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    El juez Aponte, el último eslabón de la DEA hace arrugar al chavismo



    Por ahora, al menos sabemos que clase de criminales que este régimen oprobioso ha puesto a dirigir la justicia y la forma como ilegalmente la manipula.

    “Como diría Fidel Castro, la
    justicia tarda, ¡pero llega!”

     

    Aponte, el eslabón más valioso que tiene la DEA para imputar a Chávez por narcotráfico.

    En diciembre de 1999, Hugo Chávez asume el poder en Venezuela. El nuevo gobernante hace suyo el pensamiento del Che Guevara: “al enemigo hay que golpearlo donde más le duela”. Un refrito, de lo dicho por el Che… que Fidel había acuñado a la cocaína, para erradicar el prurito moral rojo, que impedía su aceptación total para ser usada cómo arma revolucionaria. Cínico pragmatismo con el que Castro la exaltó al altar marxista. A partir de1989, el tráfico de cocaína figura a la diestra de Carlos Marx que le dio su aprobación a la cocaína cuando vio su valor y el vetusto Engels a la izquierda. Sin embargo, la incursión cubana en la droga terminó en fracaso y Fidel, al verse descubierto por la DEA hizo fusilar a sus dos mejores amigos, el general Arnaldo Ochoa y al coronel Tony de La Guardia, para salvarse él y al prestigio de la Revolución Cubana.

    Ansioso de notoriedad, Chávez une lazos con la FARC y le confiere rango de ejército beligerante. Primer paso para la aceptación narco guerrillera, del grupo rebelde de Marulanda y despertar la admiración de Fidel Castro, expulsa a la DEA de Venezuela y convierte el Orinoco en la autopista fluvial de la cocaína producida en Colombia.

    Esta decisión permitió que la FARC incrementara la producción del alcaloide y su exportación, protegida por el gobierno nacional por gran río hasta el Atlántico. Expansión que marcó el debut de Hugo Chávez en el cotarro mundial del narcotráfico, para seguir golpeando a su odiado enemigo, Estados Unidos donde más le duela, la destrucción de su juventud y para presentar anunciar al mundo, su despropósito ideológico -sin pies, ni cabeza- el tal Socialismo del Siglo XIX.

    El entusiasmo de los Castro:

    A pesar del susto de 1989, Fidel Castro –supuestamente- no había vuelto a incursionar en el negocio de la droga. No obstante, por lo bajo, le atribuía una frase ambigua: “el tráfico de cocaína no es bueno, pero tampoco es malo”.
    A la calladita, el jefe cubano armaba su juego con la izquierda mexicana vinculada a los carteles de Juárez, para seguir golpeando dónde más le duela a Estados Unidos, gracias al camarada Chávez.

    En la primera década del nuevo siglo, Fidel cuenta para lograr su objetivo, con la colaboración del alcalde de Cancún, Greg Sánchez -un mexicano, hijo de cubanos radicados en México- después que el padre dejó, el cargo de ministro de Interior, en el gobierno fidelista.

    Como alcalde de Cancún, Greg, gozaba de gran popularidad entre los pobres de la ciudad turística del Caribe mexicano. La gente lo aclamaba porque repartía el dinero a manos llenas. Su popularidad iba en aumento y lo perfilaba como el potencial candidato, del PRD –partido de la izquierda mexicana- a la Gobernación de Quintana Roo, el estado mexicano más cercano a la isla de los Castro.

    Niurka Saliva -la mujer de Greg- si es cubana de nacimiento. Como su padre, un oficial del Servicio Secreto de su país, ella pertenece al G-2 .Niurka y su marido, organizan el correaje -La Habana-Cancún-, para introducir espías castristas en Estados Unidos por las rutas de Los Zetas, uno de los carteles más sanguinarios de Ciudad Juárez.

    El primer eslabón en manos de la DEA:

    La relación –entre- las autoridades locales de, la ciudad balneario del Caribe mexicano, con la droga y el gobierno de Cuba no era nueva en Quintana Roo. Ese vínculo, se remonta a los días del primer escándalo internacional por tráfico de cocaína donde estuvo implicado el gobierno de Cuba y Mario Villanueva, el Gobernador de Quintana Roo.

    Villanueva era un comunista mexicano, militante de vieja data vinculado al círculo de amigos, del canciller Roberto Robaina defenestrado, por el gobierno castrista, por su relación con los militares fusilados, por el tráfico de drogas en 1989. A pesar de haber estado implicado en el delito de la droga cubana, Villanueva logró escapar de ser capturado, por el implacable G-2 cubano y de los sabuesos de la DEA.

