A sabiendas que su origen es
cucuteño, se hizo el musiú..
Ya en sus últimos días el Presidente Chávez andaba arreglando sus maletas para marcharse a Cuba nuevamente y someterse a la intervención final procurando salvar su vida, aunque él mismo sabía que tenía altas posibilidades de no vivir para contarla.
Estaba arreglando todo como despidiéndose de este mundo y ese fue el ambiente que dejó montado ante las cámaras de TV., cuando se despidió de todos en una especie de testamento mediático, señalando cual rey en su trono, que Nicolás Maduro debía ser su sucesor socialista para optar a la magistratura en unas elecciones. Eso lo vimos todos, aquella noche del 8 de diciembre cuando el Presidente Chávez se despidió y se fue al encuentro de su destino. No estoy descubriendo el agua tibia.
El asunto vino después, al descubrirse el secreto que tenía el señor Maduro en su vida, que le impedía optar a la Presidencia, según lo señala expresamente nuestra Constitución Nacional. Pero, ya la trama de una novela andaba en proceso con sus complicaciones y su necesario desenlace.
El país no sabía que el candidato eventual no era venezolano de nacimiento, pero él si lo sabía ocultando el asunto como la mujer preñada que faja su barriga para evadir su gravidez, que tarde o temprano romperá el silencio y dejará escuchar el grito lleno de vida, por parte de una criatura que busca su espacio en la existencia.
Maduro debió encarar responsablemente al difunto presidente y decirle que él no podía aceptar esa responsabilidad debido a su origen cucuteño, pero se hizo el musiú. Y ahora, nos vemos en la necesidad de exigir su renuncia, ante la violación de los preceptos constitucionales. El problema es que la partida de nacimiento se encogió en el tiempo como una piel se zapa y desapareció de la faz de la tierra. Nadie la consigue. Y tampoco aparece otra partida de nacimiento venezolana como si Maduro hubiese sido un Clark Kent caído del cielo.
Necesariamente, debemos enfrentar este asunto que se viene complicando, antes que se hinche la cara. El rector Vicente Díaz del CNE, reconoció que ellos no le pidieron, ni verificaron-por supuesto- la partida de nacimiento al cucuteño. Tan solo incorporaron la cédula de identidad en el proceso de inscripción de la candidatura. Graso error, naturalmente. Si se hubiese hecho, se descubriría la mentira del candidato y nos hubiese igualmente ahorrado este sin sabor político y administrativo. Tampoco se la pidieron cuando contrajo matrimonio con doña Cilia Flores, parece que la partida de nacimiento ya no es necesaria para nada.
¿Qué espera el señor Maduro-se pregunta uno-, para enfrentar su realidad y asumir su imprudencia ante los venezolanos y la Historia?
¿Qué esperan los otros Poderes del Estado para exigir que Maduro presente la documentación que avale su nacimiento? Acaso, debemos salir los venezolanos a exigir el cumplimiento de la constitución por encima de las instituciones que no hacen cumplir su deber de vigilar nuestros intereses? Pues, tendremos que hacerlo, así como exigir nuestra soberanía sobre la Guayana Esequiba. Y es que Maduro nos engañó, pero eso tiene remedio y se está trabajando para conseguir que esta novela se desenlace.
Por: Luis Alfredo Rapozo
Politica | Opinión
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