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    Edit.TalCual: Y esa corrupción…qué?



    “Venezuela ha sido devorado por
    la incapacidad y la rapiña..”

     

    Durante tres lustros al menos, en la antigua era democrática, la corrupción se convirtió en la explicación casi única de todos nuestros males y penurias, en el mecanismo más rápido y eficaz de ascender políticamente para denunciadores osados, la más flamante bandera electoral y el taladro mediático incesante para socavar el Estado, y la democracia, en pro del liberalismo salvaje.

    Sin ir mas lejos el candidato Hugo Chávez no dijo otra cosa en su victoriosa cruzada hacia el poder sino que iba a llevar a centenares, o miles, de depredadores de los bienes del pueblo a una especie de circo romano donde pagarían sus fechorías, sobre todo los adecos.

    Allí el asunto se hace paradójico. Ya en Miraflores y con una altísima popularidad inicial no hizo pagar a nadie por los muchos platos rotos del oscuro pasado: no se juzgó a tanto supuesto pícaro, ni hubo acusaciones ni siquiera denuncias claras y precisas, verdaderas o falsas. Los cuatro o cinco casos que sonaron se debieron más a venganzas personales y se evaporaron de inmediato. Es una de las mayores mentiras del gobierno más mentiroso de la historia patria. Habría que concluir que la “cuarta república” había sido manejada, a la luz de ese estruendoso silencio, con la probidad y el ascetismo de un convento de clausura. Alguien deberá alguna vez explicar ese misterio.
    Pero ya en el socialismo del siglo XXI, donde decimos tantos que se ha producido la mayor corrupción de todos los tiempos nacionales, aparte de apreciaciones muy genéricas y el seguimiento de uno que otro caso, el oficio de denunciar a los ladrones del tesoro parece estar muy de capa caída.

    Y si alguien duda de la dimensión descomunal, inédita, de la corrupción de que hablamos, mezcle simplemente las variables de la cantidad inmensa de dones de los dioses petroleros que hemos recibido estos años, los índices internacionales paupérrimos de falta de transparencia y controles que padecemos, la ineficiencia y relajo de las finanzas estatales, la manifiesta voracidad de la nueva elite gobernante manifiesta en los más descarados y extravagantes escándalos que se han saltado el espeso secretismo gubernamental.

    Hay sin duda explicaciones para la minusvalía señalada. Para empezar la impunidad reinante, producto de la inanidad de los poderes, una asamblea que no se controla ni a sí misma y un sistema jurídico que baila al son que le toca el ejecutivo. Un mínimo ejemplo en el mar de la nutrición nacional: Henrique Capriles llevó sopoticientos documentos para enjuiciar a Diosdado Cabello por su gestión en Miranda y ello no sólo no dio pie a la más mínima medida sino que ni siquiera mermó el poder del sujeto, antes, por el contrario, hasta para heredero opta. Eso desanima, a corto plazo, todo intento de saneamiento. A lo cual se podría sumar el citado secretismo de toda política de Estado, propia de los gobiernos despóticos, las urgencias políticas, la manifiesta complicidad revolucionaria, hasta ciertos aires turbios que recorren el planeta en cuanto a la ética política… pero parecieran insuficientes para dar cuenta cabal del fenómeno y sus nefastas consecuencias, políticamente perversas y moralmente aterradoras.

    Nosotros creemos que se debería relanzar una política opositora en ese sentido, a inquirir más enérgica y documentadamente por ese dinero que podría haber promovido un país de verdad, camino del progreso y la estabilidad, y que en muy alta medida ha sido devorado por la incapacidad y la rapiña. Es parte de nuestra reconstitución nacional. Al menos hacerlo, esta vez con fines más claros y conminantes, con la fuerza que lo hicimos otrora. Quién quita que Henrique pueda echar unos sabrosos cuentos al respecto.


    Por: Fernando Rodríguez
    MIÉRCOLES 01 DE AGOSTO DE 2012

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