    Mas su suerte cambio, en 2008 cuando la policía mexicana le echa el guante al comprobársele que utilizaba como gobernador, el avión de la Gobernación de Quintana Roo, para transportar a México vía Estados Unidos, a agentes cubanos y a su amigo el canciller Robaina, a quien entregaba dinero para refaccionar edificaciones oficiales en Cuba, en el tiempo de los fusilados por el escándalo de droga en Isla.

    Puesto a resguardo, Villanueva fue deportado a Estados Unidos, no sin antes confesar a las autoridades mexicanas, su responsabilidad en los envíos actuales (2008), de la droga procedente de Cuba, a ser traslada a Estados Unidos, por las rutas terrestres mexicanas del Cartel de los Zetas y delatar la vinculación actual, de muchos de los protagonistas políticos internacionales con la droga.

    Delación que no lo salvó, de su deportación a Estados Unidos porque el informe de su delación -dada su importancia- lo entregó, el presidente de México Felipe Calderón, personalmente al presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

    La colaboración de Villanueva, no culminó con el informe al gobierno de su país. Desde su calabozo en la cárcel norteamericana ahondó en sus delaciones, para atenuar algunos años, de la larga condena que le espera en territorio gringo, por sus antiguas correrías revolucionarias.

    En su cautiverio, Villanueva aportó valiosos cabos sueltos, que al unirlos conducirán al ovillo, de un nuevo escándalo internacional por drogas. Tumor, que cuando explote salpicará a los Castros y al gran combo internacional que configuran, sus “alegres” camaradas gobernantes, de algunos países del Caribe y Suramérica. Especialmente, el inefable Hugo Chávez, el pintoresco Presidente de Venezuela, quien quizás no imaginaba hasta ese momento, la magnitud del escándalo internacional en que podría verse envuelto y acelerará su mal en los primeros meses de 2012 y salpicará a los Castros.

    El matrimonio Niurka y Greg se ocupa de dotar documentación mexicana legal a los cubanos y garantiza su ingreso al territorio norteamericano, por los corredores mexicanos de Los Zetas. -¿A cambio de qué? –olfateó la DEA.

    Como, en la era de Pablo Escobar Los Zetas pagan peaje al gobierno cubano y premian a Greg, con prebendas en dólares. ¿Cuál es el por qué, del pago de ese peaje a los cubanos?- se preguntó la policía mexicana.

    Precisado por la DEA, el alcalde es apresado por sus vínculos con la droga e inhabilitado políticamente al no poder justificar, el origen de los 30 millones de dólares detectados, en una cuenta bancaria a su nombre.

    La captura del segundo eslabón:

    En agosto de 2009 fue detenido por la DEA, en Cúcuta, un supuesto capo de segunda, en el negocio de la droga en Venezuela, de nombre Walid Makled.
    Por ese mismo tiempo, el electo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, declaró, “los narcotraficantes mexicanos propusieron a la FARC una lucha conjunta contra los militares de Estados Unidos que operan en bases colombianas”. Por considerar acorraladas a la FARC, por el empuje del ejército colombiano y el apoyo de las bases gringas.

    Otra declaración, anterior, en mayo de 2009, del jefe de la Policía Antinarcóticos de Colombia, general César Rincón, aseguraba que los narcos mexicanos: “estaban interesados en acuerdos políticos y combatir específicamente a las bases gringas, para llegar a compromisos de respeto y acción conjunta”, rezaba el mensaje enviado, por el jefe rebelde Timoleón Jiménez, “Timochenko”, al Mono Jojoy.

    “Los jefes de los carteles mexicanos de la cocaína trabajan en estrecha colaboración con la guerrilla colombiana que le vende o presta toneladas del alcaloide. Los nexos de esas bandas criminales y la FARC son muy fuertes. Por ejemplo, cuando se quedan desabastecidas de coca, por cualquier razón, recurren a la narcoguerrilla para reabastecerse porque la FARC es el gran cártel que controla los laboratorios de la selva”, dijo, el jefe antinarcóticos. El sueño de Fidel -la droga- como arma revolucionaria se materializa.

    Colombia sabotea la entrega del segundo eslabón a la DEA:

    Fidel y Raúl Castro aprovechan la admiración de Chávez por la Revolución Cubana y aceptan complacidos sus dádivas fabulosas, entre otras, la administración de todas las aduanas portuarias de Venezuela.

