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    HomeActualidadMANUEL MALAVER// Maduro: entre el diálogo y el aislamiento

    MANUEL MALAVER// Maduro: entre el diálogo y el aislamiento



    largas colas para comprar

    Las hambrunas se hicieron rutina
    en el llamado sistema socialista


     

    Dos sorpresas mayúsculas se llevaron Maduro y la pandilla de generales “últimos de sus promociones” que por corruptelas, o estar incursos en graves violaciones de los derechos humanos, han decidido acompañarlo en imponerle a Venezuela el modelo socialista a la cubana que les legó el difunto presidente, Hugo Chávez:

    La primera es que, el país no se someterá sin resistir a un modelo político y económico fracasado que trae apareados, de un lado, la pérdida de las libertades democráticas y del estado de derecho; y del otro, la destrucción de la economía a extremos de que, tal como se ha venido experimentando, dentro de poco no seremos sino el país en ruinas que desde 55 años es la infortunada Cuba.

    La segunda es que, el ordenamiento jurídico internacional (que es expresión del espíritu de los tiempos) no tolerará más de manera impasible, de brazos cruzados, que en un país del planeta, -y sobre todo si pertenece a la civilización occidental-, se establezca una dictadura totalitaria, de las que en el siglo pasado redujeron los derechos humanos y el bienestar de las sociedades a polvo, mientras sobre sus ruinas se instauraban los peores regímenes de fuerza que ha conocido la humanidad.

    Por eso no quiero perder la oportunidad de advertirles otra vez a los neototalitarios venezolanos, a Maduro y sus generaletes, que nacieron en el país y el tiempo equivocados, pues cualquier cosa podría pasar, menos que los gobiernos democráticos, organizaciones multilaterales, y la sociedad civil internacional, no valide y respalde la causa de los que defienden la libertad y la democracia en Venezuela y obligue al castrochavismo a escucharles.

    Y en la vía de construir un camino hacia la paz, una hoja de ruta en la que gobierno y oposición se comprometan a formular y cumplir las pautas que en poco tiempo permitan decir que el país es una sociedad recuperada de sus heridas, reconducida de nuevo al estado de derecho que tanto hacen los neototalitarios por destruir.

    Es una apuesta, propuesta o cita que con todas las reticencias, boicots y postergamientos, Maduro y sus generaletes, trataron a toda costa de eludir, esquivar o transferir a las calendas griegas, pues detrás de las negativas venía el aislamiento, después las sanciones, y por último, la intervención para poner fin a cualquier tipo de coyunda a que se quisiese someter al pueblo de Venezuela.

    El diálogo ha sido, además, la oportunidad, no solo de que la comunidad internacional se entere de que la represión estatal en los últimos dos meses ha cegado la vida de 40 ciudadanos, lesionado unos 1500 y encarcelado sin fórmula de juicio unos 400, sino, igualmente, de cómo a través de trapacerías, trampas y simulaciones se hace mofa de la Constitución y las Leyes.

    También, de cómo ha desaparecido la libertad de expresión en el país, se han incautado, comprado, y autocensurado medios audiovisuales e impresos que, a la manera de Cuba y Corea de Norte, solo existen para vociferar e remachar las mentiras oficiales.

    Una auténtica pesadilla para los corresponsales de los medios internacionales que nos visitaron para cubrir la crisis actual, y se encontraron con la sorpresa de que, no solo ellos mismos fueron agredidos y expulsados, sino que los otroras medios independientes venezolanos existían para no darse por aludidos de las masacres que ocurrían en las calles, plazas, pueblos y ciudades de la patria de Bolívar.

    Militares, policías, y paramilitares armados hasta los dientes, disparando perdigones, bombas lacrimógenas, balas, atropellando, torturando, incendiando, matando, hiriendo manifestantes desarmados, que ejercían un derecho consagrado en la Constitución, pero que, sin embargo, eran dejados huérfanos de información por medios masivos que se habían entregado a la dictadura sin un solo gesto de protesta.

