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    EDUARDO SEMTEI: Henri Falcón, Gregorio Briceño, José Vielma Mora, Dante Rivas



    ¿Qué tienen en común estos
    cuatro personajes?

     

    Bueno, varias cosas. Algunas simples y otras más complejas. Son venezolanos. Son profesionales.

    Graduados con buenas notas en sus carreras universitarias. Son del género masculino y mayores de edad.

    Son figuras públicas. Finalmente lo digo: son o fueron piezas clave en el gobierno revolucionario pertenecientes al chavismo.

    Henri Falcón, considerado por Chávez y todo su equipo como el mejor alcalde de Venezuela, era felicitado constantemente por el Presidente. Lo alababa. Lo celebraba. Sin embargo, Henri empezó con una pensadora, con una opinadera, hablaba con libertad, no seguía al pie de la letra los gritos episódicos de Miraflores. Llegó a gobernador tratando de ser oído.

    Eso era inadmisible. La ruptura era evidente. Henri es un valor democrático y un buen alcalde y buen gobernador indistintamente de quien sea el Presidente.

    Gregorio Briceño también fue considerado uno de los mejores gobernadores. Obras son amores y al monaguense no le gana nadie. Briceño ganó con 64,86% de los votos; Falcón con 73,52%. Ninguno, pero ninguno de los otros gobernadores chavistas se le acercó. Fueron los dos más votados, los más queridos por su pueblo. Esa es otra característica común que el Coyote de Miraflores no admite. Es celoso. Le gustan los chismes, envidioso, absolutamente egocéntrico. Vielma Mora fue un eficiente funcionario en el Iaaim. Lo modernizó. En los pasillos de su oficina en el Seniat tenía alrededor de 200 placas de agradecimiento. No era un maniático del color rojo. No perseguía a nadie. Mario Villegas y yo mismo trabajábamos allí sin problemas. Vino el Sr. Cabello y nos persiguió hasta sacarnos.

    Vielma era respetado y querido por el personal seniatero. Modernizó las oficinas, mejoró el sistema de recaudación, hizo convenios con todos los bancos públicos y privados, defendía el merecido ascenso del personal, aun si no fuesen rojos rojitos. No abusaba del cierre de empresas. El personal trabajaba confiado, seguro, orgulloso.

    Subió la recaudación, la multiplicó. Quien se le acercaba por un consejo o un favor siempre lo recibía sin que Vielma calculara un provecho particular, pecuniario.

    Nuestro gobierno, el de Henrique Capriles, debe tenderle la mano, considerarlo como posible funcionario, como asesor.

    No debe temblarle el pulso para que Vielma regrese al Gobierno.

    Ese es otro rasgo que lo equipara con Falcón y con Briceño.

    Finalmente Dante Rivas, un ejecutivo joven, ex director del Saime, la antigua Onidex. Miren que habían pasado presidentes tras presidentes, ministros tras ministros, directores tras directores y el gato indómito de la Onidex/Saime seguía sin el cascabel. Para obtener un pasaporte, primero se pagaba un dineral para una fulana cita y luego otro dineral para retirarlo. Dante acabó con esa maldición. Ahora la cita es inmediata y, ¡asombro!, el documento le llega a su casa igual que en Estados Unidos, igual que en Suiza, que en Japón. Ahora Dante tiene otro reto, resolver otro anatema: el del INTT. Otro hueso, otra colina empinada. Dante está confiando. Dante tiene su equipo. Por cierto, Dante es como Vielma Mora. No persigue a nadie. Quien le pide un favor, sea rojo o azul, lo recibe sin mordida. Nuestro gobierno, el de Henrique Carriles, debe tenderle la mano, considerarlo como posible funcionario, como asesor.

    De esos cuatro personajes, tres se enfrentaron frontalmente con el Coyote. Son tratados con odio, criticados, son los traidorcitos. ¡Qué casualidad! Los funcionarios electos o designados más eficientes, más votados, más reconocidos dentro del chavismo, parecen tener un fin similar. Uno de nuestros valores democráticos: el respeto a la diferencia. Un juramento que hoy hacemos: no perseguiremos a nadie y quienes hagan bien su trabajo nos tendrán de aliados.

    Tienen un lugar en el próximo Gobierno. Somos distintos porque somos mejores.


    Por: EDUARDO SEMTEI
    @ssemtei
    POLÍTICA | OPINIÓN
    EL NACIONAL
    LUNES 30 DE JULIO DE 2012


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