    En una cárcel de Colombia, el empresario, Walid Makled -el capo de segunda venezolano- rumia su desgracia. Piensa en su inmensa riqueza, en sus habilidades comerciales, en su afortunada inclinación política y en sus contactos chavistas que lo acercaron a instituciones gubernamentales.

    Recuerda, que su vida grande como empresario promisor comenzó, con el gobierno chavista. En menos, de cuatro años compró uno de los mercales más grandes del país. Adquirió 14 mil contenedores en la aduana de Puerto Cabello. En ese breve tiempo logró una concesión para vender fertilizantes de Pequiven, empresa afiliada a PDVSA. Adquiere numerosos barcos y compra la flota de aviones, de la Línea Aeropostal Venezolana.

    Todo un exitoso empresario revolucionario, en estos tiempos difíciles y extraños, el camarada Mackled representaba, la perfecta conjugación del capital privado y la propiedad colectiva socialista. Logro que le abriera las puertas de la revolución para ser aceptado como un camarada ejemplar, uno de los suyos. Elogiado, por escrito hasta por el Presidente Chávez.

    No obstante, el gobierno de Colombia tuvo otra opinión diferente a la del gobierno venezolano, después que descubrió el interés de la DEA, en el capo de poca monta, también, cambió la suya sobre Makled. Porque descubrió que era una valiosa pieza mercantil, con la que podría chantajear al gobierno de Venezuela, para cobrar a Chávez, la deuda, de Venezuela, con el empresariado colombiano.

    Información, que despertó el apetito del estadista exacerbado, después de conocerse del apuro revolucionario venezolano, por silenciar al “Turco”, de quien el gobierno venezolano conocía desde 2005, su poca solidez ideológica del camarada libanés. Interés que aumentó cuando “El Turco” comenzó a cantar cuando lo apresaron los agentes de la DEA, en Cúcuta, el 19 de agosto de 2009.

    Ahora “El Turco” es reclamado en extradición por el gobierno venezolano, acusado de la autoría intelectual, de las muertes, del periodista Orel Zambrano, que investigaba sus vínculos con el narcotráfico y la de un ingeniero agrónomo, de apellido Larrazábal, porque denunció movimientos sospechosos en un fundo, propiedad del “Turco”. A estos delitos se agregaban las acusaciones, por la exportación de cocaína hacia Europa; vía África y el Caribe, pero, sin mencionar rutas ni cantidades.

    Estados Unidos, también lo reclama en extradición, por introducir 10 toneladas mensuales de cocaína, en su territorio. El dedo de la Justicia norteamericana apunta hacia el ex alcalde de Cancún, Greg Sánchez y su mujer, Niurka Saliva, para juzgarlos, por ser los intermediarios de Los Zetas- el cartel mexicano receptor de los envíos, a través de la ruta cubana. Una acusación que no era descabellada decir que salpicó a Walid Makled, sobre quien pesa la presunción de ser sospechoso del suministro de los químicos que alimentan los laboratorios, de cocaína de la FARC, en la selva colombiana.

    Abandonado en su celda, ante su inminente deportación a Venezuela, Walid Makled prendió el ventilador y habló con El Nacional (10-10-10). Se siente traicionado, por los 17 militares de alto rango, los 5 diputados, magistrados del TSJ y dirigentes políticos que fueron sus amigos del PSUV, que figuran en su nómina de beneficiarios de sus favores. “Tengo los vauchers de todos ellos”, asegura, el prisionero.

    Señala a los cubanos de la Aduana de Puerto Cabello, quienes usaron sus barcos y aviones, para enviar muebles, neveras, colchones y otros artículos de línea blanca a Cuba, a cambio de no revisar el cargamento de sus embarcaciones.

    Mientras tanto, Hugo Chávez pese a arrancarle al Presidente Santos la promesa de extraditarlo a Venezuela, a cambio del pago de la deuda contraída no puede dormir tranquilo, hasta no tener a Makled en un calabozo, de su país. Menos puede conciliar el sueño, por la presión de los gringos reclamándolo porque fueron ellos, quienes le echaron guante y tienen sus confesiones. Razones, más que justificadas porque no confía en la sinceridad de Juan Manuel, “su nuevo mejor amigo”.

