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    MILAGROS SOCORRO: La mentalidad del ladrón, (chavista) en Venezuela


    MILAGROS SOCORRO, La mentalidad del ladrón, (chavista) en Venezuela

    “No hay una sola persona en el
    país que no haya sido robada…”

     

    La clave de la mentalidad del chavista ladrón en Venezuela es que está convencido de que tiene derecho a tomar los bienes de los demás.

    En cualquier lugar del mundo, el ladrón se esconde para perpetrar su fechoría. Espera a que caiga la noche, a que no haya nadie en el sitio donde dará el golpe. Intenta que nadie lo vea. Trata de dar el zarpazo y huir sin testigos. Procura la nocturnidad.

     [E]l ladrón venezolano, en cambio, no tiene ninguno de estos miramientos. Le da exactamente igual si la víctima lo mira a los ojos, si tiene tiempo de memorizar sus rasgos, incluso si lo conoce de algo o puede saber dónde vive.

    El ladrón venezolano actúa sin embozo. Con la cara al descubierto. Y, encima, trata a la víctima como a un subalterno que le debe obediencia y pronto acatamiento. Esto ocurre no solo porque el ladrón venezolano tiene ganada la impunidad. Cuenta, efectivamente, con que no habrá más consecuencia para sus actos que el disfrute de dinero y bienes que no trabajó para ganar. Pero no es solo por esto que el ladrón venezolano se conduce con tal desfachatez, humillando a la víctima, golpeándola, matándola incluso si considera que no lo ha tratado con la sumisión del caso. La clave de su forma de proceder es que está convencido de que tiene derecho a tomar los bienes de los demás. MILAGROS SOCORRO, La mentalidad del ladrón

    Pregúntele usted a cualquier venezolano. No hay uno solo que no tenga un testimonio de despojo hecho por alguien a quien nunca hubiera creído capaz de tal. Empleados de confianza, personal doméstico de años, de décadas, se van un día llevándose consigo todo lo que pudieron arramblar. Un muchacho que vino a recoger unas cajas, aprovecha y se coge algo que estaba mal puesto. La hija de la señora que ha trabajado en Mantenimiento por 25 años se lleva teléfonos, ropa, lo que sea. Los empleados de las líneas aéreas en los aeropuertos, lo mismo que los uniformados, arrasan con el contenido de las maletas. Asaltantes que suben a las unidades de transporte colectivo y roban a todo el mundo, incluidas señoras humildes. Sin pudor. Como si no hubiera trasgresión.

    El otro día me contaban de una mujer que lloraba con un solo ojo, porque el otro lo traía vendado. Venía del hospital y en la buseta la atracaron con un cuchillo. Ni el parche ni la evidente convalecencia detuvieron al criminal.

    Impera la psicología de la rapiña. Por qué no te voy a arrebatar lo tuyo si yo lo quiero, si yo también merezco tenerlo.

    No hay duda de que una década y media con un régimen haciendo expropiaciones sin más proyecto que el deseo de quitar lo suyo a otro, ha favorecido la implantación de esta mentalidad. Pero no es solo eso. El Estado venezolano ha robado a centenares de industriales, empresarios, constructores, hacendados y dueños de terrenos; los ha llevado a la ruina y ha acabado con esas fuentes de producción y de trabajo. Y, aunque Freddy Bernal reconoció hace poco que las expropiaciones “llevaron las empresas al fracaso”, todavía este modus operandi sigue gozando del lustre revolucionario. Más aún, la revolución consiste básicamente en saquear todo lo que se pueda, siempre que se le dé al pillaje un barniz épico: expolio para vengarlos a ustedes, mis queridas huestes resentidas.

    Esa mentalidad del ladrón infatuado de estar ungido de un derecho sin límite ha encontrado por mucho tiempo una sociedad inerme. Lo dicho: no hay una sola persona en Venezuela que no haya sido robada (y su correlato, estafada por alguien conocido, incluso por un pariente). Pero todo tiene un límite. Y ya hemos empezado a ver indicios del hartazgo.

    Solo cabe esperar que la mentalidad del ladrón olímpico no encuentre freno en la del linchador convencido de ser vector de justicia.

    *Milagros Socorro; Periodista y escritora venezolana, su obra va de la narrativa breve, pasando por la literatura testimonial, a la novela. Premio Nacional de Periodismo y columnista de El Nacional.
    Por: Milagros Socorro*
    @MilagrosSocorro
    msocorro@el-nacional.com
    Politica | Opinión
    CARACAS, jueves 11 de junio, 2015

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