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    Luis Chataing: ¿Mi mayor temor? La autocensura



    Este Gobierno logró algo que para mí es impresionante: Que llorara por Venezuela. Un día me encontré llorando como una Magdalena por mi país.
    Este Gobierno logró algo que para mí es impresionante: Que llorara por Venezuela. Un día me encontré llorando como una Magdalena por mi país.

    El Gobierno que segrega a los
    que piensan de otra forma

     

    Su tiempo son esos 10 minutos, quizá menos, cuando se concentra en repasar el guión de su programa en televisión antes de comenzar la grabación. Tararea la música, marca con el pie el compás, mira el monitor para asegurarse los tiempos correctos de entrada de sus parlamentos con las imágenes y el sonido… Tres, dos, uno, señala con el dedo el coordinador de piso: “Hemos sobrevivido al primer día de la campaña electoral”… Fanfarria… “Sé lo que están pensando ¿Qué vamos hacer el resto del año…? Yo tampoco tengo idea”. Arranca las risas y aplausos con su gestualidad.

    Luis Chataing exprime el humor del hecho noticioso del día, que de tan inverosímil se convertirá en “burla” o es tan dramático, que se le hace  necesario relajarlo y hacerlo chiste para que el “trago no sea tan amargo”. “La deuda venezolana es de 275,3 millardos  de dólares desde 1999 hasta 2012, cita al periódico que destaca la cifra horrorosa -entra música de terror- aunque el país ha recibido $1,5 billones en 14 años ¿Se imaginan que los chinos se vayan porque no les pagamos y se lleven a todos sus chinos dejándonos sin lumpias, costillitas…?”.

    La inesperada salida se prolonga con una descabellada propuesta: Que todos los venezolanos nos hagamos cargo de pagarla. Suma con los dedos, resta, multiplica, divide en voz alta la deuda entre el total de venezolanos según el último censo del Instituto Nacional de Estadística -redondea hacia arriba como si los ciudadanos fueran céntimos- y anuncia con aspaviento el gran total: 9 mil y tantos dólares por cabeza… Lanza la campaña un día de salario para pagar la deuda externa y se gana una gran rechifla que termina en hilaridad de risas que relaja los sentidos.

    – El placer está en el reto de plantear la realidad, convivir con 24 horas de noticias y traducirlas con humor…

    Su día comienza a las 5:40 de la mañana, el laboral, digo, hora en la cual ya está en la estación para finiquitar el guión. “Chequeo en la cabina lo que cae, lo escribo rápido y lo incorporo al que he preparado en la mañana del día anterior en casa” antes de almorzar y reposar su mente. A golpe de 3 de la tarde inicia la producción de su programa Chataing TV en Televen. “Soy productor y talento. Convivo con las penurias de la producción y mi creatividad y chispa tienen que estar a flor de piel. Es como el aceite y el vinagre, con el tiempo he aprendido a manejarlo”, dice al observársele en paciente espera mientras “resetean” la máquina de video tape para proseguir la grabación, escuchando la música que tiene almacenada en su tableta.

    – A las 9 de la noche, finalizada la grabación ¿Cuál es tu balance de la jornada?

    – Hay una cosa que me atormenta: Soy muy exigente con lo que hago, por eso mi satisfacción es muy relativa después de cada programa.

    – Con tanta exigencia ¿dónde encuentras entonces el placer de la realización?

    – Lo gratificante es plantear la actualidad a través del humor en cada programa, asumiendo el reto de improvisar a medida que el show transcurre y tener mañana la oportunidad de hacer otro mejor que el de hoy.

    A él también le habló el pajarito… e hizo amago de quitarle un pelito malo del piquito.. “Nicolás por lo que más quieras invéntate otra..”. Extenuado por la misión cumplida, su creatividad no se detiene. “Al apagarse las cámaras, ya estoy pensando en los programas del día siguiente”.

