LUIS ALFREDO RAPOZO: Dos días con el plan república…

November 7, 2020

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“El capitán que se quedó
con las ganas…”

Siempre lo he dicho, el proceso electoral, es un asunto estrictamente civil. Los militares son cuidadores del orden, el establecimiento y transportistas del material. Incluso, digo que no deberían participar. Más aún, con Padrino López de jefe, quien es un enemigo de la alternabilidad y anti-demócrata reconocido, consumado y declarado…”.

■ Están embriagados de una victoria, que les pone en sus manos el 100% de los curules.

■ El coordinador y supervisor de centro, son figuras que no aparecen en la ley de procesos electorales.

[E]llos son piezas del partido de gobierno, que montan por encima de los miembros de mesa, para controlar los centros electorales.

“Nuestro sistema electoral es muy mañoso”, me dijo un viejito que se niega a morir y ha participado desde tiempos de Pérez Jiménez. Yo le dije que mañosos, somos los hombres que tratamos de hacer lo indebido.

Los miembros de mesa, parecen esclavos. Hay que ponerle la lupa. Me parece que deben tener un buen incentivo por su trabajo; tiempo de almuerzo y descanso, aunque sea de 15 minutos; además, ponerle hora de termino a la votación. Las 4:30 pm suena bien, como en Colombia. Hay mucha gente, que se ha acostumbrado a votar a última hora, sin pensar que los miembros de mesa, quieren irse a casa a descansar. Cosa peligrosa, es salir de un centro electoral en la madrugada, para regresar a un barrio oscuro y solitario.

I

Tan pronto llegué a mi casa, el capitán me estaba llamando. Me decía que regresara, que la gente del CNE estaba preguntando por mí. Lo hacía con una risita cínica, para convencer a un muchacho de quince años, pero nunca al ucevista de mil batallas callejeras, pega afiches, ex militante de los ochenta. “Ya no regreso”- le dije y tranqué la comunicación-. Extrañamente, me volvió a llamar como a los cinco minutos, repitiendo el pedido. “Venga –me dijo- a seguir con su trabajo”- Recuerdo que le dije: ”bueno, espéreme capitán, me reporto en quince minutos, pero tómese un cafecito y me espera sentado, viendo los viejos techos de las casitas de La Pastora; donde las palomas caraqueñas buscan un recodo, buscan dormir con su pareja”.

“Si no regreso, asuma la presidencia de mesa…”-le dije-

II

Éramos los mismos miembros de la mesa electoral, teníamos cuatro procesos electorales trabajados y el CNE, no había nombrado nuevos componentes. Muchos habían desertado y tal vez, quedábamos el 30% de los miembros que fueron convocados inicialmente. Entonces, habíamos trabajado en las distintas elecciones para alcaldes, diputados, presidente y ahora nos volvían a convocar. Asistimos con desagrado. Para gozar un proceso electoral, en una mesa, hay que ser un militante fogoso, activo, proselitista, “come-candela” que esté dispuesto a batirse a espada limpia con unos militantes fanatizados, que te ven como enemigo, como oligarcas, traidores, sucios, vende patria y todo ese estiércol. Naturalmente, gente como uno, asiste para cumplir cívicamente y entonces, te encuentras en medio de ese ring de combate, muy perjudicial, donde hay que empezar a enseñarle a los rojos-rojitos, a dar los buenos días, saludar y tener buenas relaciones, que deben acompañarnos en más de 18 horas continuas metidos en un salón. Atendiendo gente, pasando hambre, fatiga y pensando en las cosas que debería estar haciendo en casa con la familia.

III

Ser presidente de mesa, era un gran honor desde que me inscribí por primera vez para participar con mi voto en esas decisiones, al final de la década de los setenta. En ese tiempo, había cierto respeto y todo el mundo andaba atento a lo que decidiera, ordenara, planteara el Presidente de mesa. Incluso, cuando gente como uno votaba, allí estaba el Presidente de mesa agradeciendo tu participación. Era una forma de vestir de dignidad el proceso y así lo asumí en mi intervención, en los cuatro procesos que participé: Sin excesos, sin propaganda en la mesa, sin usar símbolos en su vestimenta, ni gorritas militares, ni rostros de Simón Bolívar en el pecho, ni franelas de un círculo bolivariano. “Qué vaina, lo primero que dije el día de la instalación y los camaradas vienen vestidos de rojo a la mesa electoral, el día de la votación como si con eso van a captar votos”.

IV

Ustedes saben, que los militares del plan república, tienen sus funciones bien determinadas. Ellos deben cuidar las instalaciones; las máquinas y todo el material que envía el CNE, desde que empieza el proceso, además de velar por la seguridad y el orden general. Nunca deben inmiscuirse en el funcionamiento de la mesa electoral, la cual es regida por la LEY ORGÁNICA DE PROCESOS ELECTORALES”. En ese sentido, los miembros de la mesa electoral son los encargados de llevar a cabo el proceso, hasta entregarle al plan república todo el material, cuando se finaliza el trabajo, y ellos proceden a trasladarlo a donde corresponda. Eso es todo. Pero, si un funcionario de verde se excede y se quiere meter en los asuntos de los civiles, la cosa se puede poner fea.