    Ellos, los de la DEA -piensa Chávez- cuentan con una carta a su favor:

    La amenaza de los diputados gringos, de echar para atrás la discusión en el Congreso de los Estados Unidos, del Tratado de Libre Comercio, que favorece más a Colombia porque redundaría en mayor cantidad de dólares, mucho más que el pago total de la deuda venezolana a Colombia. Motivo, al que se agrega el lúgubre canto que enronqueció a Makled cuando lo zapeó en la DEA al caer preso.

    Suerte, que el honorable Tribunal Supremo de Justicia de Colombia, demostró un apetito feroz por los dólares, al dejar en manos de Santos, el destino de la deportación del narcotraficante y no le paro bolas a la declaración del narco en la DEA, porque no encontró elementos de peso para su deportación a Estados Unidos. Fallo, que Santos anunció al mundo frotándose las manos de gozo: “Walid Makled será extraditado a Venezuela”. Una decisión, si se quiera tímida, que calmó a medias a Chávez porque el telón no ha caído y la amenaza inquisitorial gringa para imputarlo, en el narcotráfico sigue vigente.

    El juez Aponte, el último eslabón de la DEA hace arrugar al chavismo:

    La alegría, por la cancelación de las primeras monedas de plata que Santos recibió por la entrega de Mackled, a Chávez y no a la DEA, sirvió apenas para congelar por un año, el caso de los generales -Henry Rangel Silva, Cliver Alcalá y Hugo Carvajal- señalados por el capo de origen libanés, en el tráfico de cocaína.
    Hasta que hace su irrupción en el escándalo, Eladio Aponte, un irrelevante un coronel de escritorio, de la Guardia Nacional –pero, sabueso favorito de Chávez, que funge como su fiscal militar para perseguir a los alzados el 11-A- 2002 y a los militares de la Plaza de Altamira.

    Conducta perruna como fiscal, que Chávez valoró para elevarlo a la alta magistratura del Tribunal Supremo de Justicia donde devino presidente de la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia. Cargo al que nunca hubiera llegado si no se presta para los crímenes de lesa humanidad, del Gobierno de Hugo Chávez- entre otros- la violación de Derechos Humanos y el tráfico de drogas.

    ¿QUIEN ES ELADIO APONTE? / Gral. (R) Carlos Julio Peñaloza Zambrano: “La historia de un juez que sabe demasiado y que decidió entregarse al enemigo –Estados Unidos- antes que sufrir la misma suerte que Danilo Anderson”.

    En los años 80, estando en Valencia como juez militar en esa guarnición, entró en contacto con el cartel de la droga regentado por un grupo de “prósperos” comerciante árabes valencianos, quienes debían su bonanza a la droga y al lavado de dinero. Para ellos la protección militar era indispensable y estaban dispuestos a pagar. Pronto el general de brigada (GNB) Luis Felipe Acosta Carlés, gobernador del Estado Carabobo, y el general de brigada (Ej) Cliver Alcalá Cordones, comandante de la Brigada Blindada, se unieron a ese combo junto con Aponte.

    Con el tiempo, la luna de miel entre los generales finalizó. Aponte, por ser de la Guardia, se cuadró con el ex gobernador de Carabobo y con Makled. Para entonces la mafia en el Ejército había decidido saltar a Makled y tomar directamente el control de la operación. Entonces Makled decidió vengarse.

    En noviembre del 2005 llego la hora del desquite. Alguien alertó a la policía local y un camión cargado de cocaína de la banda rival a Makled fue capturado cerca del fuerte del Ejército de Carora. El chofer del vehículo resultó ser un conductor del Ejército primo del general Henry Rangel Silva, entonces jefe del SEBIN.

    El general Alcalá alegando que Carora estaba dentro de su jurisdicción pidió que le enviaran al conductor detenido de nombre Héctor Rincón Rangel. Este individuo, junto con el camión que transportaba la droga y su respectivo cargamento fue enviado a Valencia y nunca más se supo del cargamento.

    Posteriormente los presos fueron dejados en libertad en un juicio en el cual Aponte fungió de juez cediendo a presiones de muerte. Los complicados en el Ejército sabiendo que lo ocurrido se debió a una delación decidieron vengarse. Posteriormente, cerca de El Sombrero, aparecieron 1500 kg de cocaína en una finca de un amigo de Acosta Carles. Alcalá fue el acusador y relacionó a su rival Makled con el caso. Acosta respondió diciendo que Cliver se los había sembrado. La guerra de los narco soles había estallado públicamente, pero Chávez ocupado en otras cosas siguió apoyando a Aponte pese a los informes negativos de Alcalá.