    – A veces creo que este Gobierno lo hace a propósito para buscarnos la lengua a los humoristas. ¡Y lo consigue! Caigo en esa trampa y piso esa “concha de mango”. No es posible ¿Verdad? que pasen cosas tan extrañas”.

    Nos inoculan noticias a propósito.

    – ¿Ahora tienes más trabajo explotando a los venezolanos a través del humor?

    – Lo que quieren es saturarnos la cabeza con ideas, con ocurrencias, buscando que se “nos tranque el disco duro”.

    – ¿Cómo inocular el cáncer?

    – ¡Exacto! Inocularnos demasiado material de trabajo para producirnos un corto circuito y desaparecernos. Pero creo que Claudio Nazoa es un ejemplo de que eso es imposible.

    – La situación que vivimos los venezolanos es tu capital de trabajo, tu principal insumo ¿Cómo te sientes?

    – ¡AGOTADO! Siempre he visto esta profesión como una suerte de “medium”, un espiritista que conecta a la gente con acontecimientos que suceden en otra dimensión. Creo que en un país como el nuestro, los humoristas nos convertimos en el filtro que permite a los ciudadanos convivir con acontecimientos atroces, quedamos con todo ese sucio en el alma. Hacemos entretenido y agradable, cosas que en otras partes del planeta serían una locura. En ese esfuerzo uno se desgasta mucho, se consume esperanzado  que el país mejore. Vivimos intensamente la angustia de que estamos metidos en un callejón extrañísimo, buscando la salida que debe estar en algún lugar.

    – ¿Cómo abordas la polarización entre los artistas, unos enfrentados al Gobierno y otros sumados a la propaganda oficial?

    – Soy muy respetuoso de la opinión de cada quien. Más bien me parecen muy inoportunos en estos tiempos que nos tocó vivir, aquellos que por ser artistas esgrimen que se deben a todo el mundo y no asumen ninguna postura. Celebro mucho más, que cada quien diga cuáles son sus preferencias, pero la reciente aparición de actores y actrices en favor del Gobierno se me hace fuera de tiempo porque estamos en plena campaña electoral. Es como muy sospechoso todo… Pero bueno, les doy el beneficio que ellos me dan también a mí, de pensar como yo quiera. Si les digo, que esas banderas que esgrimen de buscar oportunidades a los artistas que han sido rechazados en sus trabajos por sus opiniones, que han perdido clientes por creer en otra forma de gobernar al país, les informo que este Gobierno que ellos defienden a mí me ha vetado desde hace tiempo en el Teatro de la Opera de Maracay, en las salas de Venetur; en todo el estado Barinas no hay forma que el gobierno regional entregue los permisos a los empresarios que me quieren presentar allá y recientemente en el estado Falcón. Que un artista se pronuncie a favor de un Gobierno que segrega a los que piensan de otra forma, conlleva una carga hipócrita.

    – Una manera de vivir

    – ¿Cómo compaginas el ejercicio permanente del humor -trabajo que te deja agotado- con tu vida personal y el tiempo para la familia, la pareja?

    – Para mí el humor es una manera de vivir, que relaciono con la película La vida es bella que interpreta Roberto Begnini, quien hace lo imposible para que el niño, su hijo, no sienta los horrores del campo de concentración. Estoy convencido que el humor es una medicina, a todos nos ayuda a encontrar salidas en los momentos difíciles.

    – ¿Consideraste alguna vez cuando eras niño que te convertirías en el artista?

    – No, nunca me imaginé que estaría en esto. Mi mamá debe tener algo de pitonisa cuando consideró disfrazarme de Chaplin a los 5 años de edad. Me enamoré de la televisión con los programas de RCTV, “El Gordo y El Flaco”, “Las Trillizas de Oro”, esa programación que para mí era mágica y me hizo soñar y querer hacer televisión, pero jamás pensé que estaría frente a una cámara. Mi primera aproximación fue como productor totalmente improvisado y mira en lo que paré.

    – Pero eres muy hiperquinético en la producción de ideas. ¿Duermes bien?