    Pero no era todo, ni lo peor, con que habrían de encontrarse los comunicadores extranjeros en la nación con las más grandes reservas petroleras del planeta, quinto productor de crudo y que hasta el 2008 disfrutó de la alza más elevada de los precios que habían conocido los hidrocarburos en toda su historia.

    Venezuela es hoy una nación en ruinas, decididamente en la vía de las hambrunas que se hicieron rutina en el llamado sistema socialista, y donde ya es difícil proveerse de los alimentos de la cesta básica que se requiere para medio vivir, y en el cual, los fantasmas de la colas, la libreta de racionamiento a la cubana y el marcaje con tiza roja en los brazos de los consumidores, es usual para que no adquieran más, ni otros productos de los que decide el Estado.

    Pero tan grave como el déficit alimentario, es la carencia de medicinas que para comienzos del mes de abril se había establecido en un 60 por ciento, que unido a la falta de material médico quirúrgico, camas en los hospitales y personal competente, estaban convirtiendo los servicios de salud, prácticamente, en inexistentes.

    Hay también una pavorosa inseguridad en la “tierra prometida” del paraíso terrenal que jamás llegó a la URSS, China, Vietnam, Cambodia, los países de Europa del Este, Cuba y Corea del Norte, que el año pasado dio cuenta de la vida de 25.000 venezolanos y que este 2014 puede extenderse hasta los 30 mil.

    Igualmente, somos el país del mundo occidental con la mayor inflación (60 por ciento anual), con unos niveles de corrupción que ya exceden a los de Zimbawe y Nigeria en África, Haití, México, Honduras, Bolivia y Argentina en América latina, y en el cual el clima para los negocios y la inversión es de los peores del mundo.

    La gran pregunta es: ¿pero el BILLÓN Y MEDIO DE DÓLARES que ingresó al Tesoro Nacional durante “las vacas gordas” producto del alza de los precios del crudo dónde fue a parar, cómo y en qué se gastó para que los índices de pobreza hayan rodado a extremos de que ya somos un país del cuarto mundo?

    Pues, una parte exportando la revolución, ya que, fue uno de los tantos delirios del difunto presidente Chávez que él había aterrizado en el planeta para reimplantar el colapsado sistema socialista en América del Sur, y para ello debía gastar las riqueza petrolera venezolana promoviendo, instaurando, y sosteniendo partidos y gobiernos socialistas en el poder.

    Por ello, la carga sobre el Erario Nacional fue inmensa, manteniendo a gobiernos en bancarrota y corruptos como los de Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia y todos los que quisieron agregarse como el Brasil de Lula Da Silva, y Dilma Rousseff, el Uruguay de Mujica, y la Argentina de los esposos Kirchner.

    El final de la fantasía fue que los precios del petróleo cayeron, -o por lo menos no volvieron a subir a los topes de julio del 2008-y los países clientes también, que ahora se alejan cuidadosamente del sucesor de Chávez, Maduro.

    Pero lo impensable para este político inexperto, desvariado, débil y preso de una cúpula militar sin cualificaciones de ningún orden y presta empuñar las armas para reprimir, fue que el pueblo venezolano se levantó, se lanzó a las calles y no da muestras de dejarlas hasta que Maduro abandone el ruinoso sistema o renuncie.

    Se apresuraron a reprimir, matar, torturar…y han despertado en el siglo XXI, que no tiene nada que ver con el pasado en materia de salvaguarda de los derechos humanos, porque, o se respetan o los gobiernos que los violan son objetos de sanciones, primero, y después de intervenciones.

    De modo que, ya lo saben Maduro y sus generaletes: el socialismo no solo es inviable, sino que en su versión totalitaria puede ser objeto de fuertes encontronazos con la comunidad internacional.

    Y lo que es más grave: con la oposición de sus países que está dispuesta a afrontar los más duros sacrificios con tal de quitárselos de encima.


    Por: Manuel Malaver
    @MMalaverM
    Politica | Opinión
    Domingo 13 Abril, 2014




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