V

Ya el primer día, nos conseguimos con un nuevo capitán, el día de la instalación. El anterior capitán nos conocía, pues, también había estado con nosotros allí, en tres procesos previos. Así, que el militar se instaló el primer día de instalación a revisar nuestros credenciales. “Muy bien -le dije-, esa es función del presidente de cada mesa, tan pronto recibe a los miembros”. Además, el militar procedió a hacer un cuestionario de preguntas, empezando por solicitar nuestros teléfonos y anotarlos en una lista. Yo también le pregunté su teléfono, en correspondencia, pero el capitán, no quiso dármelo. “No importa- le dije-, realmente, no me hace falta, así surja un inconveniente después de cerrar la mesa -como ha pasado- y falte una firma en algún formulario, mientras están entregando el material… en la madrugada. Una vez, tuve que devolverme en la madrugada, para atender al capitán, que necesitaba mi firma en un material”. Entonces, en ese primer día de instalación, tuvimos incidentes con el capitán. Además, nos había negado la entrada del técnico de la máquina, el operador, aduciendo que sus documentos eran falsos. Yo ciertamente, le dije, que ello era imposible. El joven, era un funcionario enviado por el CNE, con su carta de presentación y único responsable de poner a operar el equipo. Rechazar a ese funcionario, era retardar innecesariamente, la instalación. Tuvimos un verdadero “ataja-perros”, para que dejara al operador entrar a la mesa número dos. Afortunadamente, una funcionaria del CNE, estaba presente, cosa inusual y con una llamada telefónica solucionó el asunto, algo intensamente absurdo y burocrático.

VI

Como cosa extraña, el único hombre en mi mesa, era yo. El resto de los miembros eran mujeres y mayoritariamente militantes, un testigo del PSUV y otra de la oposición, en la Pastora. Varias de estas mujeres, nunca habían participado en un proceso y eran militantes del PSUV, que fueron convocadas temprano por el partido, para ocupar las plazas vacantes de los miembros originales, que no querían seguir participando. Yo que no tenía vínculo con ninguna organización, mandé a preparar mi almuerzo al mediodía y mi esposa me lo llevó, tan pronto fue a votar. Así que yo almorcé al mediodía, pero el resto de los miembros no lo hizo. El almuerzo de las mujeres llegó a las seis de la tarde, organizado por el PSUV. Todo eso, hizo que el día fuera pesado, agotador. Las pobres mujeres se estaban muriendo de hambre, por el retraso. En vista, que no había nadie en la cola a esa hora, yo decidí dar un breve receso de tres a cinco minutos, para que todas comieran, lo cual fue bien tomado por el resto de los miembros y procedieron a comer. “Les dije, que era un una comida a velocidad de vaquero y debían ser rápidas para reiniciar el proceso, así que no se pusieran a echar cuentos, contar novelas, etc., recuerden que muchos miembros desertaron, por ello, no tenía reemplazos para que se turnaran comiendo. Todo iba de lo mejor. Como a los dos minutos, llega un votante. Yo, le digo, que por favor espere dos minutos para votar, que los miembros estaban almorzando-cenando, que ya se reiniciaría el proceso. Les digo a las muchachas que se apuren. Pero la votante electora, se va a donde el capitán para decir que no le dejaban votar. Inmediatamente, el capitán irrumpe en la mesa ordenando que no le suspenda la votación a la señora. Yo le digo, lo que ustedes saben, que en minuto y medio, ya el equipo estará operando de nuevo… pero la cosa se incendió con fuertes amenazas por parte del capitán, para ponerme preso. Yo le dije que mi mesa había acordado lo que hicimos y era cosa de un minuto, recoger las viandas y botar la basura, ir al baño, etc., y seguir. Pero nada, el hombre andaba pataleando dentro de mi mesa y le ordené que saliera. Fue peor la cosa. Me estaba amenazando con enviarme preso por 30 días a no sé dónde. Con esa amenaza en mi cuello, tomé la decisión, que debía retirarme del centro electoral. No pensaba quedarme allí hasta la madrugada, exponiéndome a otro encontronazo con el capitán… me parece que a la hora de cerrar todos los sobres y entregar los contenidos, era muy posible tener otro enfrentamiento, por cualquier cosa. De esa manera, decidí marcar las de Villadiego. Entonces, levanté un acta, responsabilicé al secretario de la Mesa de Votación sobre su conducción, firmaron los testigos y me retiré del lugar diciéndole al capitán “que si él quería, podía ser el Presidente de Mesa”. Extrañamente, no reaccionó y me fui. Antes de llegar a mi casa, los presidentes de otras mesas, me estaban llamando, informándome que el capitán me estaba buscando para detenerme, que no regresara. Pero, el capitán se quedó con las ganas. Ya la paloma, había volado y sin retorno.

*Luis Alfredo Rapozo, La Sociologia en aplicacion es mi vida. Es cuentista, cronista y articulista. Estudió Sociología en la UCV. Varios libros de cuentos, uno de crónicas y un trabajo sobre “El Negro Primero”. Escribo analizando el entorno en plena libertad de ideas. (Caracas-Anzoategui y en Uchire).

Por: Luis Alfredo Rapozo
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luisrapozo@yahoo.es
@luisrapozo
Caracas, sabado 31 de octubre de 2020

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