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    BOLIVIA: Policías amotinados toman la Plaza de Armas en La Paz



    Los ponchos rojos amos de la ley del chicote, piden ley y orden, lo que para otros es arbitrariedad, desorden y vacío legal.

    “Policías bolivianos
    amenazan a Evo”

     

    El motín policial paraliza la política de Bolivia.

    “Nosotros estamos esperando que nos digan que salgamos a las calles”, dijo Félix Huanca, alcalde de Ancoraimes, uno de los líderes de los Ponchos Rojos.

    Los Ponchos Rojos, de la provincia Omasuyos, llegaron a la Plaza San Francisco y permanecieron mimetizados a la espera de una orden para salir en marcha de protesta. Todos tenían ocultos sus ponchos en bolsas negras.

    Miles de policías bolivianos de rangos bajos se enfrentaron a indígenas aimaras partidarios de Evo Morales en el quinto día de un motín para reclamar mejores salarios, el lunes 25 de junio del 2012, a las puertas del palacio de Gobierno en La Paz.

    “Como lo hemos subido, así lo vamos a bajar” al presidente Evo Morales, dice con furia un suboficial boliviano, vestido de civil y con el rostro cubierto, que protesta en plena Plaza de Armas de La Paz, a metros de la oficina presidencial, en un motín por reclamos salariales.

    LA PAZ.- Policías de bajo rango amotinados por demandas salariales han tomado la Plaza de Armas de La Paz, frente al palacio presidencial, tras chocar con manifestantes favorables al jefe de Estado Evo Morales.

    Al grito de “¡esta es nuestra plaza!” y ¡fuera masistas! (militantes del oficialista Movimiento al Socialismo, MAS) los sublevados, con las caras cubiertas, se lanzaron sobre un minoritario grupo de personas afines al oficialismo que con vestimentas indígenas y pancartas ingresaban a la plaza de gobierno para expresar su respaldo al mandatario.

    A empellones y golpes los desalojaron del área. Los insultos sobre los oficialistas se multiplicaban: “¡pichicateros (drogadictos)!, ¡narcotraficantes!, ¡contrabandistas!”, vociferaban con rabia los amotinados, agitando palos y fierros de manera amenazadora.

    Promesas incumplidas agentes de policía exigen mejor sueldo, protestando en frente del Palacio Nacional en La Paz, Bolivia.

    Sombreros, ponchos, chicotes (símbolo de mando de los indígenas), pancartas, panfletería y ‘whipalas’ (bandera multicolor indígena) les fueron arrebatados y exhibidos como botín de guerra para terminar ardiendo en improvisadas hogueras.

    Los policías rebeldes los dispersaron además con gases lacrimógenos.

    En puertas del palacio gubernamental se trenzaron a golpes mujeres de pollera de origen indígena, personas de la misma clase social, pues los policías de tropa son en su mayoría descendientes de aymaras y quechuas, las etnias que apoyan al presidente Morales.

    Los policías amotinados respondían así a la presencia de manifestantes oficialistas que consideraban provocadora. “¡No provoquen!, ¡no provoquen!”, repetían incesantemente los amotinados, que mantuvieron a raya a sus inermes adversarios, a menos de cien metros del palacio presidencial.

    A través de los medios estatales se había convocado el domingo a los sindicatos afines al gobierno para que expresaran su respaldo al presidente, amenazado según el oficialismo por una conspiración golpista.

    Los sindicatos indígenas afines al mandatario boliviano, los únicos autorizados hasta ahora para manifestarse en ese espacio, eran echados a golpes por los policías que, en otras circunstancias, autorizaban su paso. Cualquier persona con vestimenta indígena era objeto de agresiones y desalojada.

    Los policías llevan cinco días amotinados en todo el país demandando un salario de 2,000 bolivianos ($287, casi un 70 por ciento más de lo que reciben) y han rechazado un acuerdo firmado en la madrugada del domingo, por considerarlo insuficiente. “¡Migajas no, salario sí!”, es el estribillo coreado con más frecuencia por los amotinados.

    Una mujer policía, con el rostro cubierto con una pañoleta blanca le dice a la AFP: el sueldo “no me alcanza para todo el mes y lo que ofreció el gobierno es una burla”.

    Aunque las autoridades han pretendido convencer a la ciudadanía de que las actividades se desarrollan con “absoluta normalidad”, es evidente que el repliegue de los policías dejó a las ciudades sin protección, obligando incluso al cierre temporal de los bancos privados.

    El vicepresidente Alvaro García se quejó que “los amotinados impedían el trabajo de los funcionarios del Palacio Legislativo y la Cancillería”, ubicados en el perímetro de la Plaza de Armas.

    Poco después, en una demostración de fuerza, irrumpió en ese lugar un grupo de 70 policías uniformados, blandiendo armas. Llevaban los rostros cubiertos y chalecos antibalas. Tras ellos, una masiva manifestación de policías coreaba consignas: “¡Con la verde no se juega (aludiendo al color de su uniforme)”, “La verde se respeta” y “No tenemos miedo”.

    “No estamos contra el gobierno, luchamos por una vida digna”, dijo a la AFP uno de los policías rebeldes, mientras la marcha policial vociferaba “¡esto no es un golpe!”

    No faltaron los insultos dirigidos contra el presidente: “Evo, cabrón, el pueblo no es masista”, “Evo resentido, por pichicatero”.

    Motín policial paraliza la política:

    La Asamblea Legislativa y la Cancillería suspendieron sus tareas debido a la medida de protesta de los uniformados, que volvieron a rechazar una propuesta oficial.

    La quinta jornada del motín policial ya afectó al normal funcionamiento de las instituciones bolivianas. Los edificios del parlamento y el Ministerio de Relaciones Exteriores están situados muy cerca de los destacamentos en donde los agentes llevan adelante la protesta.

    Según informó el diario El Deber, el vicepresidente Álvaro García Linera criticó con dureza la medida. “Están impidiendo un trabajo regular de instituciones fundamentales del Estado, esa no es una actitud responsable y que corresponda con la función constitucional de la Policía”, indicó.

    El sitio web del mismo rotativo informó que los uniformados amotinados en la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP) ya se hicieron con el control de la céntrica plaza Murillo en La Paz, luego de enfrentarse con organizaciones sociales afines al oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS), que intentaron irrumpir en el lugar para respaldar al presidente Evo Morales. El Palacio de Gobierno permanecía cerrado, sin que se supiera si el mandatario se encontraba adentro.

    El gobernante sugirió el domingo que detrás de la protesta se esconden sectores opositores que fomentan un golpe de Estado. La idea fue retomada por su segundo, García Linera, quien señaló que “fuerzas oscuras” impulsan la protesta.

    Esa versión fue rechazada por Guadalupe Cárdenas, la representante de las Esposas de Policías -grandes protagonistas de estas marchas-, quien aseguró que sólo pretenden deslegitimar sus reclamos con tamañas acusaciones. “Que nosotros los policías queremos derrocar y desestabilizar a este Gobierno todo eso es mentira “, aseguró.

    Los policías reclaman un salario igual al sueldo que perciben los militares, la abrogación de la Ley 101 de Régimen Disciplinario y jubilación al 100 por ciento. La última propuesta del Gobierno fue rechazada y el conflicto amenaza con desbordarse a otras regiones del país.


    Con información de: EFE
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