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    El Chacal: “Fidel Castro mató más gente que yo”

    Ilich Ramirez Sanchez aspira a volver
    al país para hacer trabajo político

     

    Carlos el Chacal regresa al banquillo .

    Su defensa advierte que será la estocada final para impedir su extradición a Venezuela.

    Mañana comenzará en Francia otro juicio contra el terrorista por atentados que causaron 13 muertes entre 1982 y 1983

    Francis Szpiner, representante de los afectados, dijo que en las audiencias se verá si el acusado sigue siendo peligroso.

    Carlos cumple condena a cadena perpetua, pero los abogados de las víctimas esperan que el proceso impida la posibilidad de que le concedan libertad condicional.

    Isabelle Coutant-Peyre, esposa y defensora de Ramírez Sánchez, afirmó que las decisiones de la justicia francesa carecen de legitimidad porque su marido fue capturado en Sudán en 1994 sin una orden de aprehensión internacional. “Tiene el derecho de pedir su repatriación”.

    Mañana comienza otro juicio contra Ilich Ramírez Sánchez por 4 atentados ejecutados en Francia en la década de los ochenta, que causaron 13 muertos y 161 heridos. Los abogados de las víctimas esperan que este proceso limite su posibilidad de lograr la libertad condicional en los próximos años.

    Lunes 29 de marzo de 1982. El tren de alta velocidad Le Capitole, que cubre la ruta París-Toulouse, lleva 7 minutos de retraso. Ya son las 8:40 de la noche y los pasajeros que se dirigen a la ciudad de Limoges miran el reloj con impaciencia, mientras avistan la estación desde sus ventanas. Repentinamente, se escucha un estruendo sordo.

    Nadie entiende lo que ocurre, pero todos parecen estar bien.

    Todos menos los viajeros del vagón 18.

    Aunque marchaban a 140 kilómetros por hora, el conductor logró frenar el tren sin salirse de los rieles. Al bajarse, los pasajeros descubrieron que una explosión había destruido la mitad del segundo vagón, el mismo que el entonces alcalde de París, Jacques Chirac, tomaba cada semana excepto aquella tarde, cuando un colaborador le ofreció trasladarlo en un avión privado.

    Humo espeso, gritos desgarradores, personas ensangrentadas que caminaban como zombies. El coche 18 de Le Capitole expulsó de todo, incluso 2 cuerpos que quedaron atrapados en los cables de la línea eléctrica al lado de los rieles. Un par de días después, la edición de Le Monde detalló que una enfermera y un médico que viajaban a bordo no encontraron kits de primeros auxilios, así que limpiaron las primeras heridas con el whisky que servían en el vagónrestaurante. En este atentado murieron 5 personas: Jaques Combret (29 años de edad), Bernard Novelle (45 años), Louise Sainville-Hermine (72 años), Jean Pierre Calin (62 años) y Marie-Claire Bardon (47 años), hermana del ex ministro de Economía y Finanzas francés Jean Pierre Fourcade.

    Otras 27 personas resultaron heridas. La explosión no provocó más víctimas porque los 7 minutos de retraso impidieron que la bomba colocada en el tren estallara en la estación de Limoges.

    Al principio se barajaron tres hipótesis: el transporte clandestino de explosivos, un accidente en la maquinaria del tren o un ataque perpetrado por Carlos, un militante del Frente Popular para la Liberación de Palestina que días antes amenazó al Estado francés para exigir la liberación de Magdalena Kopp y Bruno Bréguet, compañeros de lucha.

    Ambos fueron capturados el 16 de febrero de aquel año, mientras trasladaban cinco kilos de explosivos.

    Ilich Ramírez Sánchez fue líder de las Juventudes Comunistas del Liceo Fermín Toro de Caracas en los años sesenta y pisó Venezuela por última vez en enero de 1970. Cinco años después se convirtió en emblema del terrorismo internacional, cuando comandó el secuestro de once ministros de Energía que se reunieron para la Cumbre de la Organización de Países Exportadores de Petróleo en Viena. Escogió “Carlos” como su nombre de lucha y un periodista del diario británico The Guardian lo bautizó como “el Chacal” porque en un apartamento que Ramírez habitó en Londres se encontró un ejemplar de la novela El día del Chacal del escritor Frederick Forsyth.

