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    LENÍN VALERO: Estamos cimbrados


    LENÍN VALERO, Estamos cimbrados

    La carga es demasiado
    pesada para nosotros…

     

    Caminamos doblados, cimbrados, mirando hacia abajo…

    [L]a clase obrera, los profesionales, las amas de casa y los trabajadores en general, no aguantamos más el peso de la inflación y la debilidad que nos produce el hambre. Ya nos duele la espalda de tanto doblarla. El gobierno dejó caer sobre nosotros toda la carga de la pesada bola inflacionaria que al cimbrarnos, al doblar nuestro cuerpo por la cintura, nos hace ver que su interés es hacernos pegar la boca al suelo para tragar tierra. Nos ha puesto a pasar hambre, sin saber nosotros si es por castigo, por conducta militarista, o es la forma del comunismo salvaje, stalinista, primitivo y dogmático, de enseñar a los pueblos a aceptar sus planes.

    Nuestro salario mínimo es de 7.421 bolívares mensual y la llamada canasta alimentaria cuesta 54.204 bolívares. El promedio de un almuerzo para un trabajador es de 400 bolívares y el ticket de alimentación que recibe oscila entre 75 y 112,50 bolívares. ¿Qué quiere el gobierno?, ¿Cuál es su interés? El solo aumento de los alimentos llegó en este mes de julio a un costo de 32 mil bolívares mensuales, sin tomar en cuenta el costo de la ropa, el calzado, el transporte, la vivienda, el colegio, los útiles escolares, los servicios públicos, el cuidado de nuestra salud y la medicina. Y además de eso, el propio Presidente de la República, nos amenaza y nos dice: “prepárense para un tiempo de masacre y de muerte, si fracasara la revolución venezolana”. ¿Qué más podemos hacer, Presidente? Estamos casi a punto de parafrasear a Pedro Camejo (Negro Primero): venimos a decirle adiós porque estamos muertos. Si la idea de ser rico es mala, la de morir de hambre es peor.

    Nos arde el lomo y el gobierno se niega a entender que fracasó. Según las encuestas, sólo falta un 18 % para considerar que el 100% de los venezolanos rechazamos la difícil situación de hambre y miseria que estamos viviendo, producto de la escasez, la inflación y los bajos salarios del trabajador venezolano. Si el gobierno quiere saber de su fracaso, es bueno que vaya a los barrios, para que se entere de que su control de precios no existe, que su red de distribución de alimentos no funciona y que la escasez es porque el aparato productivo está paralizado por falta de materia prima y porque la importación de productos de primera necesidad se redujo considerablemente bajo el argumento de que no hay divisas para importar.

    ¿Cómo podemos entonces entender los venezolanos la amenaza del Presidente? La “revolución” fracasó por otra cosa, pero no porque los trabajadores no hayamos hecho nuestro sacrificio, si era que había que hacerlo. El gobierno debe saber que en los actuales momentos, en el abasto del barrio o en la choza del caserío, el kilo de arroz regulado a 25 bolívares, cuesta 250 bolívares, el azúcar, regulado a 26 bolívares, la venden a 150 bolívares el kilo, la harina pan, regulada a 19 bolívares, cuesta 130 bolívares el kilo, la pasta (el espagueti) regulado a 20 bolívares, cuesta 180 bolívares el kilo, el litro de aceite, regulado a 85 bolívares, lo venden a 300 bolívares, el kilo de pollo, regulado a 65 bolívares el kilo, cuesta 700 bolívares despresado, el cartón de leche cuesta 100 bolívares, el kilo de carne de res cuesta 1000 bolívares y el kilo de café cuesta 1.000 bolívares. En cambio, los empleados públicos de confianza, los cuarteles militares, los trabajadores de las empresas del estado y otros más, de los llamados enchufados, les están sirviendo en bandeja de plata su ración de alimentos. No sentimos envidia por eso, pero es denigrante para un país que un grupo de privilegiados estén disfrutando a costa del sacrificio de otros. Eso no es revolución. Eso es antipolítico y antihumano. Entristece, porque se cimbre más el alma que el cuerpo.

    Un abrazo.


    Por: Lenín Valero
    Politica | Opinión
    leninvalero1@hotmail.com
    @valeromarquez
    Valera, viernes 30 de julio, 2015


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