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    HomeElecciónesZenair Brito Caballero: Por los motivadores a que siga escribiendo

    Zenair Brito Caballero: Por los motivadores a que siga escribiendo



    “Descansar es empezar a morir…”

     

    Lo pensé, lo he venido pensando mucho, para decidir no escribir más mis columnas para algunos diarios regionales, al ver que algunos periódicos para quienes he colaborado con mis artículos y columnas ya no me publicaron más como El Impulso y El Informador de mi amada tierra Barquisimetana, La Hora de Porlamar, El siglo de Maracay y El Regional del Zulia.

    Me mueven muchas inquietudes: descansar de la disciplina diaria de expresar mis opiniones y de vez en cuando darle rienda suelta a mis gustos políticos y psicológicos; dejar que los lectores se libraran de mí y que esos diarios para quienes he colaborado durante varios años ya no publicaron mas los artículos que me divulgaban semanalmente .en la página de opinión. ¿Por qué será? ¡¡¡¡¡¡¡No lo se!!!!!

    En fin, descansar, y aunque es insistente el recuerdo de la máxima de Don Gregorio Marañón, el médico español, escritor, autor, entre otras obras, de Tiempo nuevo y Tiempo viejo: “Descansar es empezar a morir”, la desechaba y me decía que ya bastaba que eran muchos años de escribir y de escribir.

    Y sí. El vicio de escribir es mucho. Aquí estoy y seguiré escribiendo como todas los días bien tempranito, sólo ellos me hicieron desistir, esos entrañables lectores a los que llamo motivadores (esa parte de la máquina que surte de energía al resto para que siga en su trabajo). Mis motivadores son los miles de lectores que no conozco tanto nacionales como internacionales, a ellos les agradezco que me lean siempre en todos los diarios que aun me publican y en los blogs de Internet para quienes escribo, los que me proporcionan la energía porque están bien definidos, constantes y no silentes.

    Son los que me llaman a mi celular, me escriben mensajes de texto o me escriben semanalmente correos electrónicos a comentar lo que he dicho algunas veces emocionados, otras con disgusto porque pudo ser más fuerte el artículo.

    Cómo quedarme sin los comentarios de un lector, que en su mensaje, sobre mi última columna me dijo: “…no veo a una Zenair a las cinco de la mañana mirando al Occidente cuando ella siempre ha mirado al Norte”; sin la risa acelerada del amigo Luís Escalona cuando dice “Hoy hubo sopa y seco para los escritores”, o sólo hacer comentarios de otros, cuando no le ha gustado el tema que he tratado; sin los amigos de (España) que me invitan reiteradamente que me vaya a escribir en los diarios de allá; a Julio Belisario que en estos días está callado, él muchas veces me ha dado con sus comentarios temas para mis columnas.

    A muchos que no me imaginan amasando arepas ni como ama de casa entregada, y tantos que se me haría prolijo enumerar, y si bien no escribo los apellidos de los mencionados, es por el temor a que no les guste o a olvidarme de alguno y crea que lo estoy discriminando. Y las mujeres, ellas no escriben, no comentan, sólo cuando en los lugares menos apropiados: templos, Centros comerciales, en la peluquería, siempre me dan el mismo saludo: “Me encantan tus columnas Zenair”

    Si bien en mi amplia carrera como psicóloga, Terapeuta familiar y de parejas, profesora titular universitaria de pregrado y de postgrado y escribidora nunca me han interesado los halagos, digo interesado, porque si digo que no me gustan sería una hipócrita redomada, ¿a quién no le gusta un halago?, creo que hasta a los santos, lo importante es que con ellos no se nos suban los humos y veamos a los otros por encima del hombro y nos creamos merecedores de un Nóbel y no nos permitan aguantar una crítica no favorable.

    Pero hablaba que no me han interesado, en el sentido que mi vida sigue sin anhelos inalcanzables, solo con mi impenitente afán de animar a los talentosos a que sigan adelante a que no desfallezcan, a que exploten el don con el que nacieron y que sean conscientes que el arte en todas sus manifestaciones nos redime de penas y tristezas, nos hace ver a los amigos como pedacitos del alma; nos da paz aunque sea por ratos.

    Escribir es tiempo, es lectura constante, es escuchar y ver los noticieros de televisión, es dolor, es trabajo, es terapia, es catarsis, es disciplina, es superación intelectual, es ensanchar el espíritu, es desfogar rabietas, es sublimizar sentimientos. Y sí. Es conseguir motivadores que no sólo son acicates para seguir, sino que se convierten en amigos que nos quieren bien, por ellos sigo y por ellos haré caso a Don Gregorio Marañón: “Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir, y no dormir sin soñar. Descansar, es empezar a morir”.


    Por: Zenair Brito Caballero
    britozenair@gmail.com
    @zenairbrito

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