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    Edit.TalCual: Diálogo sin palabras



    El astuto disfraz de Chávez
    y sus monaguillos…

     

    Eso que llaman diálogo, reconciliación, reunificación y con otros tantos cognomentos se da realmente por equilibrios reales de fuerzas y no por esos conciliábulos tantas veces fracasados. En nuestro caso especialmente por lo ya dicho: para el Caudillo no puede haber homogeneidad entre revolucionarios, sus variopintos seguidores, y el resto de majunches, y lo más que puede conceder son efímeros y mentirosos fuegos artificiales

    Toda revolución es polarización, es decir, ausencia de consensos mínimos y mediaciones entre los antagonistas. Toda revolución es lucha inclemente entre facciones para destruir un estado de cosas y construir uno distinto y supuestamente mejor.

    Eso lo ha sabido Chávez siempre, así su revolución sea puramente onanista; lo que, de paso, ha exacerbado su barroquismo retórico. Nosotros pensamos que las pasadas elecciones han despolarizado notablemente el país, tanto que hasta el propio Caudillo se ha visto obligado a hablar de reconciliación, como en sus momentos trágicos. Esa es la peor derrota de su victoria.

    El hecho de que hayan votado más del 80% de los venezolanos y que la diferencia se haya reducido de forma significativa es un ejercicio de diálogo en el más sólido sentido de la palabra. Ante todo porque se jugó un juego democrático, por viciado que esté por las inevitables malas mañas y el obsceno ventajismo del oficialismo, y eso incita en los ciudadanos vínculos e intercambios pacíficos con el adversario.

    No es de desdeñar tampoco que se haya llevado a cabo una campaña bastante calma, sin violencia física queremos decir, al menos en relación con lo que muchos esperaban de un gobierno repleto de generalotes alzados, milicias, paramilitares y sicarios. Fenómeno éste a dilucidar porque no es anodino.

    No es de extrañar que unos y otros, rojos y engorrados, salieran del evento hablando de reunificación y paz. Si el país se involucró en esa escala en la vida pública y sus opiniones se dividieron tan equitativamente no parece que ninguno de los contrincantes se sienta autorizado para quemarle los sesos al contrario.

    Supongo que más de uno estará preguntándose, de lado y lado, por qué carajo esa gentará vota por semejantes esperpentos políticos, lo que ya es un inicio para tratar de entenderse. Y, para hablar en buen marxismo, la clasificación entre explotadores y explotados, oligarcas y pueblo, se ha dañado seriamente porque los de aquí y los de allá tienden a parecerse cada vez más desde el punto de vista de clases. Tanto vale un 23 de Enero como un Petare y los compañeros revolucionarios que han engordado y comprado quintas ya no braman como antaño.

    Desde el punto de vista de la prédica ideológica también, tanto que las luminarias chavistas tuvieron que inventar el “programa oculto”, desconcertados y humillados por el “izquierdismo” caprilista, que no podía ser más que un astuto disfraz según Chávez y sus monaguillos.

    Son cosas, en última instancia, del mundo globalizado en que cada día somos más homogéneos en los hechos so pena de que nos devoren los peces grandes y feroces, por ejemplo la enérgica señora Merkel o, mira qué cosa, el fraterno vecino carioca.

    Eso que llaman diálogo, reconciliación, reunificación y con otros tantos cognomentos se da realmente por equilibrios reales de fuerzas y no por esos conciliábulos tantas veces fracasados, a cuya cabeza quiere estar perennemente el vivaracho de José Vicente Rangel, y en los cuales de verdad nadie cree. En nuestro caso especialmente por lo ya dicho: para el Caudillo no puede haber homogeneidad entre revolucionarios, sus variopintos seguidores, y el resto de majunches, y lo más que puede conceder son efímeros y mentirosos fuegos artificiales.

    De manera que más que buscar una reunión de notables y otras teatralidades (que a veces algo cuentan, no exageremos), lo que hay que abogar es por un pueblo no maniatado por los poderes, capaz de discernir por sí mismo sus mejores opciones de bienestar y las maneras de obtener la paz que tan reiteradamente ha manifestado que anhela.


    Por: FERNANDO RODRÍGUEZ
    Politica | Opinión
    Diario TalCual


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