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    THAYS PEÑALVER: Populismo vs sifrinismo



    La posición de Capriles se acerca al chavismo

    El “sifrinismo populista”
    como opción desesperada

     

    ¿Hace bien la oposición venezolana en aceptar una posible postergación de la juramentación de Chávez?

    Recuerdo gratamente una conversación con Ramón Guillermo Aveledo en aquellos días en los que aún se podía opinar en Venezuela sobre política. Corrían tiempos en que los partidos buscaban desesperadamente una solución a sus problemas y, sobre todo, de cara a modernizarse. No solo era un problema local, los socialistas en España acababan de perder contra Aznar y se replanteaban su destino más allá de la era González, lo mismo ocurría con los socialistas franceses que habían dejado atrás la era Mitterrand y que tardarían 15 años en volver. Los laboristas ingleses, que lo habían perdido todo en la era conservadora estaban llegando al nuevo laborismo de Tony Blair. Eran, pues, tiempos de grandes cambios, mucho pensamiento político y un fenómeno masivo de renovación en la agotada política mundial.

    Si bien teníamos que trabajar en propuestas técnicas para un código, fue imposible no sacar provecho de sus conocimientos políticos y sociales casi enciclopédicos, siempre desde una perspectiva humana y pragmática. Acababa de escribir uno de sus libros titulado Populismo, Sifrinismo y Economía Humana (Panapo 96) en la que fue imposible no sacar a relucir aspectos que había subrayado: “Prisioneros del falso dilema entre el populismo y el sifrinismo, al debate económico venezolano le ha faltado vida real”, “han abandonado el futuro para pelearse el presente, pero sin solucionar sus problemas, ni dar un paso hacia delante” y la mejor “La vida es más rica que lo que nos dicen el populismo y el sifrinismo. Es más amplia, más compleja, más llena de posibilidades”.

    Quiso el destino en Venezuela, siempre favorable a la involución política, que ese falso dilema se prolongara durante 17 años entre los modelos y que ambos cancelaran todo debate. Henos aquí, pues, luego de 14 años de populismo facilista (boom petrolero) enfrentando los modelos continuamente en vez de plantearnos la riqueza política y todas sus posibilidades. Incluso algunos llegaron al descaro de presentar el “sifrinismo populista” como opción desesperada tratando incluso de convencernos que se trataba nada menos que de la “Nueva Izquierda”.

    De allí que al faltarle “vida real” al debate. El populismo (en un país habituado al populismo) espera siempre que el sifrinismo actué previsiblemente y nombre a alguien fácil de vencer. ¿Por qué fácil? Porque en el seno del sifrinismo la mayor minoría es la que define siempre al candidato, su forma de entender la política es paradójicamente su peor enemigo. De esa mayor minoría elitesca saldrá siempre un candidato impopular para millones de votantes. Una mayor minoría elitista que siempre ha pretendido un cambio radical, en un país en el que es imposible ese cambio a corto plazo y escoge a sus candidatos, que sin duda son excelentes para otro momento histórico, pero que son en extremo impopulares frente a las grandes masas de votantes.

    ¿Era necesaria la unión? Claro que sí. Pero no la que impuso el sifrinismo. Porque en política no toda unión hace la fuerza. Al imponer ese tipo de unión condenaron a los partidos políticos al estancamiento y los mecanismos “democráticos” del sifrinismo terminaron creando una Liliput electoral de la cual jamás saldrá un Gulliver. ¿Es posible tener una MUD ganadora? Sin duda que sí, pero con un modelo distinto de acuerdos, que permitan que los partidos estén juntos en estrategia, pero no revueltos y así se fortalezcan individualmente y salgan a hacer lo único que tienen que hacer, buscar votantes y simpatizantes. En fin, que la solución no era otra que la misma de siempre en la historia, todos los partidos debieron dar un paso atrás, retirar a sus candidatos y sus “intereses” contra Chávez (quedarse para lo regional) y por consenso permitir que surgieran figuras capaces de interactuar entre las fuerzas en pugna.

    De haber hecho eso emergería un nuevo modelo más amplio y lleno de posibilidades, del que surgirán partidos fuertes y un líder de la transición, no la perpetua escogencia de un líder, de uno de los partidos políticos opositores (minoritarios). Es decir, un líder popular para todos, no para la oposición. Uno para que una parte del chavismo y toda la oposición pudieran votar por él (solo necesitábamos que 900 mil votos cambiaran de bando). Una figura que restara votos al adversario, no que los uniera. A un conciliador y no a un sustituto imposible de Chávez. Un modelo que permitiera a los partidos crecer y no que terminara pareciendo una alfombra en la que se oculta el sucio de años. Otra cosa fue autoengañarse pensando que el sifrinismo era la respuesta al populismo, en una alianza única en la historia política, que lejos de fortalecer la democracia terminó colaborando en su destrucción, perdiendo oportunidad tras oportunidad y consolidando el populismo. Llegó la hora de que gente como Aveledo (por dar un ejemplo) retome el camino junto con los políticos verdaderos y vuelvan a educar políticamente (directamente) a una Venezuela que desesperadamente los necesita.


    Por: THAYS PEÑALVER
    @thayspenalver
    tpenalver@me.com
    Politica | Opinión
    EL UNIVERSAL
    jueves 27 de diciembre de 2012


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