de producción y servicios de Cavim, dio la última información oficial sobre el estatus de la planta en abril pasado. En una declaración al diario La Costa de Carabobo, afirmó que la instalación tenía 80% de avance y no sería estrenada sino a principios de 2012.

    No confirmó fecha del arranque de operaciones.

    Fuentes internas de la empresa militar afirman que el trabajo se proyectó originalmente para un plazo máximo de 3 años. Atribuyen las demoras, entre otras razones, a la actuación de compañías venezolanas a las que se les asignó la edificación de parte de la infraestructura. Así lo expresan en un documento: “Es difícil prever la inauguración, porque las malas políticas gerenciales y los altos costos de construcción han mermado la inversión inicial que ha ido a parar a manos de empresas contratistas sin experiencia en este tipo de construcciones”.

    Las versiones sobre el atraso también han sido puestas a circular públicamente por usuarios de Twitter que lanzan mensajes al Presidente de la República como lo hacen los náufragos que depositan una nota de papel en una botella.

    “A Cavim Morón envíe a alguien que de verdad quiera sacar adelante a nuestra empresa. Ahí está la planta de pólvora retrasada. Confírmelo. S.O.S.”, escribió @gerzon345 el 10 de junio. Una fuente de la compañía habla del retraso con estas palabras: “Hasta los iraníes se han incomodado por la falta de eficiencia que han visto y han expresado gran preocupación”.

    La necesidad de la fábrica fue argumentada por el primer mandatario en septiembre de 2006, cuando su homólogo iraní visitó Caracas. La pólvora empleada por la Fuerza Armada Nacional es importada y el requerimiento de la materia prima se elevó esencialmente porque Cavim pasaría a fabricar una nueva línea de municiones para los 100.000 fusiles AK­103 rusos que fueron adquiridos para sustituir a los FAL. “Nos tenían en el atraso”, dijo Chávez con respecto a la dependencia de los suministros externos que se mantiene.

    Sanciones:

    Estados Unidos aplicó una sanción unilateral a Cavim en 2008 por los proyectos que ejecuta con ayuda iraní. El castigo fue ratificado en mayo de este año en medio de las reacciones de rechazo oficial de Venezuela. Los voceros de la nación norteamericana no han sido específicos sobre las razones que llevaron al Gobierno de ese país a adoptar las medidas que limitan el uso de licencias por parte de la industria militar nacional.

    Diplomáticos estadounidenses no quisieron declarar sobre el tema: argumentaron que no podían ofrecer detalles para no poner en riesgo a fuentes de inteligencia. La ley sobre la que se basaron las sanciones penaliza las transferencias tecnológicas no sólo a Irán, sino también a Siria y Corea del Norte, un país que ya alcanzó el desarrollo de armas nucleares de largo alcance. Un camino que, según temen las grandes potencias, es transitado ahora por los aliados del Ejecutivo. El discurso antiimperialista del Gobierno venezolano pone al país bajo la lupa mundial.


    Por: DAVID GONZÁLEZ
    DGONZALEZ@EL-NACIONAL.COM
    Internacional | Diplomacia
    EL NACIONAL


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