    En Valencia, Aponte y Acosta entablaron entrañable amistad con el narcotraficante Walid Makled. En los años siguientes Acosta empezó a otorgar favores al libanés a cambio de dólares, otorgándole entre otras menudencias sendos carnets que lo identificaban como comisionado de las dependencias que dirigía.

    Esta infracción leve se convierte en delito capital cuando se entregan ilegalmente credenciales a conocidos traficantes de drogas. Por allí comenzó Aponte a navegar el proceloso océano del comercio de estupefacientes, haciéndose parte del mismo al saber demasiado del espinoso tema.

    En esas andanzas, el magistrado conquistó amistades poderosas y antagónicas muy peligrosas. Sus mecenas en el gobierno lo llevaron primero a convertirse en el fiscal militar implacable contra los conspiradores del golpe del 11 de abril y los militares de la Plaza Altamira. Estos “méritos” como Robespierre chavista lo catapultaron al Tribunal Supremo de Justicia sin reunir los requisitos mínimos para ese alto cargo. Al llegar al TSJ, la Doctora Luisa Estela Morales lo nombró presidente de los Circuitos Judiciales Penales de Caracas, Zulia y Nueva Esparta. En ese cargo, empezó a cambiar jueces y dictar sentencias en casos de narcotraficantes del cartel liderado por Makled. Sus enemigos lo quieren bajo tierra, porque el lucrativo negocio de la cocaína es mortal y porque Aponte al igual que el general Ochoa, sabe demasiado.

    La inteligencia norteamericana se enteró que el G2 cubano había descubierto en el puerto de La Habana un gigantesco cargamento de cocaína en las bodegas de un supuesto buque tipo “Tango” de la Armada venezolana. Al verificar el fondeadero de esos buques en Puerto Cabello, se confirmó que faltaba uno y los satélites lo detectaron en Cuba.

    Fidel había tomado personalmente cartas en el asunto porque no había sido informado previamente y se preocupó al enterarse que el Capitán venezolano Jesús Aguilarte Gámez era el contacto del cargamento en Cuba. Secretamente envió esta información a Venezuela, exigiendo investigar el hecho.

    Las averiguaciones indicaron que entre los sospechosos por el affaire del buque estaba Aponte, aunque no era el único ni el más importante. Pronto llegó la orden sumaria: el magistrado debía salir de juego. De inmediato, se instaló el Consejo Moral Republicano para conocer el caso y se encontró culpable al indiciado por el delito “trivial” de entregar un carnet.

    Rápidamente, la Asamblea Nacional aprobó por unanimidad la remoción del magistrado, haciendo innecesario el antejuicio de mérito. La Fiscala General Luisa Ortega Díaz anunció el inicio de las averiguaciones de rigor y la justicia revolucionaria comenzó la marcha para “fusilar moralmente” a Aponte, haciéndole perder credibilidad a sus declaraciones.

    En el proceso Aguilarte fue llamado a Venezuela, siendo asesinado en Maracay. En su remplazo fue enviado el general Hugo Carvajal (a) El Pollo, el ex jefe de la DISIP. Tras bastidores quedaba toda la inmundicia del barco sorprendido in fraganti en La Habana y otras menudencias donde Aponte era apenas un humilde miembro del reparto.

    Al destituirlo, el Consejo entregó a Chávez la cabeza del supuesto infractor, dejando impunes a los “grandes” tras bastidores. Lo único que faltaba en esta tragicomedia era acusar a Aponte de traidor. A los creadores de esta habilidosa jugada les salió el tiro por la culata.

    Ante esta acción Aponte presenta su renuncia al TSJ, pero su jugada no es aceptada. Al verse perseguido, decidió huir a Costa Rica para salvar su vida. Allí, cuando estaba a punto de ser secuestrado por un grupo integrado por miembros del G2 cubano y militares venezolanos, el fugitivo resolvió entregarse a la DEA antes que lo mataran.

    Algún día conoceremos el resto de la historia. Por ahora, al menos sabemos la clase de criminales que este régimen oprobioso ha puesto a dirigir la justicia y la forma como ilegalmente la manipula. Como diría Fidel, “la justicia tarda, ¡pero llega!”.

    Mientras tanto, Chávez, ni las Luisas se atreven a nombrar a Aponte y los jerarcas civiles del chavismo, se conforman con mentarle la madre gritándole traidor, a distancia.


    Por: Ángel Rivero
    Periodista
    Politica | Opinión
    Corrupción | Narcotráfico
    Sabado 05 de Mayo, 2012


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