    Además del atentado contra el tren Le Capitole, Ramírez será juzgado desde mañana por otros tres atentados. El segundo fue la explosión de un vehículo en la calle Marbeuf de París, a pocos minutos de los Campos Elíseos, donde murió 1 persona y 63 resultaron heridas. Los otros 2 ataques se registraron el 31 de diciembre de 1983: casi simultáneamente estallaron sendas bombas en la estación de trenes de Saint Charles de Marsella, donde fallecieron 5 personas, y en el tren de alta velocidad entre Marsella y París, cerca de la ciudad de Tain L’Hermitage, donde murieron 2 pasajeros. Alrededor de 70 personas fueron heridas aquel fin de año.

    En vista de que el concepto de terrorismo no existía en la legislación francesa en la época en la que se cometieron los atentados, Ramírez será acusado esta vez por los delitos de destrucción y degradación de inmobiliario público con sustancias explosivas, con el agravante de que los atentados causaron la muerte de 13 personas e hirieron a 161. El juicio comenzará mañana y la sentencia final se emitirá el 16 de diciembre.

    Aunque ya cumple una condena por cadena perpetua, este proceso puede cerrar definitivamente el candado de su celda y condicionar un eventual pedido de libertad condicional por parte de su defensa, así como la posibilidad de que prospere una negociación política entre el Estado venezolano y el francés para decidir su repatriación.

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    El quiebre del mito:

    El 22 de abril de 1982, a las 9:30 de la mañana, estalló un Opel con matrícula austríaca en la calle Marbeuf de París. Justo a esa hora comenzaba el juicio contra Bréguet y Kopp, en el que fueron condenados a 5 y 4 años de prisión respectivamente. Ese día, los caminos de Ilich Ramírez y el abogado Francis Szpiner se cruzaron por primera vez. Szpiner participó en aquel juicio como representante del funcionario que detuvo a Bréguet y a Kopp. Luego del estallido del carro bomba, fue testigo de un operativo de seguridad inédito en el Palacio de Justicia para garantizar la integridad de los demandantes y del personal administrativo de los tribunales. En ese momento decidió que perseguiría a Carlos hasta verlo tras las rejas.

    Especializado en legislación antiterrorista, Szpiner también defendió a las familias de los 2 agentes franceses de contraespionaje asesinados por Carlos en 1975, en el caso por el que fue sentenciado a cadena perpetua en 1997.

    A partir de mañana volverá a enfrentarse a él como abogado de los 16 querellantes que lo demandan por los atentados de 1982 y 1983. El grupo de demandantes está integrado por víctimas directas de los ataques, familiares de éstas y la Federación Nacional de Víctimas de Atentados y Accidentes Colectivos de Francia, una organización no gubernamental que ha prestado asistencia a los afectados y ha colaborado en la elaboración del expediente contra Carlos.

    Szpiner indica que este juicio no tiene gran valor penal porque ya Ramírez recibió la máxima condena que establecen las leyes francesas. Le atribuye, más bien, una “función pedagógica” por las lecciones que puede ofrecer. “Creo que se logrará la desmitificación de Carlos porque este tipo de procesos se propone demostrar que los terroristas son asesinos que no pueden legitimar lo que hacen. Es hora de despojarlos de las máscaras y evidenciar que son criminales como cualquier otro”.

    El abogado francés dejó de considerar a Ramírez un personaje legendario en el juicio de 1997. “Tenemos la imagen de que es un terrorista romántico, con un aire al Che Guevara de los afiches que colgamos en la habitación. Hace 14 años yo esperaba encontrarme con un gran revolucionario y al final se comportó como un ladrón de gallinas. En aquella ocasión no asumió sus actos, se refugió en la organización, en una especie de entidad colectiva que era responsable por lo que hizo, cuando en realidad él mató a los policías e hirió a otro investigador con sus propias manos para escapar”.

    En vista de que la sentencia de Ramírez no establece un plazo mínimo de cárcel para solicitar la libertad condicional, Szpiner advierte que este juicio es una oportunidad para que Carlos demuestre que está listo para reinsertarse en la sociedad, después de haber estado 17 años en prisión: “O nos encontramos con un hombre que ha pasado la página, y por tanto nosotros también podemos pasarla y permitirle que se vaya a casa; o nos enfrentamos a un hombre que mantiene su peligrosidad intacta y sigue siendo una amenaza. En mi opinión, es allí donde radica el valor subliminal de este proceso”.