    – No, pero ¿sabes lo que pasa? Me acostumbré -tengo 21 años trabajando en esto- a convivir con la presión de generar ideas novedosas de un día para el otro, sin importar que me estuviera divorciando, se muriera mi perro o mi mamá enfermara. El público espera un programa tan bueno o mejor que el anterior, lo cual obliga a ser muy productivo creativamente por más agotado que estés. Para mí es  un ejercicio, como ir para el gimnasio. Estoy en la entrevista contigo y observo que puede ser aprovechable para el programa de radio o la presentación del viernes.

    – A golpe de 10 de la noche estarás llegando a casa ¿Sólo para la familia?

    – Aprovecho las dos o tres horas que me quedan del día, para dedicarme a la familia,  tremendamente importante para mí. Tener con quien compartir los frutos y sinsabores de esta carrera. Y disfrutar del trabajo creativo de otros, porque abre la mente.

    – ¿Cómo visualiza el futuro desde las vivencias de hoy?

    – Con optimismo.

    – ¿No hay nada que te arrebate el optimismo?

    – Como todo ser humano puedo vivir de-sencantos, pero me he guiado por el pensamiento de Simón Bolívar: Dios concede la victoria a la constancia. Siempre me he negado a tirar la toalla o darme por vencido. A veces es un borde que está muy cerca, trato de identificarlo y retarme a mi mismo.

    – La industria televisiva te vetó…

    – Y aquí estoy. El esfuerzo que tuve que realizar para abrirme espacio fue grande, pero me permitió alcanzar espacios propios que son dominados por mí, nadie más. Canales en YouTube; Twitter, presentaciones personales de las cuales soy totalmente responsable de abrirme o cerrarme las puertas y mi relación con el público es más directa.

    – ¿Disfrutas la fama?

    – Más que la fama, disfruto de la reacción de la gente frente al planteamiento creativo. No hay asunto más triste que no tengas con quien compartir un toque de humor que consideras brillante. ¡Es horrible! En cambio es fantástica la adrenalina que produce estar sobre un escenario, medir la reacción y rescatarlo si va en picada.

    – Sus confesiones

    – ¿Un pecado mortal?

    – ¡Cónfiro!.. Que no tenga a quien contarle lo que se me ocurrió.

    – Su peor defecto.

    – La impaciencia y el rigor con el que hago las cosas que a veces me lleva a ser muy severo y tropezar con alguien si no es de mi gusto.

    – Un pecado venial.

    – Silencio…. (Se carcajeó solo)…Yo no soy tan venial.

    – Una mentirita blanca.

    – Lo tenían engañado…

    – Una cruz a cuestas.

    – La inmediatez de los programas en vivo. Ese reto puede convertirse en una imprudencia que se paga caro, porque no da tiempo de ponerle orden a la lengua, llegando al receptor con una velocidad indetenible. Pero aprendí a pedir disculpas a través del medio el cual ofendí.

    – El mayor temor.

    – La autocensura. No encontrar la manera de decir las cosas de forma distinta y me lleve al silencio.

    – La peor amenaza.

    – Los límites a la libertad de expresión.

    – Una pesadilla.

    – Silenciarme, pero yo no apago la luz de la mesita de noche hasta que doy con la forma de decir las cosas. ¡Bienvenida la batalla de las ideas!

    – ¿Tienes miedo?

    – ¡Claro! No tanto por mí, sino por mi familia. Este Gobierno logró algo que para mí es impresionante: Que llorara por Venezuela. Un día me encontré llorando como una Magdalena por mi país.

    – ¿Y cómo encontró el consuelo?

    – Pensando en los héroes que libertaron esta Nación. Me niego a pensar que los 60 o más hombres de coraje que parió Venezuela son del pasado. Los héroes están aquí y ahora. Nos toca llorar y seguir luchando. Levantarnos.


    Por: Dhameliz Díaz
    ddiaz@el-carabobeno.com
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