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    HomeEconómiaLUIS UGALDE: Incentivos empresariales

    LUIS UGALDE: Incentivos empresariales



    ¡La guerra a la economía
    de los capitalista…!

     

    Según la prensa, el Gobierno brasileño prepara “incentivos” para su industria que se desacelera por la crisis europea; sabe que su país necesita una exitosa dinámica empresarial, en cambio Chávez cree que si la empresa privada va mal, la revolución va bien hacia un estatismo económico sin propiedad privada de los medios de producción. ¡Guerra a la economía capitalista que se alimenta de la plusvalía robada a los trabajadores y el engorde de la burguesía con la sangre del pobre! En Brasil incentivan la empresa privada y en Venezuela la hostigan para imponer el modelo cubano, donde a la pequeña empresa prometedora le cortan las alas para que no levante vuelo.

    Chávez presenta el Programa de Gestión 2013-2019 para profundizar el Primer Plan Socialista de la Nación 2007-2013. Llama la atención que a estas alturas de la historia se aferren a una fracasada ideología marxista-estatista.

    El programa va contra la Constitución e ignora el evidente desastre causado por la estatización de Agroisleña, en el campo; de Sidor, en la industria básica, y la ruina de Alcasa con gerencia asamblearia; sólo tres botones de muestra. Este empecinamiento aferrado a modelos fracasados en la Unión Soviética, China, Rumania o Cuba se basa en un error en la comprensión de la condición humana y su instinto económico: quieren una economía exitosa sin interés propio ni búsqueda de la ganancia, y sueñan con fabricar el hombre nuevo puramente altruista. Error “contra natura”, pues no hay logro económico sin un esfuerzo continuado y creativo, que sólo se da para conseguir algo deseado. La productividad no es un invento capitalista reciente; los hombres de las cavernas eran más exitosos cuando cazaban más con menos esfuerzo y tiempo; su familia comía y celebraba. Otra cosa distinta y muy importante es cómo se usa y se comparte lo cazado, cómo se logra que todos sean buenos cazadores y cómo la economía se pone al servicio de la vida social de la familia, de la tribu, de la nación y de la humanidad.

    Hay empresas privadas buenas, otras malas y algunas pésimas. Los “incentivos” han de ser para frenar los defectos y fortalecer virtudes como la productividad, la corresponsabilidad de los factores de producción con beneficio compartido, la calidad del producto, la inversión e innovación, el buen precio, el riesgo creativo… Venezuela necesita cientos de miles de empresas exitosas, indispensables para que más de 13 millones de trabajadores tengan vida digna; pero este Gobierno busca la extinción de la empresa privada, celebra sus fracasos e incentiva su cierre. En parte lo ha logrado con miles de empresas cerradas, paralizadas, asustadas, sin inversión, ni innovación ni productividad creciente y 7 millones en trabajo precario o parados. Ahora en Mercosur pretenden competir con economías entrenadas para ganar con la nuestra amarrada de pies y manos.

    Se engañan quienes creen que “todo el poder para las comunas”, con un “sistema económico comunal”, no es el mismo fracasado modelo soviético estatista y dictatorial. El desproporcionado e imposible propósito de “todo el poder para las comunas” significa el poder total para el jefe, encarnación del pueblo, dueño dictatorial de los recursos petroleros y poseedor de la sabiduría mesiánica. Con “todo el poder para los soviets”, los bolcheviques implantaron la tiranía del partido comunista, “vanguardia lúcida del proletariado” y simple mandadero del gran dictador secretario del partido.

    “No se triunfa de la naturaleza sino obedeciéndola”, dice sabiamente Bacon. Somos naturaleza con todas sus condicionantes, con capacidad ilimitada de maldad y de bondad. Con instintos egoístas y de interés propio, y también con espíritu, vocación, solidaridad, amor y búsqueda de una sociedad justa y libre. Con los mismos materiales humanos se puede matar o dar vida. Toca a la sociedad y a la política desarrollar el espíritu humanizador, crear instituciones, leyes, instrumentos para lograr que la ganancia individual e interés propio económico contribuyan y se refuercen en el bien común de todos.

    El 8 de octubre hay que parar democráticamente esta locura fracasada y crear un sistema de motivaciones e incentivos para lograr una economía próspera, con una población productiva y una sociedad solidaria y libre.


    Por: LUIS UGALDE
    Política | Opinión
    EL NACIONAL

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