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    HomeEditorialLaureano Márquez: Perspectivas económicas 2012

    Laureano Márquez: Perspectivas económicas 2012

    Humor en serio

     

    Yo no sé nada de economía, pero no importa, el que maneja la cosa tampoco. Así pues, que yo pontifique mostrando mis perspectivas para el año que ya casi termina (¡porque este año ya se fue!) tampoco es grave. Por lo que he escuchado de los especialistas, este será un año excelente, gracias a que las finanzas públicas del país serán muy mal manejadas. En otras palabras: es un excelente negocio para todos que Venezuela se hunda. Es extraño, quizá eso no pueda entenderlo la primer ministro alemana que maneja una economía de Merkel, donde hay que ser eficiente, echarle bolas y producir.

    Entre nosotros no hace falta ser productivo, sino que suba el precio del petróleo. Ser rico es buenísimo, por lo visto, cuando de un país se trata.

    En materia cambiaría el dólar seguramente se mantendrá este año electoral a la misma tasa. El año venidero será otra cosa, así que aprovechen de viajar todo lo que puedan y disfrutar de ese subsidio que el Estado socialista ofrece a los mas adinerados para que disfruten del imperio al que estamos destruyendo, que es el mismo que nos suministra ­al pagar nuestro petróleo­ los dólares que se gastan allá mismo.

    ¡Qué rara manera de destruir a un imperio! Pero en fin, mientras el cupo aguante, que la voluntad no falte. El barril de petróleo está calculado en el presupuesto a 50 dólares y se vende a 100 o más. Gracias a ello se podrá también este año robar sin control el 50% del ingreso petrolero. Escuché una vez a un escuálido decir que él hacía negocios con el gobierno porque si se le dejaba ese realero, se lo iban a robar ellos solitos.

    “Eso es lo que se llama democratización del producto interno, bruuuto”, me dijo.

    ¡Qué complicada la macroeconomía! En nuestro mejor momento de bonanza petrolera, por qué producir. Para generar “soberanía alimentaria” nuestro gobierno destruye el sistema productivo nacional e importa todo. Eso se debe a que el gobierno trata de acabar con el sistema capitalista, pero el de aquí, porque el de los países de los que importamos se fortalece gracias a nosotros. Conclusión: el capitalismo es malo, pero en Venezuela, en el resto del mundo es buenísimo. Recomendación: no trate de hacer nada productivo ni eficiente. Métase en un guiso, que este año habrá y de los buenos.

    En términos de política monetaria se hará efectivo eso que en Venezuela se conoce popularmente como el “va a haber billete en la calle”. Eso parece que traerá aumento en la inflación (que ya es la más alta del continente y una de las más altas del mundo) porque cuando hay real sin productos que comprar las cosas suben, vainas del socialismo. Vale la pena resaltar que ese dinero que va a estar en la calle puede ser suyo, métase eso en la cabeza.

    En conclusión, este año (o lo que queda de él, ¡avíspese!) será un año con una inflación cercana al 30%, con restricciones de divisas, política monetaria expansiva, mayores niveles de pobreza (gracias al aumento de los precios del petróleo), déficit fiscal inmanejable, altos niveles de corrupción, decrecimiento económico y mayor deterioro de la economía, en definitiva: un excelente año para hacer negocios en el país. Aproveche porque este año la cosa se acaba y si Venezuela toma el camino de la eficiencia productiva no quedará de otra: habrá que trabajar.

    El que te conté nos anuncia que está a puntico de pedir una sesión adicional a la Asamblea para “continuar” con su discurso de memoria y cuenta. Si la memoria no estuvo completa, pues, no fue por olvido, sino por falta de tiempo. Tampoco el presidente quería abusar de sus interlocutores con las otras nueve o diez horas que deben restarle de discurso. Por lo tanto es mejor picarlo en dos o en tres pedazos. También se podría presentar una memoria y cuenta semanal de unas dos horitas, para no tener que generar ese acumulado. Y si nos ponemos intensos, todas las tardes, al regreso del trabajo, el presidente se podría dejar caer por el Palacio Federal y contarnos en unos cuarenta minutos la memoria del día.

    Recordar es también olvidar lo no esencial de las cosas que uno recuerda. La tragedia de “Funes el memorioso”, relatada por Borges en el cuento homónimo, era que lo recordaba todo. “En efecto, Funes no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado”. Así por ejemplo, memorizaba todos los perros que conocía individualmente, pero era incapaz de comprender la idea genérica de perro: “ le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)”. De tal manera que sólo podía acercarse a las cosas en su extensión, pero nunca en su concepto. Ireneo Funes, que todo lo recordaba, no podía, sin embargo, pensar, porque el pensamiento también es olvido de lo no esencial. “Le era muy difícil dormir. Dormir es distraerse del mundo”.

    Dice Borges que Ireneo “Dos o tres veces había reconstruido un día entero; no había dudado nunca, pero cada reconstrucción había requerido un día entero”. Lo malo de esto es que te quedas en el tiempo y entonces, en vez de 13 años, tienes el mismo año repetido 13 veces. Creo que nuestro amado líder padece del mismo mal que Funes, recuerda demasiado, por tanto, todas las horas serán insuficientes. Habría que hacer una cadena de 24 horas diarias durante los 365 días del año, para que su “memoria y cuenta” quedara adecuadamente registrada. De lo contrario, siempre quedará algo fuera, pero quien no hace otra cosa que recordar no vive, se eterniza en lo mismo. Lástima que tanta memoria no nos sirva para ayudarnos a pensar por qué el país del barril de a más de cien dólares, este país cotidiano de los que andamos sin escoltas por las calles en colas, en supermercados, cayendo en huecos, en atracos, esta tan distante del que él nos cuenta. Es el mismo problema de Ireneo Funes: recuerda tanto, que lo olvida todo.


    Por: Laureano Márquez

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