    El salvavidas de la repatriación:

    Isabelle Coutant-Peyre es la abogada defensora de Carlos y la tercera esposa con la que ha contraído matrimonio por el rito musulmán.

    Desde su despacho en el bulevar Sant Germain, descarta la posibilidad de que un juez francés le conceda a su cliente la libertad condicional.

    El núcleo de su alegato radica en que la detención de Carlos, el 15 de octubre de 1994, se ejecutó en Sudán sin una orden de captura internacional, y por tanto todas las causas sancionadas en su contra por la justicia francesa serían ilegítimas. La abogada considera que la única salida posible para Ramírez es que el Gobierno venezolano solicite su extradición. “Desde el momento en que Francia secuestró a Carlos en Jartum, Venezuela tiene el derecho de pedir su repatriación. Ningún responsable político venezolano ha hecho nada para que él regrese a su país. A pesar de las declaraciones que han ofrecido el presidente Hugo Chávez y el canciller Nicolás Maduro, nunca nos han brindado ningún apoyo”, precisó.

    En 1999, Chávez le respondió una carta a Ramírez en la que le expresaba simpatía por su causa. Durante una reunión de delegados de partidos de izquierda celebrada en Caracas en noviembre de 2009, el Presidente dijo que el Gobierno francés “secuestró” a Carlos y que consideraba injusta su condena a cadena perpetua. “En Francia lo acusan de terrorista. Pero Carlos fue un luchador revolucionario. Yo lo reivindico”, declaró.

    La abogada de Carlos denuncia que el juicio que empieza mañana es “un nuevo pretexto para bloquear su repatriación, porque le imputarán otros daños y perjuicios para impedirle volver a su país”.

    Ajetreada con los preparativos de la defensa, CoutantPeyre se ocupa también de una demanda que introdujo hace tres semanas contra el ex ministro del Interior Charles Pasqua, que reconoció públicamente haber ordenado la detención de Carlos fuera del territorio francés.

    La defensora sostiene que el objetivo primordial de las víctimas es obtener una indemnización económica por los atentados. Sin embargo, Françoise Rudetzki, representante de la asociación que agrupa a los querellantes, recordó que ya los afectados recibieron compensaciones en los años ochenta.

    Hoy lo que buscan es el resarcimiento moral. “Algunos de los demandantes están impacientes, otros tienen miedo, muchos quieren escuchar a Carlos explicarse, otros quieren expresar su dolor. Todos esperan que este juicio sirva para que las nuevas generaciones aprendan a afrontar mejor la amenaza del terrorismo”, detalló Rudetzky. Ninguno de los demandantes ­que se han mantenido alejados de los medios de comunicación­ accedió a conversar para este reportaje.

    Coutant-Peyre refiere que este juicio ha tardado casi 30 años en celebrarse porque el expediente estuvo cerrado por falta de pruebas que implicaran a Carlos en los atentados.

    Szpiner, por su parte, alega que los magistrados antiterroristas engavetaron el caso porque Ramírez ya había sido sentenciado a cadena perpetua y no constituía una amenaza para el Estado dado que estaba en prisión desde 1994.

    Francia mantuvo a Carlos separado de otros reclusos durante los primeros 8 años de detención. En 2006, la Corte Europea de Derechos Humanos rehusó condenar al Estado francés por violar los derechos de Ramírez, al considerar que su peligrosidad ameritaba medidas especiales de seguridad. Sin embargo, el tribunal cuestionó que este tratamiento haya durado tanto tiempo y llamó la atención sobre las severas restricciones a las que fue sometido. Hace 2 semanas, Ramírez hizo unas declaraciones telefónicas desde la prisión de La Santé a una emisora francesa y fue aislado. En protesta, se declaró en huelga de hambre durante 10 días. Una vez levantado el castigo, regresó a la celda donde dispone de una vieja computadora para leer el dossier de instrucción y preparar el juicio que podría frustrar definitivamente su intención de volver a pisar, después de 41 años, tierras venezolanas.

    Por: VALENTINA OROPEZA
    VALENTINA.OROPEZA@GMAIL.COM
    PARÍS | FRANCIA
    Internacional | Diplomacia
    EL NACIONAL




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