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    El Editorial: El enfermo, sobre ruedas



    “En camión para evitar que
    camine y de un traspiés..”

     

    Mientras el futuro político del país depende de un hombre joven que llega al Consejo Nacional Electoral luego de caminar a paso fuerte más de diez kilómetros, ahora el Gobierno saca su gallo tuerto y lo lleva en un camión, entre olores de cebollas y pimentones, componentes fundamentales de un guiso, hasta la sede del máximo ente comicial. No les queda otro remedio, desde luego, porque sin la imagen del líder, aunque sea cojo, el partido de la revolución no tiene sustituto para enfrentar al candidato de la oposición unida.

    Es una lástima que entre tantos civiles y militares que han lucrado sin cesar a la sombra de la revolución no exista un cínico que, al menos, se atreva a elaborar un discurso alternativo por si acaso se le presenta la muerte al jefe y le toca la puerta de repente a medianoche. Existe entre el oficialismo un temor a tener ideas, a mirar al futuro, a pensar una Venezuela diferente, que los venezolanos no saben si atribuir al miedo que existía cuando el general Juan Vicente Gómez o a que en verdad son unos verdaderos tarados, estériles e incapaces de imaginar otro país.

    Exceptuando a tres civiles mediocres y oportunistas como Maduro, Alí Rodríguez y Aristóbulo, a la revolución bolivariana no le queda sino borra de café. Aristóbulo fue adeco gritón de cabilla en mano para arremeter contra los sindicalistas de izquierda en los años sesenta, miembro del MEP para aprovecharse de la figura honesta de Luis Beltrán Prieto Figueroa, de la Causa R para sacarle jugo a Maneiro, del PPT y ahora de PSUV para que lo nombraran ministro de Educación.

    De Maduro sólo se puede decir que llegó a donde jamás pensó y que sobrevive porque no sólo aguanta los insultos de Chávez en el Consejo de Ministros, sino porque respeta los informes de sus ayudantes para no meter la pata. De Alí Rodríguez da pena hablar: un diente roto que se ha promovido como “experto petrolero”. ¡Por el amor de Dios! No tiene idea de la complejidad del problema petrolero mundial y mucho menos del mundo futuro de la energía más allá del petróleo.

    A sus espaldas carga unas viejas maldades cometidas en la guerrilla y, si fuera realmente un hombre honesto, debería develar cómo, cuándo y dónde fueron fusilados tantos integrantes de la guerrilla, mujeres entre ellos, en plena montaña, por un tribunal revolucionario sin poder ni moral para ello. Eso se llama crímenes de guerra y Alí Rodríguez debería decir donde están los restos de esas mujeres y de esos guerrilleros para darles cristiana sepultura.

    Que el candidato presidencial llegue a su inscripción en el Consejo Nacional Electoral como un enfermo que debe ser cargado en un camión para evitar que camine y de un traspiés, nos dice mucho de las debilidades del Gobierno, del aparato burocrático que lo sostiene y del propio partido que devenga dinero a manos llenas para que, apelando en la miseria de ser humano, grite a su favor.


    Por: Redacción
    Politica | Opinión
    EL NACIONAL


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