En 2002 fue despedida de Intesa,
filial de la petrolera Pdvsa
■ Carolina Pappe pasó por distintas actividades hasta constituir su firma Habitare Internacional.
Carolina Pappe trabajó en Petróleos de Venezuela durante 15 años. Salió en 2002 como consecuencia de los despidos masivos de ese año debido a la crisis política. Después de varios tropiezos, hoy es dueña de Habitare Internacional, empresa inmobiliaria de Miami.
Cuando quedó cesante formaba parte de Intesa, una compañía que tenía Pdvsa en Estados Unidos en sociedad con Saic, dedicada a prestar servicios de computación al resto de la industria. Gracias a las buenas relaciones que Pappe mantenía con la empresa estadounidense consiguió otro empleo en poco tiempo.
“Encontré un trabajo en British Petroleum en Escocia. Me pareció una buena oportunidad no sólo para mí, sino para que mi hijo, de 15 años de edad en ese entonces, aprendiera inglés porque pese a que es ciudadano estadounidense vivió en Venezuela desde muy pequeño y sólo hablaba español”, recuerda.
Pero la estabilidad laboral le duró poco. Luego de un año en la compañía, BP se vio en la necesidad de cancelar proyectos y recortar personal. “El ataque a las torres gemelas de Nueva York afectó a muchas multinacionales”, señala.
Ante este nuevo revés, Pappe decidió mudarse a Estados Unidos y se radicó en Naples, Florida. “Siempre confié en que era el país de las oportunidades”. Reconoce que no fue fácil, además tenía visa de turista, lo que limitaba su desarrollo profesional y la obligaba a salir del territorio norteamericano cada seis meses.
“Cuando tenía que viajar dejaba a mi hijo en casa de unos amigos”, dice.
Buscando nicho:
El primer trabajo que tuvo Pappe en Estados Unidos fue, junto con una amiga, cocinar y vender almuerzos a los trabajadores de la zona. Aunque no era un empleo muy rentable, dice que le sirvió para relacionarse con más personas y buscar otras oportunidades.
A los seis meses cambió de ramo y comenzó a vender carteras y accesorios para mujeres. “Esto me permitía conocer a más personas”. Y no se equivocó, una de las compradoras le ofreció trabajo en su empresa. “Mayela Rosales, una venezolana que me ayudó muchísimo. Ella y su esposo dirigen una revista y un show televisivo D’Latinos y D’Latinos al día, respectivamente entonces me dieron un empleo en el departamento de mercadeo y ventas.
Me encantó desempeñarme en esa área. En ese momento descubrí que quería crecer en ese sector”.
Gracias a esta oportunidad, Pappe pudo recibir la visa de trabajo y acceder a un crédito hipotecario para comprar una vivienda, porque hasta entonces vivía alquilada. Laboró con la pareja de coterráneos hasta 2006, cuando decidió incursionar en el área inmobiliaria, de la que afirma se enamoró. “Sentí que era algo en lo que quería estar el resto de mi vida, entonces me focalicé en que así fuera”.
Comenzó paso a paso y con cautela, señala. Tuvo que estudiar y obtener las certificaciones necesarias para trabajar en bienes raíces y poder ser contratada por una empresa. Vendió propiedades en Barbados, República Dominicana, San Vicente, Panamá y Las Granadinas. Y en Estados Unidos comercializó, entre otros, los edificios Trump Royal y Trump Towers, del emporio de Donald Trump.
“Aunque hasta entonces estaba empleada, ya había obtenido mis licencias para abrir mi propia firma. Sin embargo, la inauguré el año pasado, pues quería esperar que pasara un poco la crisis financiera que tanto afectó al sector inmobiliario en Estados Unidos”, menciona.
Fue así como en 2010 Pappe abrió su propia empresa, Habitare Internacional, y destaca que le ha ido muy bien. “Aunque los precios de las propiedades se mantienen bajos, eso ayuda al sector porque las ventas están muy buenas. La recesión está pasando”.
Primer empleo:
“Luego de que estudié y me formé en el área de informática en Estados Unidos, gracias a una beca de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho, en 1987 regresé al país para pagar el apoyo que me dio el Estado. El primer lugar que me abrió las puertas fue Pdvsa”, recuerda Carolina Pappe, directora de Habitare Internacional.
Afirma que nunca se imaginó que se mantendría en la industria petrolera por mucho tiempo. Su intención era permanecer el tiempo necesario para cancelar la beca, pero que el profesionalismo que caracterizaba a la empresa la atrapó. Asegura que era un privilegio estar ahí.
“No siento rencor por nada de lo que pasé, pienso que las tenía que vivir para llegar a donde estoy. Siento mucho dolor al ver en lo que han convertido Pdvsa.
Ojalá los profesionales que están allí tengan la capacidad de sacar adelante la empresa y llevarla a donde estuvo”.
Por: CARMEN SOFÍA ALFONZO A.
calfonzo@el-nacional.com
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