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    HUMBERTO MONTERO: La peligrosa Twitera que comentó sobre cádaver de Chávez



    Lourdes Ortega @Ulilou, twitera

    La Twitera que solo tenía 12 seguidores
    trató de desestabilizar a Venezuela

     

    Selma tenía la costumbre de pasar cualquier llamada a mi despacho sin preguntar siquiera quién estaba al otro lado.

    No obstante, llevaba en la agencia tanto tiempo como mi vieja Smith & Wesson, así que me sentía incapaz de reprocharle nada. Además, siempre estaba pendiente de los detalles realmente importantes: recoger mis camisas del tinte y reponer diariamente las dosis necesarias de café, cigarrillos y ron.

    Cuando escuché su voz al otro lado supuse que sería otro de tantos maridos corneados o, con suerte, una esposa despechada con ganas de sacarse la espinita. No esperaba una sorpresa como aquella.

    -Preguntan por ti-, cacareó Selma.

    –Solo estamos tú y yo aquí, nena. ¿Por quién van a preguntar y quién demonios es?-, repliqué como de costumbre.

    Selma bufó por un momento y juró que se marcharía pronto para verse con su nuevo novio. Mentira, estaba coladita por mí.

    –Pásame la llamada y no olvides preguntarle el nombre a ese novio tuyo cuando se largue de tu cama de madrugada- bromeé. Al instante, tenía al tipo al otro lado.

    -Detective Alonso, le habla el presidente Maduro. ¿Cómo le va, camarada?

    –Pensé que era una broma y estuve tentado de colgar. -Maldita Selma-, pensé. Adivinando mis intenciones, el interlocutor se me adelantó.

    -Comprendo su desconcierto detective, pero tenemos entre manos un asunto de seguridad nacional de extrema gravedad que no puedo poner en manos de nadie salvo usted.

    –A la orden presidente, ¿de qué se trata?- me ofrecí con una disposición inusitada en mí.

    Maduro fue directo al grano. Al parecer, la inteligencia bolivariana había detectado una conspiración contrarrevolucionaria capaz de hundir el legado del comandante. La conjura estaba instigada por una señora de 53 años de apariencia inocente que respondía al nombre de Lourdes Alicia Ortega.

    -Sígala, rebusque donde sea necesario y encuéntreme algo, por nimio que sea, en 24 horas. Es necesario detenerla-, ordenó.

    Sin darme cuenta me puse en pie y, tras cuadrarme, respondí: “A la orden, presidente. Tendrá noticias mías mañana a primera hora”.

    Colgué y me puse manos a la obra. Encontré a la sospechosa en un mercado. Nada irregular. Huevos, carne de batalla (quizá para guisar), papel higiénico… Ni un producto contrarrevolucionario, ni una Coca-cola.

    La seguí hasta la peluquería. Supuse que allí tendría su nido de agentes. Abrí bien los ojos y presté toda la atención que me permitía el litro y medio de ron que corría por mis venas. De repente, salió el nombre de un tal Luis Alfonso Quintero, un asesino que había matado sin miramientos a media familia Avellaneda, terratenientes colombianos todos ellos. Creí haber dado con la clave y con el ejecutor.

    Abrí una revista para que nadie advirtiera mi presencia y… ¡Zas…, me di de bruces con el sicario en las páginas centrales. El tal Quintero no era otro que el villano de un culebrón de éxito. Aguardé durante media hora mientras ella tecleaba frenética. Cuando se levantó para ir al baño, me lancé sobre el teclado. Allí, en su cuenta de Twitter y bajo el alias de @Ulilou, había escrito: “Chávez está convertido en un muñeco de cera”. Trasteé unos minutos en su cuenta, esperando encontrar el maquiavélico plan, mas no hallé nada.

    -Detective, ¿tiene algo?- era la voz de Maduro.

    -Poca cosa, presidente, balbuceé resacoso.

    -¿Cómo? ¿No hay nada? Confiaba en usted, Alonso. Deme algo o vaya aprendiendo a rezar, camarada- bramó.

    Le conté lo del “tuit” para salir del paso. Maduro pareció entusiasmarse.

    -Excelente, amigo. Buen trabajo. Daremos con los huesos de esa sucia espía en el penal-, clamó eufórico.

    Le expliqué que Lourdes Alicia apenas tenía 12 seguidores en Twitter cuando escribió aquello.

    -Da igual. Hoy son 12, pero mañana pueden ser 200. Si no los capturamos-, dijo. Y colgó.

    Esa misma tarde la espía de 53 años fue detenida por tratar de desestabilizar al país. Al día siguiente agarré a Selma, cerré la agencia y me fui de Venezuela.


    Por: HUMBERTO MONTERO
    POLÍTICA | OPINIÓN
    OFICIALISMO | PSUV
    Ciudad | Barquisimeto
    Martes 26 de marzo, 2013

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